Julián Ortegón se encontraba el 4 de marzo de 2020 en su trabajo, un local de comidas en donde cumple funciones de administrador ubicado en el mismo sector donde él, Ana María Castro, Mateo Reyes y Paul Naranjo estuvieron departiendo la noche anterior a la muerte violenta de la joven de 21 años.
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Cuenta que ese día, entre las 9:40 y las 10:00 de la noche, llegó Naranjo en compañía de Ana María al restaurante en donde trabajaba. “Yo estaba por cerrar, ellos entraron, me saludaron y Paul me presentó a la joven”.
Aunque al comienzo de la velada iban a comer, la joven de 21 años terminó por irse a Cantina. “Recuerdo que Paul se quedó sentado cerca de mi puesto de trabajo mientras yo terminaba las cuentas”. Según explicó, aún estaban decidiendo si ir a ese bar o mejor tomarse una cerveza en otro lugar.
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Cuando fueron a buscar a Ana María no la encontraron. Dice Julián que son tres negocios en uno. “Bajamos las cervezas y las escaleras y llegamos a El Popular. Recuerdo que no había tanta gente y nos sentamos. La vimos, ella estaba con un grupo de unas seis personas, entre ellas, Mateo”.
Según dijo, quienes estaban en las mesas de al lado eran conocidos de la joven pero no de Naranjo y Reyes. Por eso se habrían sentado a dos mesas de distancia mientras tomaban cervezas y una botella de aguardiente. “Empezamos a tomar despacio. En un momento Ana María se acercó y nos presentó a Mateo. Estaba muy tomado”. Julián cuenta que era un hombre fastidioso y su presencia los incomodó. Afirma además que aunque Ana María no era la novia de Paul, sí estaban saliendo.
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La siguiente escena que percibieron fue la de Ana María y Mateo bailando y tomando. “Él la cogía del rostro e intentaba besarla. Ella le seguía la cuerda, pero estaba saliendo con mi amigo”.
Julián trataba de tranquilizar a Paul, le decía que no se preocupara que estaban entre amigos. “Nosotros decidimos pagar la cuenta e irnos del negocio aún con la botella porque no la habíamos acabado. En ese momento Ana María se dio cuenta de que Paul estaba indispuesto”.
Afuera Paul, según Julián, pagó el parqueadero y luego los dos se subieron a la camioneta. “Yo le seguía diciendo que se tranquilizara y que nos fuéramos a la casa de él o a la mía, pero me dijo que le comentara a Ana María que si la acercábamos a la casa”.
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Luego, dice Julián, subió a su negocio, bajó otra vez, y fue a preguntar por la joven. “Me dijeron que ella estaba con un muchacho. Cuando los vi estaban recostados en una baranda y ella, Ana María, estaba al frente de él. Mateo le discutía. Yo me fui acercando poco a poco, parecían una pareja y ahí fue cuando escuché que él le dijo: vámonos, vete conmigo”.
Según Julián, Ana María parecía sentirse incómoda con esa situación pero aun así seguía con Mateo. “Luego yo le dije: Oye, que pena, nosotros ya nos vamos a ir, ¿te vas o te quedas? También le dije que solo la llevábamos a ella”.
Pero, cuenta el testigo, que el argumento de Ana María era que lo conocía hace cinco años y que no lo iba a dejar botado. “Yo le digo que escogiera si se iba con Mateo o que si arrancaba con nosotros, que para mí era lo más prudente. Ella solo decía que quería seguir tomando”.
Cuando los vi Mateo le discutía. Yo me fui acercando poco a poco, parecían una pareja y ahí fue cuando escuché que él le dijo: vámonos, vete conmigo
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Ahí fue cuando Paul habría decidido volver al negocio donde habían estado con Julián. “Eso lo hicimos delante de Ana María y Mateo. A mí me conocen ahí pues porque trabajo en el lugar”.
