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Bogotá

Caso Adriana Pinzón: indignación por pena irrisoria para asesino Jonathan Torres

Foto:

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Familia dicen que posible condena de 28 años no se compadece con su sufrimiento.

Carol Malaver
Luego de una ardua audiencia de más de cuatro horas en la que por fin Jonathan Torres confesó las razones por las cuales asesinó a la psicóloga de 42 años Adriana Pinzón, quien desapareció el pasado 7 de junio, en el municipio de Zipaquirá, Cundinamarca, se conoció la posible condena que podría pagar el asesino.
Veintiocho años de cárcel fue lo que dijo el juez al final de la diligencia. Esta frase deja sumida en un nuevo drama a la familia de la víctima fatal, cuyo cuerpo apareció en un matorral el pasado 26 de junio, en la vereda Río Frío.
Tras escuchar la condena, Sandra Pinzón, hermana de Adriana y Pilar Pinzón, dijo que indignación es la palabra que describe lo que sienten. Como víctimas estuvieron presentes en la audiencia de aprobación del preacuerdo. “Queremos resaltar que desde que se iniciaron las negociaciones jamás estuvimos de acuerdo. Siempre manifestamos que la pena es muy corta”.
Agregó que el daño que se le causó a la familia es muy grande. “No estoy hablando solo de lo que vivió mi hermana, sino del daño que nos causó y nos generó a nosotros como familia y a la sociedad. No estamos de acuerdo con la pena”.
Contó que durante la diligencia, cuando la Procuraduría le dijo a Jonathan Torres que debía contar toda la verdad y los motivos del crimen, su actitud fue extraña. “Prendió la cámara obligado y dijo que había matado a mi hermana porque le contó sobre una infidelidad hacia mi hermana Pilar y que eso había desatado una pelea que terminó con el crimen. La verdad, su versión no tiene sentido. No creo que por un mal genio uno asesine y torture a alguien así. Él aprovechó su condición de hombre y la indefensión de mi hermana para matarla”, dijo Sandra.

¿Por qué tanta rebaja?

Según el abogado de Jonathan Torres, Jimmy Pepinosa, lo que se logró tras su gestión fue una rebaja de pena del 40 por ciento. “Se tipificó la pena por los delitos de homicidio agravado en concurso con desaparición forzada y se pactó en 28 años y una multa de 799.000 salarios mínimos”.
Lo que sigue es la condena que se conocerá el próximo 30 de agosto, a las 12:30 p. m. “Debo decir que la audiencia fue muy complicada porque las víctimas y la Procuraduría exigieron que se conocieran los detalles de los móviles del homicidio. Es decir que todo fue a raíz de un tema pasional”.
De hecho, fue cuando la delegada de la procuraduría lo instó a decir toda la verdad cuando Torres se sintió ‘entre la espada y la pared’ y supo que ya no podía seguir guardando silencio.
Luego pidió estar a solas con su defensor, con el juez y con los delegados de la Procuraduría y así comenzó a narrar segundo a segundo cómo llevó a cabo el crimen.
Fiscalía realiza levantamiento del cuerpo.

Fiscalía realiza levantamiento del cuerpo.

Foto:Fiscalía

La confesión

Lo primero que hizo Jonathan fue pedirles perdón a todo el país y a la familia de Adriana Pinzón. “Me arrepiento mucho del acto que cometí. Me arrepiento de corazón”.
Luego se refirió a la familia de Adriana. Dijo que reconocía que era buena, amorosa. “Señora juez, yo quiero contarles más detalles de lo sucedido. Solo sé que me acaloré, perdí el control sobre mí. Eso es lo que le puedo decir. Fue algo pasional, emocional. Será Dios quien me juzgue por mis actos”.
Reconoció que durante su vida ha cometido muchos errores, pero que trataba de salir adelante, de ser un buen esposo, buen hermano y ejemplo para su familia. “El día que todo pasó yo estaba hablando con Adriana. No eran temas económicos como dijeron muchos. Lo cierto es que en un momento de la conversación chocamos”.
Le contó a la psicóloga que le estaba siendo infiel a su hermana, Pilar Pinzón. Se confesó y eso prendió una chispa. “Yo ya estaba viviendo con esa otra persona y me sentía muy presionado. Además tenía deudas, pero el crimen fue porque me vi presionado, no sabía cómo separarme de Pilar, la mamá de mi hijo, ella es una excelente mujer. Yo quería desahogarme con alguien y Adriana era la única persona a la que yo le contaba todo. Ella era de muy mal genio, como yo. Me arrepiento demasiado”.
Agregó: “Me dio tanta ira que terminé por cometer el homicidio. Estaba desesperado, no sabía qué hacer, pensé en una modalidad rápida. Luego de matarla tomé el carro y, sin saber a dónde llevarla, me desplacé hacia una vereda donde yo trabajaba como médico veterinario. Allá dejé su cuerpo” .
Dijo que él nunca había tenido, como se especuló, una relación con Adriana Pinzón. Solo aclaró que le había contado de todas sus pasiones y que ante su reacción fue que ocurrió el desenlace fatal. “Sé que perdí una familia, que no volveré a ver a mi hijo, le pido perdón a mi Pili, a Alberto, el papá que nunca tuve, que me enseñó a pescar. Si pudiera devolver el tiempo, no habría hecho algo así”.

