A los 40 años, la vida de Victoria Tirado cambió. Luego de diez años de haberse sentido identificada con historias de mujeres trans y haber tenido acompañamiento psicológico culminó su transición de género.
Pero mientras hacía su proceso, las opciones laborales se fueron cerrando. En su anterior trabajo, en el área de soporte y servicio al cliente, ni su experiencia ni el reconocimiento de sus jefes fueron suficientes para que pudiera seguir allí. La discriminación por su verdadera identidad, la que siempre había querido y que le daba paz, le costó su puesto de trabajo.
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“Presenté mi carta de renuncia protocolaria porque yo no quería que la empresa se viera afectada, pues la sorpresa fue cuando me dijeron: ‘bueno, lo lamentamos muchísimo, pero te la tenemos que aceptar’ ”, cuenta.
Ese fue el primer “totazo”, como ella dice. Su segunda opción era seguir trabajando como DJ o maestra de ceremonias, otra de sus especialidades, pero allí tampoco la volvieron a llamar. “Les daba miedo qué fuera a pasar si había una mujer transgénero como DJ”, cuenta.
Incluso, en ese trabajo, llegaron a proponerle que durante los fines de semana mantuviera una identidad de hombre.
Aunque Victoria contaba con los equipos necesarios para seguir trabajando en el ambiente de fiestas, la experiencia por la que pasó hizo que perdiera las ganas de volver a tener contacto con los equipos o buscar oportunidades laborales en eventos.
Presenté mi carta de renuncia protocolaria porque yo no quería que la empresa se viera afectada
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Como Victoria, hay otras 3.070 mujeres transgénero en Bogotá que hacen parte del universo de 52.704 personas LGBTI que registró la Secretaría Distrital de Planeación en 2019 en el documento ‘Línea de base de la política pública para la garantía plena de derechos de personas de los sectores LGBTI’. Mujeres como Victoria viven, en su mayoría, en las localidades de Kennedy, Barrios Unidos, Ciudad Bolívar y Suba, y sufren todo tipo de discriminación que afecta su acceso al trabajo, a la salud, a la educación, a la seguridad, a la vida en la ciudad y a toda la infinidad de derechos de los que puede gozar, en mayor medida, una persona heterosexual y cisgénero.
Este mismo documento, de hecho, detalla que el 24 por ciento de las mujeres trans han recibido tratos denigrantes en el contexto laboral. De la comunidad LGBTI son las que más reciben este trato en este tipo de ambientes.
Además, en el informe ‘5 derechos en clave Trans’ de la Fundación Gaat (Grupo de Acción y Apoyo a Personas Trans), donde se habla del derecho al trabajo, se explica que en este grupo poblacional hay trabajos transexualizados, donde hay prejuicios que ligan a estas mujeres trans al trabajo sexual o servicios de peluquería. Además, en este mismo documento se expresa que las personas trans están expuestas a discriminación y despidos injustificados por su identidad de género.
Con este contexto en su contra, Victoria estuvo desempleada hasta que una amiga suya le ofreció una vacante haciendo instalaciones de equipos audiovisuales. Pero, luego de un tiempo, no se sentía satisfecha, así que empezó a abrirse camino en otros campos. El transporte fue su salvación en ese momento.
Empezó a conducir un vehículo particular en plataformas digitales. Además de obtener recursos para subsistir, este era un espacio pedagógico. En los recorridos, Victoria le contaba a sus clientes cómo había sido su transición y por primera vez encontró un sitio que la acogía como ella se identificaba.
“Fue la primera empresa en la que alguien me aceptó como Victoria, fue una experiencia pedagógica, pero más andragógica, porque era educar adultos, pero la mayoría eran adultos jóvenes”, relata.
Las angustias llegaron cuando no pudo volver a contar con el carro para salir a prestar los servicios, por lo que en conversaciones con amigos y, como el hambre llegaba, decidió emprender.
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"Empecé a regar la voz de que yo hacía acarreos”, dice. Tomó la camioneta blanca que primero utilizaba para transportar los equipos cuando ejercía como DJ y la puso como una opción para amigos que necesitaban hacer pequeños trasteos o mover electrodomésticos de un lugar a otro.
Cuando se fue regando la voz sobre sus servicios de acarreos, sus amigos le dijeron que era momento de ponerle un nombre.
“Estábamos reunidos con un grupo de amigos y uno me sugirió mucho antes que ‘los trasteos ahora van a ser en tacones’ y me quedó sonando el nombre. Y un buen día, un amigo me dice ‘pues, Carga en Tacones’, pero le faltaba algo y ahí surgió el Carga Express en Tacones”, narra Victoria.
Si bien este es un oficio socialmente ligado a lo masculino y a hombres ataviados de botas industriales y overoles, ella lo hace con vestidos y tacones. En tiempos donde la ciudad estaba en cuarentena dejó de hacer servicios porque en algunos conjuntos residenciales le pedían que utilizara otro tipo de trajes. Pero para ella, usar tacones no es un capricho: es una forma de resistencia.
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“Son una desobediencia, algo que yo quise utilizar durante 40 años, pero no podía”, comenta. Su transición hizo que de su armario salieran los pantalones y tenis, para darle espacio a los vestidos y tacones que utiliza diariamente.
Hacer los servicios en tacones ha generado tanta curiosidad al punto de que algunos clientes se los han solicitado para saber si de verdad asistía con ellos puestos.
Cuando hace pedidos, Victoria alista su camioneta desde su casa, en la localidad de Fontibón. Se pone unos guantes negros especiales y la manera en que organiza la carga son el reflejo de alguien que conoce sobre cómo transportar todo tipo de elementos. Antes de arrancar se asegura de que estén puestas las cintas negras sujetando todo.
Aunque el cliente es quien carga y descarga, siempre está pendiente para ayudar y dar indicaciones. En la calle, las miradas son de sorpresa y rareza, pero poza con seguridad. Sabe que con cada entrega es una mujer que le está quitando espacio al machismo.
“Esto puede ser el ejemplo de que las personas que hacemos una transición de género podemos hacer cosas diferentes al estigma o a ese rol que ha marcado la sociedad para las mujeres trans”, remata al preguntarle qué siente por su trabajo.
GABRIEL GONZÁLEZ
@GGONZALEZCA
REDACCIÓN BOGOTÁ
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