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Bocas

Notas para el próximo invierno

El veredicto de Nina - Marzo de 2018

Cuatro semanas, más de 150 desfiles, cuatro ciudades y decenas de visitas a los showrooms de diseñadores, donde se pueden comprobar de cerca aquellos detalles que se pierden durante el drama que es un show en vivo. Nueva York, Londres, Milán y París fueron las cuatro paradas principales donde se presentaron las colecciones que veremos en las revistas y las tiendas a partir de septiembre. He decidido sacar mi libreta y compartir las notas que tomé en algunos de los desfiles que vi durante esas semanas, que estuvieron llenas de moda y creatividad.
Lo primero fue un adiós. El Museo de Arte Moderno de Nueva York fue el escenario de la despedida de una gran dama del mundo de la moda: Carolina Herrera. Tras terminar el desfile tradicional de su casa, vino la sorpresa y con el ritmo de Night and Day, de Ella Fitzgerald, una docena de modelos se pasearon por la pasarela luciendo el look icónico de la venezolana –camisa de sastre blanca, falda voluminosa y cinturón– con variaciones en las combinaciones de color. Luego la diseñadora salió para dar su último adiós: estaba rodeada de su equipo y de su sucesor, el americano Wes Gordon, que le ofreció un hermoso ramo de rosas rojas. Carolina no solamente es sinónimo de elegancia, también de talento en el uso de color, tejidos y sastrería, y de perseverancia e inteligencia empresarial. Gracias por ser un referente, querida Carolina.
También en Nueva York, Raf Simons se convirtió en la gran atracción de la semana de la moda. El diseñador belga tiene una capacidad innata para captar el zeitgeist de un momento y trasladarlo a una prenda. En su tercera colección para Calvin Klein ideó un set que combinaba a Andy Warhol con Sterling Ruby: kilos de palomitas llenaban el suelo de una pasarela por donde pasaron modelos que lucían balaclavas multicolores, parkas naranjas –como los de los servicios de emergencias–, vestidos tipo pradera y mantas isotérmicas plateadas. ¿Qué nos quería decir Raf? ¿Hablaba de los Estados Unidos con ese maíz quemado? ¿Pronostica más desastres naturales con las parkas y las mantas? ¿Acaso no hay lugar para la esperanza?
Por otro lado, la relación entre moda y activismo –en este caso LGBT– también hizo acto de presencia en otro gran desfile que tuvo lugar en Londres. Christopher Bailey le dijo adiós a 17 años como director creativo de Burberry con una colección llena de tintes autobiográficos: las décadas de 1980 y 1990 pintaron con colores y con fuerza a una colección que tuvo como denominador el uso del arcoíris. Y otra casa que se ha caracterizado por este activismo es Gucci: Alessandro Michele está en estado de gracia desde que empezó a diseñar para esta casa italiana, las ventas lo acompañan (estudios indican que han aumentado un 45 %) y la libertad se nota. Michele nos llevó a un quirófano de tonos verdes, donde los modelos lucieron como complementos sus propias cabezas modeladas en látex a la perfección. ¿Qué nos quería decir Michele? Según la nota de prensa que nos mandó Gucci, esta colección quería ser una ventana al cerebro creativo de Michele y estuvo inspirada en el texto de Donna Haraway: “El manifiesto ciborg”, que reúne reflexiones sobre ciencia, tecnología, socialismo y feminismo; para que luego digan que la moda es algo banal.
Nicolas Ghesquière es otro de estos creadores intelectuales. El director creativo de Louis Vuitton siempre ha tenido una fascinación por la ciencia ficción, entonces, ni corto ni perezoso, decidió levantar una nave espacial en el museo del Louvre durante la Semana de la Moda de París. Las prendas que se pasearon en esta pasarela supieron combinar pasado, presente y futuro de una manera más orgánica que en su colección anterior.
Por último, desconozco cuál es el secreto de Karl Lagerfeld: a sus 84 años, el diseñador alemán es el más vital de todos los que conozco. Karl es un pozo de sabiduría y mantener una conversación con él es uno de los regalos que nunca olvidaré. Es sabiduría mezclada con humor y nada puede superar este binomio. En su nueva propuesta para Chanel, Karl decidió levantar un bosque –¿el de Hansel y Gretel?– en el Grand Palais de París. El negro fue el color predominante en una colección donde me enamoró el contraste de los guantes –rosas, azules y rojos– de las últimas salidas. Sin mirar atrás, Karl supo trasladar en una colección los colores de un tiempo oscuro: fue toda una lección de unos diseñadores que nunca deberían retirarse. ¡Ojalá tuviéramos más Karls en nuestras vidas!
NINA GARCÍA
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 72 - MARZO 2018
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