Dejémonos de joder y digámoslo sin eufemismos: James Rodríguez es el jugador más grande en la historia del fútbol colombiano.
¿Argumentos? Solo para empezar, tres del tamaño de un continente.
El primero, es el único colombiano en convertirse en el goleador de un Mundial –Bota de Oro en Brasil 2014–, con seis tantos. No sobra decir que ese es uno de los dos títulos por los que “matarían” los más ovacionados jugadores del planeta fútbol. El otro título es ser campeón del mundo.
El segundo, con su talento –reconcentrado en su pierna izquierda–, con su liderazgo y con su atrevimiento, llevó a Colombia al mejor puesto que ha alcanzado en su historia futbolera: quinta en la Copa del Mundo de 2014.
Y el tercero, ha vestido con éxito –y no pocos trofeos– las camisetas de dos de los clubes más preponderantes en la historia del fútbol mundial: Real Madrid y Bayern de Múnich.
Pero hay más. Por supuesto que hay más. Permiso sigo.
(Le puede interesar: La entrevista BOCAS con Diego Forlán, el ídolo charrúa)

James Rodríguez fue la portada de la edición 82 de Revista BOCAS, publicada en febrero de 2019..
Revista BOCAS, Ricardo Pinzón
Tiene en la vitrina de su casa el Premio Puskas, trofeo que le otorgó la FIFA por haber anotado el mejor gol de la Copa del Mundo 2014: ante Uruguay, en el estadio Maracaná, el 28 de junio de 2014. ¡Y sí!, ¡vamos a recitarlo una vez más! Antes de recibir la pelota, mira sobre su hombro y ubica la posición del portero Muslera. Está de espaldas al arco, fuera del área. La amortigua en el pecho y la sigue con sus ojos. Gira con la técnica y la estética y la armonía de quien todo lo sabe, de quien todo lo hace bien. De volea, la impacta con toda la violencia (72 km/h) y toda la precisión de su zurda. ¡Y allá, arriba, al ángulo! Sí, tantas veces narrado. ¿Pero quién se cansa de repetirlo?
Continúo. Es el futbolista colombiano con más títulos: 19 internacionales (incluidas dos Champions League, dos Mundiales de Clubes y una Europa League) y uno con el Envigado en la B. El segundo es Fabián Vargas con 18 y el tercero es Iván Ramiro Córdoba con 17.
Y hay más. Mucho más. Con excepción del club Mónaco –donde logró el reconocimiento al máximo asistente de la Liga Francesa con 14 asistencias y mejor Jugador Joven (ambos en el 2013)–, ha ganado títulos en todos los clubes por los que ha pasado: Envigado, Banfield, Porto, Real Madrid y Bayern.
Otros datos, no menores, certifican que es el extranjero más joven en debutar y marcar un gol en la Primera División del fútbol argentino. Que ha recibido los correspondientes premios a jugador revelación en la Primera División de Argentina (2009) y en la Primeira Liga de Portugal (2012). Y que es el único colombiano en marcar en los tres partidos de la fase de grupos de un Mundial (Brasil, 2014).
En resumidas cuentas, James es nuestra más asombrosa excepción futbolera. ¡El más grande!

“He hecho muchos goles lindos (...) en el Real Madrid hice dos buenos: uno contra el Málaga y uno contra el Granada. Hace poco hice uno contra Estados Unidos, que fue lindo también...".
Ricardo Pinzón
Luego, siempre existirá la discusión en torno a si es él, como decimos los colombianos, el más “calidoso” en la historia de nuestro fútbol. Pero ese es otro tema. Colombia ha tenido unos jugadorazos y muchos “magos” con la pelota. De adelante para atrás: Juan Fernando Quintero, Radamel Falcao García, Faustino Asprilla, Freddy Rincón, Carlos “el Pibe” Valderrama, Carlos “la Gambeta” Estrada, Willington Ortiz, Jairo Arboleda, Delio “Maravilla” Gamboa, “el Turrón” Álvarez, en fin. Por fortuna, la lista es extensa.
