La primera impresión al ver a Paul Naranjo es la de un joven de familia que escalaba de a pocos en su profesión de fotógrafo y que decía trabajar con modelos, tener renombre dentro de este círculo.
Tiene 28 años y cuando se le entrevistó contó que era muy apegado a su mamá y a su hermana. También que era muy reconocido en el medio del modelaje y el protocolo y que solía trabajar también haciendo videos comerciales para pequeñas empresas.
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Ese día dijo que, tras lo mediática que se había vuelto la noticia de la muerte de Ana María Castro, había perdido muchos contratos y que las modelos con las que trabajaba le decían que preferían suspender sus jornadas de trabajo con él hasta que no se resolviera el caso.
Incluso aseguró que había tenido que entrar a un tratamiento psicológico. “Yo estoy muy dolido, Ana María era mi amiga, no soy una persona insensible, me ha tocado ser fuerte para demostrar mi inocencia, que me señalen como el responsable es muy duro”, dijo en ese momento.
También contó que había tenido que cerrar todas sus redes sociales por temor a represalias en su contra y que, por esa misma razón, no salía de su casa.
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Recordó que a Ana María Castro la había conocido en una fiesta en la Fonda La Chismosa de Cajicá seis meses antes de su muerte y que se hicieron muy amigos cuando le pidieron el favor de acercar a la joven a la ciudad de Bogotá. “Ese día intercambiamos números. Luego de un tiempo revisando mis contactos me acordé de ella y empezamos a hablar”. Al comienzo tuvieron una relación de amigos estrecha y luego algo más sentimental.
Pero hoy esa imagen de joven de familia se transformó en la de un hombre que tendrá que responderle a la justicia por el presunto feminicidio de una mujer.
Este lunes se le vio entrando esposado a los juzgados de Paloquemao. Se espera que revele, de una vez por todas, si lo que pasó fue lo que narró desde un comienzo o si la historia es diferente. Su versión inicial fue siempre la de ser inocente. “Yo no maté a Ana María Castro”, decía con vehemencia.

Este es el momento de la entrega de Paul Naranjo.
EL TIEMPO
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El indiciado será presentado ante un juez con función de control de garantías por el delito de feminicidio agravado, como posible partícipe en los hechos ocurridos la madrugada del 5 de marzo de 2020.
Un fiscal de la Unidad de Vida, de la Seccional de Bogotá, estableció que ese día la víctima habría sido lanzada de un vehículo en la Calle 80 con 69 P, al parecer por conocidos suyos, con quienes departió durante la noche en un establecimiento comercial, ubicado en la zona de los bares de la calle 116 con avenida 19, en el norte de Bogotá. Aunque la joven fue trasladada al Hospital Simón Bolívar, falleció por un trauma craneoencefálico.
Por este hecho, en días pasados también fue judicializado por feminicidio agravado Julián Valente Ortegón Mosquera, como uno de los presuntos coautores.
Naranjo nunca negó que se encontraba en Plaza México el día miércoles 4 de marzo a las 9:30 de la noche. Según su apoderado, Carlos Alberto Rivera Mora, quien representaba al joven en ese momento, su defendido conducía la camioneta en la cual se movilizaba Ana María Castro el día que murió pero aseguró que su cliente era inocente y que no había tenido nada que ver con la muerte de la joven de 21 años.
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Paul aceptó ese día que se encontraba en Plaza México el día miércoles 4 de marzo a las 9:30 de la noche. Contó que antes del encuentro se comunicó con Ana María Castro y que le preguntó dónde estaba. “Ella me dijo que fuera y que nos tomáramos algo, que hablaríamos. Nosotros nos conocimos hace seis meses en un bar de La Sabana”, contó. Tenían una relación que superaba la amistad y con sentimientos involucrados. “Nos dábamos besos y abrazos”.
Sin embargo, comentó, esa noche le dijo a Ana María que él estaba con un amigo llamado Julián Ortegón y que si no había problema en que fuera con él al sitio en donde se llevaba a cabo su reunión. Ella le respondió que no había inconveniente, pero le advirtió que estaba con un grupo de amigos que incluía hombres y mujeres. Departían en el bar Cantina, Plaza México, en el norte de Bogotá.
Entonces, Paul dijo que se dirigió al sitio con su amigo a eso de las 11 de la noche y, ya en el bar, pidió una botella de aguardiente. “Le dije a mi amigo que yo no podía tomar porque manejaba, pero le recibí un par de tragos y una cerveza, no más”. Ana María estaba en compañía de una amiga y tres hombres, entre ellos Mateo Reyes
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Mientras están todos en el plan de fiesta, Paul se da cuenta de que Ana María le da un beso a Mateo en la boca. “Entonces me dio mal genio, tristeza, y le pedí respeto. Le dije que para qué me había llamado si era para que la viera darse besos con otra persona. Yo estaba muy ‘encarretado’ con ella. Había cariño de mi parte”.