Y así, los dos amigos terminaron de nuevo en una mesa mientras pedían otra botella de aguardiente. “En un momento llegó el dueño del negocio. Nos saludó a todos pero me di cuenta de que a Mateo lo conocen ahí. Él cogía la botella de aguardiente y le daba a los que estaban presentes. Seguía comportándose muy pesado”. La expresión que usó Julián es que botaba las cosas de forma ordinaria.
Ahí fue cuando Julián vio a una amiga de Ana María expresando que quería que Castro la acompañara a Cantina. Todos se fueron a ese lugar con la botella en la mano. “La pasamos chévere porque ahí me conocen y hasta me encontré a un cliente”.
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Yo me di cuenta de que a Mateo lo conocen ahí. Él cogió la botella de aguardiente y le daba a los que estaba presentes. Seguía comportándose muy pesado
Tiempo después, de nuevo con Paul, decidieron irse. Cuando salieron a montarse a la camioneta, Julián dice que Mateo y Ana María Castro se acercaron a la camioneta. “Mateo nos habló de un sitio llamado Secret y que era un amanecedero, pero yo ya no tenía plata”.
Julián Ortegón cuenta que con la intención de no dejarlos botados permitieron que se subieran a la camioneta. “Así arrancamos. Paul iba manejando. Como íbamos para mi casa la ruta era: calle 116, Autonorte y calle 80. Es que yo vivo cerca al centro comercial Titán”.
Julián dice que cuando estaba en la calle 80 volteó a mirar a Ana María y a Mateo. “Ellos se estaban besando, manoseando mientras Paul los estaba viendo a través de retrovisor”.
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Recuerda que a su amigo le dio mucha rabia y que por eso paró antes del almacén Jumbo y que, cerca de unos árboles, Paul les dijo que se bajaran. “Pero ni se inmutaron. Entonces yo me bajé, les abrí la puerta de atrás y les volví a pedir que se bajaran, les dije que respetaran a mi amigo y que eso no se hacía”.
Fue en ese momento cuando Julián cuenta que decidió sacarlos del vehículo cogiéndolos del brazo. “Primero fue a Ana María y después fue a Mateo. Luego me subí a la camioneta y nos fuimos con Paul”.
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Primero bajé a Ana María y después a Mateo. Luego me subí a la camioneta y nos fuimos
Según cuenta este testigo al arribar al edificio donde reside dejaron el carro de Paul en el parqueadero. “Luego subimos a mi apartamento. Eran como las 2:30 de la mañana, pedimos un domicilio, una botella de vodka, nos la empezamos a tomar y escuchamos música”.
Julián cuenta que una de las personas con las que vive le dijo que le bajaran y que luego llegó una amiga de Paul con la que se fueron a “rematar” a un sitio llamado Cielo. “Pero cuando llegamos allá pensé en mi trabajo y decidí irme para la casa. Paul sí entró con su amiga al negocio”.
Julián dice que cuando llegó se acostó a dormir y que puso sus alarmas. “Pero se me descargó el teléfono. Después me enteré de que Paul había llegado al poco tiempo a llevarse su carro”. Cuenta que hubo un inconveniente con el celador porque no le había dejado sacar la camioneta.
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Luego se enteró de que esa mañana la mamá y el padrastro de Naranjo, un vecino, el celador y un policía en moto estaban observando la camioneta. “Ellos hablaban de que mi amigo Paul no había podido sacar la camioneta por seguridad y por el cambio de celador”.
Añadió Julián que estos observaron que ese vehículo tenía más de 20 rayones ocasionados intencionalmente en la parte trasera justo rodeando la placa del vehículo. “Eran como las 8 o 9 de la mañana cuando pasó esto y me fui a dormir y no me desperté para el trabajo”.
Julián dice que abrió los ojos a eso de 12:30. “A las 2 de la tarde mi novia Camila me dijo que Ana María estaba muerta”.
El carro de Paúl tenía más de 20 rayones ocasionados intencionalmente en la parte trasera justo rodeando la placa del vehículo
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REDACCIÓN BOGOTÁ
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