Así comenzó la pesadilla

Antes de la confesión, Jonathan Torres venía guardando silencio, no lloraba. Esa fue la frase dicha por su abogado defensor que más sorprendió cuando se le preguntó sobre la versión de su cliente, sobre todo, porque sobre él recaía una grave imputación por los delitos de desaparición forzada y homicidio agravado.
Su nombre era el que resonaba cuando se hablaba de la desaparición de Adriana Pinzón, una exitosa psicóloga, empleada de una empresa petrolera, soltera y sin hijos, de cuyo paradero no se volvió a saber desde el pasado 7 de junio. Vivía sola, en su apartamento de Zipaquirá, Cundinamarca, a donde nunca regresó.
Torres había mentido desde el comienzo. Había dicho que la última vez que la había visto fue en un concesionario de Chía, pues le estaba ayudando a vender su vehículo desde mayo, y que luego ella había tomado un servicio de Uber y hasta ahí él sabía, pero lo cierto es que después de una ardua investigación de la Fiscalía se pudo comprobar que algo no encajaba.
No pasaron muchos días para que se diera a conocer una serie de imágenes escabrosas. Videos de cámaras de seguridad del conjunto residencial donde vivía Adriana Pinzón dan cuenta de que Torres ingresó al apartamento sobre el mediodía del 7 junio de 2022. Entre las 6 y las 7:20 p. m. salió en dos oportunidades con el carro de su cuñada. Primero, con un morral negro; luego, con bolsas plásticas que cargaba con dificultad y que dejó en el baúl.
También se supo de manera oficial que en la inspección hecha al inmueble de la mujer, los peritos forenses hallaron rastros de sangre en una habitación y en otros puntos. Adicionalmente, un conocido del investigado se acercó a las autoridades y reveló que Torres Campos le dio a guardar el maletín, el cual tenía cuchillos con manchas, documentos de la psicóloga como la licencia de conducción, entre otros elementos. Todas las muestras biológicas fueron valoradas en los laboratorios de genética del CTI.
Todo esto despertó el interés por saber más del pasado de Torres antes de que apareciera el cuerpo de Pinzón. Este periódico pudo establecer que es oriundo del Llano, al igual que su familia, y que su niñez no fue convencional. Le ha mencionado a su abogado que siempre sintió que su madre no lo quería y que la relación con su familia no es estrecha, pese a que ellos fueron quienes contrataron al defensor.
Día a día salían a relucir más pruebas. Citynoticias reveló unos audios en los que el dueño del concesionario afirma que la mujer nunca pisó su negocio. “Nunca vimos a la señora. Jonathan llegó sobre las 9:15 de la mañana y veo que ella desapareció a las 6”, dijo.

¿Quién era Adriana?

Esta psicóloga era una mujer de 42 años. Estudió en la Universidad Santo Tomás e hizo una especialización en Recursos Humanos en el Externado. Trabajaba para una compañía de petróleos llamada Sudamericanos Energy. Siempre fue una excelente estudiante, de las mejores. Estuvo becada más de la mitad de su carrera y en su posgrado.
Residía en el conjunto de bloques de apartamentos Santa Ana de Zipaquirá. Vivía hace poco allí porque la pandemia la sorprendió en un apartaestudio en Bogotá. Se había ido a vivir allá en arriendo por los trancones. Ese lugar quedaba cerca de su empresa. Cuando se acabaron las restricciones entregó el lugar y se devolvió al apartamento de su propiedad en Zipaquirá. Ella quería estar cerca de la familia.
Era la hermana del medio. Las tres, Sandra, Adriana y Pilar, eran muy unidas. “Andábamos juntas para todo lado. Eso hace parte del pasado”, contó Sandra.
CAROL MALAVER
Carol Malaver
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