(Además: "Hemos hecho una cosa muy brava": Aterciopelados)
Lo que sí está claro es que James David Rodríguez Rubio –Cúcuta, 12 de julio de 1991– es un muchacho que se forjó a pulso. Que hizo de su talento su carácter y, de su carácter, su genio. Un niño perfectamente enamorado de la pelota que tuvo que luchar contra todo tipo de dificultades que incluyeron, como mil veces se ha contado, el matoneo por su tartamudeo. Pero su “enfermedad” por el fútbol lo curó de todo mal. Lo blindó. Lo convirtió en héroe. James, sin más, es el triunfo de la obstinación.
En la edición de junio del 2015, la revista DONJUAN contó una anécdota que lo define, de pies a cabeza, como un niño empecinado por el balón: “Tenía 10 años y estaba jugando en la cancha de microfútbol del Polideportivo Bocaneme, en Ibagué. Durante el juego, recibió el pase de un compañero, y antes de patear se ensució. No le importó el dolor de estómago ni la vergüenza de la situación. En quince minutos fue a su casa, se bañó, se cambió y regresó a la cancha”.
Ya son míticas las historias que cuentan que, a los 12 años, él solito ganó el título de la Pony Fútbol en Medellín. Que a los 14 años debutó en el profesionalismo con el Envigado, que descendió, que se echó el equipo al hombro, que salió campeón de la B, que ascendió, que formó parte de la Selección Colombia sub-17 y que fue al Mundial de la categoría en Corea en el 2007. Que, entonces, la mitad de sus derechos deportivos se tasaron por la suma de 400.000 dólares y que esa fue la cantidad que desembolsó Banfield por sus servicios.
Lo que pocos saben es que, una vez llegó a Argentina, James sufrió el látigo de la xenofobia. Pero pudo más su obcecación por el fútbol. El periodista argentino Luciano Wernicke, en su libro James, la revancha de un crack (editorial Planeta), cuenta cómo Raúl Wensel, director técnico de las inferiores de “El Taladro”, dijo en una oportunidad: “‘Hoy juega el colombiano porque me lo piden los dirigentes’. Más que la implacable e injusta deshonra profesional, a James le dolió muchísimo lo de ‘colombiano’. Wensel ni siquiera lo llamaba por su nombre”. Y continúa Wernicke: “A la ya mencionada referencia de ‘colombiano’ expresada por el técnico de los juveniles, se sumaron insidiosos comentarios de algunos futbolistas. Tal vez por envidia, tal vez por rencor, varios jugadores empezaron a burlarse del problema de tartamudez que arrastraba el extranjero. Generalmente a sus espaldas, y con crueldad, se referían a él como ‘Metralleta’”.
Los cracks en la historia del fútbol colombiano son: Radamel Falcao García, Carlos “el Pibe” Valderrama, Faustino Asprilla y… y… [piensa] y… Arnoldo Iguarán
Pero la historia dirá, por los siglos de los siglos, que ese jovencito colombiano fue el cerebro del único título de Liga que ha conseguido Banfield en sus 123 años de historia. Y contando…
Luego se fue al Porto de Portugal (por 5,1 millones de euros) y también sufrió. De insomnio, esta vez. La falta de sueño lo tuvo seis meses en el banco de suplentes. Su mal estado físico y la separación de su madre Pilar de su padrastro no lo dejaban pegar el ojo. Pero, luego, la historia contó que, con el club de O Dragão, ganó tres supercopas, una copa de Portugal, tres ligas nacionales y una Europa League. “Cuando llegué a Porto, me lo dijeron claramente: ‘Sabemos que eres un 10 clásico, pero aquí vas a jugar como extremo’. Desde aquel momento, empecé a trabajar como un ‘falso’ extremo… El fútbol de hoy en día es táctico y muy físico, sin lugar para los 10”, dijo James recientemente al portal oficial de la Bundesliga en español.
De allí en adelante, todo fue fama y gloria. Vino su brillante paso por el Mónaco, donde también tuvo que adaptarse a lo que quería el técnico Claudio Ranieri: un volante más sacrificado. Su “mundialazo” en el 2014, fantasía pura. Su llegada al Real Madrid por 75 millones de euros y todas las vicisitudes que implica vestirse de blanco, incluidas las voluntades de Ancelotti, Benítez y Zidane. Y su resonado traspaso al Bayern.
