¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Bogotá

Convergencia multimedia: una sola redacción para múltiples audiencias

La redacción de EL TIEMPO es hoy un ecosistema en el que conviven múltiples productos para responder a múltiples audiencias.

La redacción de EL TIEMPO es hoy un ecosistema en el que conviven múltiples productos para responder a múltiples audiencias.

Foto:Filiberto Pinzón. EL TIEMPO

EL TIEMPO creó el primer modelo en el que un equipo generaba el contenido y otro lo adaptaba.

Ernesto Cortes
Una mañana de comienzos de 2005, el entonces presidente de Casa Editorial EL TIEMPO, Luis Fernando Santos, convocó a una inusual reunión a varios editores en una de las salas adjuntas al edificio de la redacción. A esta asistieron desde el entonces editor general del diario (hoy director general), Roberto Pombo, y responsables de distintas secciones, así como representantes del área digital y del canal de televisión Citytv.
Sin tapujos, Santos comenzó a proyectar en una pantalla una serie de gráficos que, claramente, indicaban el cambio abrupto que se empezaba a percibir en la industria de los medios a nivel global, pero particularmente en el de los impresos. Las líneas en el proyector marcaban pronunciados descensos en Europa y Estados Unidos, señal inequívoca de que las cosas estaban cambiando, y curvas más suaves para el caso de América Latina y Asia.
“Estamos ante una realidad que nos obliga a diseñar una estrategia de convergencia porque esto no tiene vuelta de hoja” fue su sentencia. Hasta ese momento, muchos de los presentes jamás habíamos escuchado aquella palabra, y menos en el contexto de nuestro oficio: ¿convergencia?, ¿multimedia?
(Lea también: Publicidad, la otra gran protagonista de una historia de 110 años)
La reunión terminó horas después, en medio de dudas e inquietudes y sin tener muy claro qué significaba aquello. En el mundo tampoco se tenía una idea precisa sobre tales nuevos conceptos. En todo caso, sonaba a una apuesta lejana, algo que llegaría en algún momento y para lo cual seguramente estaríamos preparados. Pero no fue así.
A las pocas semanas, una comisión encabezada por el mismo Roberto Pombo, Silverio Gómez (entonces editor multimedia) y Darío Restrepo (director de información y opinión de Citytv) se dio a la tarea de recorrer varios países con el fin de recabar información sobre modelos multimedia similares al que se quería implementar en EL TIEMPO.
La gira los llevó por Suiza, Noruega, Inglaterra y Suecia, entre otros países. Al final, cuando debían rendir un informe sobre experiencias parecidas, la conclusión fue que no había nada que se asemejara a lo que acá queríamos llevar a cabo. O al menos nada que resultara relevante. Por tanto, no hubo más opción que lanzarse al agua y “agarrarse duro de la baranda”, según lo expresó Pombo.
En octubre del mismo año, Santos y Pombo reclutaron a un grupo de veteranos periodistas –más tarde se conocerían como los apóstoles– para dar inicio a lo que se convertiría en otro gran hito de EL TIEMPO en su historia: el salto hacia la convergencia y la multimedia, la sinergia de equipos, una única redacción generadora de contenidos para múltiples productos, en múltiples plataformas y para múltiples audiencias, todo un desafío, un cambio cultural que, aunque nos animaba, no teníamos claro cómo llevarlo a cabo.
Una de las primeras necesidades fue la de capacitar a periodistas, fotógrafos, diseñadores, ejecutivos de ventas y demás en el manejo de nuevas herramientas, en la forma como se generarían los contenidos, su distribución, el tema de la publicidad, el enlace con los demás productos, la conformación de equipos y la manera como fluiría todo sin tropiezos.
Como parte de esa estrategia, Pombo y su corte aterrizaron en Columbia, Carolina del Sur (EE. UU.), en donde, por varios días y bajo la dirección de expertos asociados a Newsplex, firma consultora especializada en proyectos multimedia, el equipo se confinó a trabajar sin descanso en lo que sería la nueva convergencia de EL TIEMPO, un reaprendizaje que sacó lo mejor de cada quien para luego ponerlo en práctica.
Esa fue la parte fácil. Lo más complejo de este ejercicio, que ya no tendría reversa, estaba en la sala de redacción del diario, donde, por fortuna, ya se alojaban varios medios adscritos a la Casa Editorial, aunque de forma independiente: EL TIEMPO, eltiempo.com y su red digital, las revistas, el diario económico Portafolio, el canal de televisión, entre otros. Armar una nueva estructura para que toda esta fuerza, desperdigada a lo largo y ancho de dos plantas de un edificio con más de 300 periodistas, se convirtiera en un solo motor que jalonara la producción de noticias, reportajes, informes especiales, videos y demás, representó todo un desafío. El otro gran reto era la distribución de esos mismos contenidos y la organización de los editores y periodistas que estarían a la cabeza de ellos.
La avanzada de la convergencia: De izq. a der., entre otros, María Alejandra Villamizar, Jaime Dueñas, Martha Ávila, Guillermo Franco, Gabriel Meluk, Enrique Patiño, Silverio Gómez, Roberto Pombo, Juan Gabriel Caicedo, Ernesto Cortés, Darío Restrepo, Julio César Guzmán y Luz María Sierra.