Rivera dice que su cliente y su amigo Julián son de contextura baja, mientras que Mateo es alto y fornido. “Por eso, mi defendido le dice a Julián que mejor se fueran para evitar problemas”.
Entonces, contaron ellos, los dos amigos bajan al parqueadero de Plaza México de la 116, a eso de las 11:50 de la noche, y cuando se disponen a prender el carro, a los cuatro minutos se dan cuenta de que Ana María arriba al mismo lugar con Mateo.
“En ese momento vi a mi amiga forcejeando con él. No la quise dejar sola porque ella me había dicho que no tenía plata”, recordó Paul. Luego, Julián se baja de la camioneta, le dice a Ana María que quieren llevarla a la casa, y ella acepta pero con la condición irse con Mateo. Supuestamente decía que eran amigos de años y que no quería dejarlo solo.
Paul explicó que Mateo se subió en la parte de atrás del vehículo pero que, al mismo tiempo, decidieron todos bajarse otra vez y entrar de nuevo al bar. “Es que Ana María me dice que no se quiere ir para la casa, que sigamos rumbeando”, dijo Paul. En el lugar están unos diez minutos más, y cuando el joven la va a buscar no la ve. “La encontré con su amiga Paola afuera del local. Ella la estaba convenciendo de que se fueran para el negocio de al lado”.
Entonces el joven fotógrafo se va detrás de Ana María y le dice: “¿Vas a estar conmigo o te vas para otro lado? dime de una vez”. Ella, ya tomada, contaron, se aleja a hablar con otras personas. En otro lugar se encontraba Mateo con Julián tomándose unos tragos de aguardiente.
Paul contó que cuando regresó a donde su amigo le dijo que se fueran todos a la tienda de enseguida porque Ana María estaba allá con más gente. “Y ahí nos quedamos media hora más”.
Recordó además que en ese momento Ana María ya estaba muy tomada y decía cosas incoherentes. “Le dije que nos fuéramos, que rumbeáramos en otro lado, y mi amigo nos invitó a un apartamento que él tiene detrás de Titán Plaza, por los lados de la 80. Que podíamos comprar algo de trago ya más tranquilos”.
La joven acepta y le dice a Mateo que sigan la rumba. Otra vez, los cuatro se suben a la camioneta de Paul. “Cuando Ana María se está subiendo a mi carro, una amiga suya la ve y le grita a Mateo que él responde por ella. Él le dijo que sí”. Entonces el carro arranca, y la ruta que cogen es calle 116, autopista Norte, calle 100, calle 68 y calle 80 para llegar detrás de Titán Plaza.
Cuando Paul va en la calle 68 con 80 mira por el retrovisor del vehículo y ve que Mateo está tocando a Ana María y que se besan. “Me dio mal genio. Les dije que qué les pasaba y que si tenían mucha calentura que se fueran para un hotel”. Según Rivera, los jóvenes hicieron caso omiso y siguieron actuando de la misma manera.
Entonces, en ese momento, la versión de Paul es que orilló su camioneta cerca de la calle 68 con carrera 80 y que Julián se bajó, les abrió la puerta de la camioneta y los sacó a los dos del brazo. “Mateo le reclamó a mi amigo Julián, hubo un empujón y luego, él se subió al carro y nos fuimos”.
Julián y Paul llegan al apartamento, compran vodka, toman y a las 3:30 de la mañana se van para otro bar que se llama Cielo, en Chapinero. A las 6 de la mañana vuelven al apartamento. “Luego me fui para mi casa”, dijo en ese momento.

Este es el momento en el que Paul Naranjo se entrega a las autoridades.
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Todo se complicó, dijo Paul, cuando, a eso de las 11:30 de la mañana, lo llamó una amiga para contarle que Ana María había aparecido muerta. “Yo no lo podía creer, entré en shock. También me trastornó que desde ese día me empezaron a amenazar a través de las redes sociales. Me decían asesino, que me cuidara, que me iban a picar por pedazos, que ya sabían en dónde vivía mi familia”.
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Ana María era una joven llena de proyectos. Estudió para ser auxiliar de enfermería, había hecho un primer semestre de Psicología y también ingresó a estudiar maquillaje profesional. “Queríamos que se fuera a estudiar a Estados Unidos, pero esos planes murieron en medio de una fiesta”, dijo Nidia.
Hoy no han radicado aún la audiencia pero se espera que esta se lleve a cabo durante el día. Ahí se sabrá si la versión de Paul Naranjo, esta vez, es diferente.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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