(También: Jodie Foster, la dama de Hollywood habló con BOCAS)
Una curva ascendente que no termina. James tiene 28 años. ¿Cuánto falta? ¿Cuántos títulos y hazañas y golazos quedan por ver? Talento tiene y ganas no le faltan. Ama el fútbol. No lo puede ocultar. Lo necesita como necesita el oxígeno. Sin la pelota no es. Tal es su adicción al balón que aún es imposible de olvidar una escena estrafalaria cuando, en pleno partido de la Selección ante Argentina –por la cuarta fecha de las eliminatorias a Rusia 2018–, empujó a su compañero Daniel Torres, para tratar de tomar la posesión de la pelota. “Es mía”, parece siempre exigir.
Para redondear su perfil, el de un competidor desaforado, el subeditor de deportes de El Tiempo, José Orlando Ascencio, cuenta esta anécdota: “En la Copa América Centenario, contra Paraguay, estuvo en duda hasta última hora por una luxación en el hombro que sufrió en el primer partido con Estados Unidos. Lo esperaron hasta último momento y cuando todos lo daban por descartado, Pékerman, tras su pedido, lo puso como titular. ¡Y cómo no!, hizo gol, el segundo del triunfo por 2-1. Cuando se acabó el partido, le acercaron un micrófono y dijo: ‘Mirá que yo aquí juego hasta cojo. Aquí siempre quiero jugar. Aquí soy feliz’”.
Habla James, la estrella mundial. Habla el joven de los 41 millones de seguidores en Instagram y los más de 18 millones de seguidores en Twitter. Habla el ídolo que recientemente puso en problemas a la casa de relojes Hublot porque insistió en que quería diseñar su reloj –el Spirit of Big Bang, con 164 diamantes negros–, con la figura de una cancha de fútbol. Habla el enfermo del balompié que, cuando llega a su casa, vuelve a jugar a la pelota, pero esta vez en la Play Station, donde también es crack.

Es el futbolista colombiano con más títulos: 19 internacionales y uno con el Envigado en la B.
Ricardo Pinzón
Casi todos los hinchas y periodistas, con muy pocas excepciones, coinciden en que su mejor gol, por la estética, por lo explosivo, por lo importante, fue el primero que le hizo a Uruguay en el Mundial de Brasil 2014. ¿Podría completar el top cinco de sus más bonitos goles hasta el momento?
Es que he hecho muchos goles lindos, gracias a Dios. Pero puedo decir que en el Real Madrid hice dos buenos: uno contra el Málaga y uno contra el Granada. Hace poco hice uno contra Estados Unidos, que fue lindo también. El que le hice a Uruguay, también. Y puedo decir que el gol que le hice a Japón en el Mundial de Brasil. Ese fue un golazo.
¿Cuál fue ese cuasigol que usted se “comió” descaradamente y del cual todavía se lamenta?
Hace unos meses jugamos [con el Bayern] contra Schalke. Ahí tuve uno solo, solo, solo y la tiré afuera. Fue algo como: “¡Yo cómo es que pierdo eso!”. Pero siempre son cosas que pasan.
¿Cree haber tenido un partido de 10 puntos, ese juego en el que le salió todo bien?
A ver. Yo pienso que uno nunca tiene partidos de 10 puntos. Uno siempre tiene cosas malas. Pero que a mí me haya salido todo bien, le puedo decir que casi todos los partidos en el Mundial de 2014 y en el reciente Mundial de Rusia, contra Polonia. ¡Ese fue un partidazo!
¿Cuál ha sido su peor lesión y la que más le haya dolido, no solo físicamente sino anímicamente?
Mi peor lesión fue la que tuve en el Real Madrid, que fue en el quinto metatarsiano. Pero la que más me dolió en el alma fue la de la pasada Copa del Mundo, que no pude jugar octavos. Fue algo que dolió mucho. Ahora, si juegas, te puedes lesionar. Y contra eso no puedes hacer absolutamente nada.
¿Quién es ese compañero con el que mejor se ha entendido en la cancha?
¡Uffff! Es que he jugado con tantas personas buenas; han sido tantos los cracks con los que me he entendido bien… Pero podría decir algunos nombres que se me vienen ahora a la cabeza: en Real Madrid, con Benzemá; con Falcao desde el Porto y el Mónaco hasta llegar a la Selección Colombia; y ahora, en el Bayern, aun cuando solo estuvimos un año juntos, con Arturo Vidal. Pero créame que son muchos más que esos tres.
¿Cuál ha sido su máxima alegría futbolera, incluidas las alegrías de la niñez?
Mi máxima alegría, que es la de todo niño, fue cuando pude jugar por primera vez con la Selección Colombia de mayores. Ese es un sueño único. Desde muy niño siempre quise hacerlo. Entonces, ese día ante Bolivia, el 11 de octubre del 2011, con Leonel Álvarez como técnico, lo tengo como el de mi mayor alegría.
¿Y la máxima tristeza futbolera?
Sin duda alguna, el adiós en las dos Copas del Mundo en las que he estado. En el 2014, al quedar fuera contra Brasil, me puse muy triste. Lloré por todo lo que pasó porque sentí que fuimos metidos atrás [acorralados] por el árbitro, y metidos atrás por el país, por la presión de Brasil como país. Y no poder jugar los octavos en la última Copa del Mundo por la lesión. Esas han sido mis dos grandes tristezas.
Nunca se lo he escuchado, pero ¿usted es hincha de algún equipo en Colombia?
No. No soy hincha de ninguno. Pero sí apoyo mucho a los equipos colombianos cuando van a jugar las copas internacionales.
¿Sigue el fútbol colombiano?
Sí, claro, también. Lo veo mucho.
¿Y en el mundo? ¿De qué equipo es hincha en el mundo?
Yo no puedo ocultarle a nadie que siempre me gustó el Real Madrid. Fue un equipo que siempre vi y fue el equipo en el que siempre quise estar.
Entre un River vs. Boca y un Madrid vs. Barcelona, ¿con cuál clásico se queda?
Son distintos. El River vs. Boca es otra pasión, es pura fibra. Ya el Barcelona vs. Real, que te ve todo el mundo, es algo demasiado lindo. Pero creo que no se pueden comparar y, la verdad, siempre vale la pena verlos ambos.
Sáquese de la lista –porque aquí ya afirmé que usted es el jugador más grande que ha dado este país– y complete el top cinco de los cracks en la historia del futbol colombiano de todos los tiempos.
¿Vale sin orden?
Vale.
¡Ok, vamos…! Radamel Falcao García, Carlos “el Pibe” Valderrama, Faustino Asprilla y… y… [piensa] y… Arnoldo Iguarán.
(¿Le gustaría otra entrevista BOCAS?: Habla Rodrigo García Barcha, el hijo de Gabo)
Hay una foto que circula en las redes de usted junto a Juan Fernando Quintero cuando eran niños. ¿Recuerda con exactitud cuándo y dónde les hicieron ese retrato?
Eso fue en el torneo Pony Fútbol del 2005. Justamente en el 2004, yo había salido campeón, y para el 2005, que Juanfer jugó, me hicieron ir para asistir a la final. La idea era hacer la foto con la figura del año anterior con la nueva figura, que justo fue Juanfer. Entonces nos dijeron: “¿Qué, foto juntos?”. Así fue como nos hicieron la mítica foto que aparece en todos lados.
Cuando Colombia salía a un campo, la gente sentía como que “hoy Colombia gana”. Pékerman cambió la mentalidad de poder ganar siempre. Y ese es su legado: él cambió el ‘chip’ de nuestro fútbol
¿Cuál es el recuerdo más lindo que tiene de su paso por el Envigado Fútbol Club, entre sus 12 y sus 15 años?
Hay una escena inolvidable. Fue cuando fui a entrenar por primera vez con el equipo grande. Yo recuerdo que me dijeron: “Tienes que estar a las 3 p. m. allá”. Yo llegué en punto, pero no quería o no pude entrar al camerino y me quedé en la puerta mirando a todos esos manes ya consagrados como el “Chico” Restrepo; esos manes que, ¿sabe?, uno veía ya grandes. Y yo decía: “No entro”. En esas me pilla un técnico y me grita: “¡Hey!, ¡Quiubo pues!, ¡entrá! ¿Qué estás haciendo ahí?”. Y yo entré así todo tímido. Así fue mi primer día de profesional.
El primer gol que usted marcó en el profesionalismo colombiano fue una tremenda “pepa” que le hizo al Cúcuta. Ese día, además, tuvo varios remates que pasaron cerca. Desde entonces, usted se mostraba, la pedía y cumplía a cabalidad la responsabilidad de ser un 10. ¿Eso vino de la fábrica?
Sí, siempre, siempre, siempre. Desde niño asumí. Desde que tengo 7 años, siempre quise hacer que el equipo jugara bien y que yo pudiera hacer goles. Fue algo que siempre quise hacer y siento que hago todo bien por eso.
Cuando se fue para Banfield, en Argentina, el técnico que lo recibió fue Jorge Burruchaga. Pero a “Burru” lo sacaron y, cuenta la leyenda, que él dijo al partir: “¡Está bien!, yo me voy, pero a ese muchachito colombiano, que se llama James Rodríguez, no lo van a sacar ni por el carajo”. ¿Sabía eso? ¿Fue así?
No lo sabía. Puede ser. Pero le tengo otra anécdota mejor. Luego llegó como técnico Julio Falcioni, y él quería que yo fuera extremo izquierdo, y yo era 10 desde siempre. Y yo era un 10 de esos de hace quince años, de toque, lento, calidoso. Entonces, un día Julio me dijo: “Pibe, si vos querés jugar, tenés que correr por la banda”. Luego, un día entrenando, me dijo: “Andá de lateral izquierdo. Y si no vas y vienes por lo menos 10 veces, en 15 minutos, no te voy a poner nunca”. Por supuesto, yo fui y volví 100 veces. Hice de todo por esa banda. ¡Y jugué, claro que jugué…!

Uno de sus mayores logros fue haber sido el goleador del Mundial del 2014.
Ricardo Pinzón
Con “El Taladro” también hay otra anécdota bellísima y es la de un hincha de más de 90 años que en un entrenamiento se le acercó y le dijo a usted que le quedaba poco y que por favor le diera el título de la Liga. ¿Lo recuerda?
Sí, claro. A ver, Banfield es un club que, cuando yo estaba, tenía algo así como 113 años y puede uno decir, con respeto, que el señor siempre estuvo ahí. El viejo vio triunfos, ascensos, descensos, las buenas, las malas, en fin. Y un día en el entrenamiento me dijo [James imita el acento porteño]: “Por favaaar, ganen el título que shooo ya me voy a moriiiir”. Y en efecto ganamos en el 2009, fue algo grande y cuando lo volví a ver, me dijo: “Ya me puedo morir tranquilo. ¡Gracias, nene!”. Y me abrazó.
(Podría leer: Carlos Jaramillo, habla el mejor paleontólogo de Colombia)
¿Cuál es el recuerdo más lindo que le dejó haber formado parte de la Selección Colombia sub-20 que representó al país en un Mundial hecho en casa? ¿Aquel equipo de Jeison Murillo, Pedro Franco, Santiago Arias, Duván Zapata, Luis Fernando Muriel, entre otros?
Esa Selección era buena. Era un equipazo. No tuvimos suerte en el partido contra México, en Bogotá. Ese día fue el día en el que no salen las cosas. Pero, de resto, solo recuerdos lindos. Un grupo lindo de donde ya hay muchos en la Selección de mayores. Una camada muy buena.
Poco después de llegar al Porto en Portugal, usted marcó un récord sencillamente increíble: mejor asistidor de la Europa League 2010-2011, siendo suplente. ¿Cómo fue eso?
Es que, cada vez que me daban la oportunidad, yo quería hacer cosas grandes, poner un pase bueno, meter muchos balones, pegarle al arco, en fin… Las ganas de mostrarme me llevaron a lograr ese récord. Luego, ya tuve la titular.
Con el Porto, ya como extremo, usted marcó 32 goles en 107 partidos, lo cual le valió, en mayo del 2013, que lo fichara la Association Sportive de Monaco Football Club por una cifra estrafalaria de 45 millones de euros. Allá lo recibió Claudio Ranieri como técnico y todo parece indicar que él cambió su estilo, por el de un jugador más sacrificado y aguerrido. ¿Un nuevo James?
Tanto que los dos primeros meses no pude jugar con él, pero después sí. Él me insistía en que tuviera un poco más de marca, en que copara espacios cuando no teníamos el balón. Y aprendí mucho de él y luego tuvimos un año muy bueno. Fue un técnico que me ayudó mucho y esa fue la previa para que tuviera una Copa del Mundo como la que tuve.
Montón de tinta se ha derramado sobre su extraordinaria participación en la Copa del Mundo del 2014, en la que no solo salió goleador sino que, además, anotó el gol más lindo del torneo que, de paso, ayudó a Colombia para alcanzar su mejor participación en la historia. Claramente, usted fue el hijo consentido del profesor Pékerman de esa Selección. Ya en perspectiva, ¿cuál fue para usted el gran legado del profe José?
Cuando Pékerman vino a Colombia, de alguna manera no había esa mentalidad de poder ganar, de poder salir en cada campo, fuera Chile, fuera Brasil, el que fuera, a ganar. Siento que Colombia, cuando jugó por fuera, siempre ganó o lo intentó. Y yo creo que todos los hinchas sentíamos eso. Que cuando Colombia salía a un campo, la gente sentía como que “¡hoy Colombia gana!”. Él cambió la mentalidad de poder ganar siempre. Y ese es su legado: él cambió el chip de nuestro fútbol.
¿Le hubiera gustado que Pékerman siguiera a cargo de la Selección Colombia?
Sí, claro. Nos llevó a dos mundiales.
¿Cuáles son los tres técnicos que han definido su carrera?
Julio César Falcioni, Carlo Ancelotti y José Pékerman.
¿Mucho se ha especulado sobre su relación con el extécnico francés Zinedine Zidane en su largo, exitoso y turbulento paso por el Real Madrid?
Nunca hubo problema con él. Es un buen tipo, además.

"Dejémonos de joder y digámoslo sin eufemismos: James Rodríguez es el jugador más grande en la historia del fútbol colombiano".
Ricardo Pinzón
¿Se arrepiente de algo?
De no haber jugado contra Inglaterra en Rusia 2018.
¿Le teme a algo?
¡No! Soy muy positivo.
¿Qué detesta?
Llegar tarde a una cita. Siempre estoy 15 minutos antes. Valoro mucho mi tiempo y el de los demás.
¿Por eso lanzó un reloj con su imagen? ¿Cómo fue eso de ir a Suiza por tres semanas para hacer un reloj Hublot que usted mismo diseñó?
Jamás imaginé que pudiera diseñar un reloj propio. Y de verdad me metí de lleno en el asunto. Pedí que el reloj tuviera la forma de una cancha de fútbol. Y lo hicieron posible, por lo que les quiero agradecer. Estoy muy orgulloso de hacer parte de este gran proyecto y de portar un reloj diseñado con mi idea que, además, cumple con todos los estándares de calidad y precisión.
Si tuviera que decidir entre jugar por la izquierda o por la derecha, ¿qué posición escogería?
Por donde quieran juego yo. Yo no tengo problema con eso.
Defínase, ¿quién es usted?
Me considero una persona tranquila, una persona que siempre quiere estar con su gente, con la persona que siempre estuvo. Y bueno, siento que soy una muy buena persona.
¿Qué significa su hija Salomé para usted y cómo hace para poder verla con frecuencia?
Yo la veo mucho. Salomé es una persona única. Yo vivo por y para ella. Pienso en ella siempre y trabajo por ella.
¿Cuál es el sueño futbolero que le falta cumplir?
Poder ganar una Copa del Mundo y poder ganar un Balón de Oro
Una última pregunta cuasiinfantil que me pidió hacerle un amigo también cuasiinfantil (como somos todos los hinchas). Cuándo juega Play Station, ¿usted juega como James Rodríguez o escoge otros nombres y otras camisetas?
Primero, siempre con la camiseta del Bayern o con la del Madrid. Y segundo, siempre como James Rodríguez y siempre quiero hacer gol con ese crack.

Apertura de la entrevista de James Rodríguez en la edición impresa de Revista BOCAS, publicada en febrero de 2019.
Revista BOCAS
Gracias por leernos.
Nos gustaría recomendarle otra entrevista BOCAS: Víctor Hugo Aristizábal, el hombre de los 348 goles.
POR MAURICIO SILVA GUZMÁN
FOTOGRAFÍA RICARDO PINZÓN
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 82 - FEBRERO 2019
Comentar