La avanzada de la convergencia: De izq. a der., entre otros, María Alejandra Villamizar, Jaime Dueñas, Martha Ávila, Guillermo Franco, Gabriel Meluk, Enrique Patiño, Silverio Gómez, Roberto Pombo, Juan Gabriel Caicedo, Ernesto Cortés, Darío Restrepo, Julio César Guzmán y Luz María Sierra.

Foto:Archivo particular

Inspiración para otros

A punta de aprender y reaprender, de probar y ensayar, de analizar el valor que teníamos en los nuestros y el alcance de los formatos noticiosos con que contábamos, poco a poco fue tomando forma la primera redacción convergente y multimedia de Colombia y América Latina, que fue ejemplo para muchos otros medios del mundo.
El modelo resultó ser tan exitoso que varios medios de la región comenzaron a enterarse de esta nueva iniciativa surgida en el seno de EL TIEMPO y cuyo propósito no era otro que prepararse para lo que serían los tiempos que hoy estamos viviendo: los de la información inmediata, oportuna, contextualizada y hecha por editores y periodistas preparados para lidiar con nuevos formatos y nuevas tecnologías.
Una decena de periódicos de América Latina y Centroamérica fueron asesorados por EL TIEMPO en las claves de la convergencia y la multimedia, una iniciativa que puso fin a las redacciones paralelas y mejoró sustancialmente la oferta informativa para nuestras audiencias. Muchas redacciones terminaron adoptando esquemas iguales o similares al de EL TIEMPO, que, valga decirlo, surgió del esfuerzo común entre todas las áreas de la compañía, desde sus directivas y sus periodistas, pasando por el área comercial y de mercadeo.
Fue tal el éxito que EL TIEMPO consiguió no solo multiplicar sus audiencias en otras plataformas, sino mantener la fidelidad de sus suscriptores al diario impreso. Por otro lado, los redactores acostumbrados al periódico de papel comenzaron a ampliar su horizonte y a tener espacios propios en el canal de televisión.
Es el caso de las redacciones de Deportes, Cultura, Tecnología, Economía o Bogotá. Lo más emocionante era ver el inusitado interés de los jóvenes reporteros de televisión por aprender a contar historias de largo aliento en el periódico impreso y viceversa: los del impreso creando contenidos para proyectos televisivos y/o digitales.

El modelo en acción

Varias semanas después de haber sometido a periodistas y editores a charlas de capacitación, la redacción de EL TIEMPO empezó una nueva etapa en su historia.
El esquema consistió, por un lado, en crear un equipo de editores con sus periodistas que estarían a cargo de proveer todo el contenido informativo que se generara a diario para alojarlo en lo que se denominó la ‘bolsa común de contenidos’, de la cual otro equipo, también integrado por editores y periodistas que tendrían bajo su responsabilidad el diseño de cada producto (periódico, puntocom, TV, revistas, etc.), podría extraer el material necesario para adaptarlo a sus necesidades y satisfacer los requerimientos de nuestras múltiples audiencias. “Uno hace la convergencia y el otro, la diferencia” fue el eslogan de entonces.
Lo más complejo de todo este proceso fue cambiar la mentalidad de quienes hacíamos parte de Casa Editorial EL TIEMPO, pues se trataba, por un lado, de hacer causa común para proveer el contenido periodístico más relevante y, por otro, formar a todos los reporteros en el manejo de nuevas herramientas y nuevas habilidades con las que no estaban familiarizados.
Para ello fue necesario, por ejemplo, aprender sobre el lenguaje televisivo o acerca de la inmediatez del puntocom o la profundidad del impreso e, incluso, sobre cómo tomar una buena fotografía. Se pasó de tener periodistas hábiles en proveer información para un producto en particular a redactores capaces de dominar otras herramientas y otros formatos. Así, un reportero en el Congreso de la República bien podía elaborar una crónica para el diario impreso o transmitir una noticia en tiempo real a través de la televisión o enviar un avance vía eltiempo.com.
En principio, esta cultura no se impuso, debía ser natural y voluntaria entre los reporteros, por la vía del ejemplo, esa era la consigna. La empresa compró varias cámaras de video de aficionados y se hizo saber que estaban a disposición del periodista que quisiera ensayar con ellas. Jineth Bedoya, para ese entonces reportera de orden público, fue la primera curiosa. Un día le dijo a Darío Restrepo, el director de televisión: “Salgo en helicóptero a cubrir unos operativos en zona roja; si usted me enseña a manejar este aparato, yo le traigo imágenes”.
Dicho y hecho. Semanas y meses después, Jineth no se despegaba de su cámara y se convirtió en exitosa reportera de guerra para televisión; no solo tomaba imágenes, conseguía testimonios, se grababa ella misma en sus presentaciones. Y, como había vaticinado Santos, el ejemplo se fue explayando por toda la redacción. Un caso similar ocurrió con otro gran cronista de entonces, José Navia, que una vez aprendió a narrar historias en video jamás volvió a desprenderse de sus equipos.
ERNESTO CORTÉS
EL TIEMPO
Ernesto Cortes
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO