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Bocas

El 'estado' del Cauca

Citas de Casas. Octubre - Noviembre del 2019.

Diana Estrella
La historia de Colombia está repleta de episodios importantes, unos buenos y otros malos, que se produjeron en el sur del país desde la Colonia y, por supuesto, durante y después de lo que conocemos con mayúscula: La Independencia. “Hermosa tierra de Pubenza, madre y nodriza de los más altos pueblos de Colombia, teatro de hechos inverosímiles” (Popayán, ciudad procera, Luis Martínez Delgado, 1959).
Antes del Cauca existió Popayán, aunque su territorio era lo que hoy son los departamentos del Cauca, Nariño, Valle del Cauca, Chocó y Caquetá. También fue Estado Federal, Estado Soberano, el Gran Cauca. Cuna de los varones más ilustres: Francisco José de Caldas, el sabio; Manuel José Mosquera, el gran obispo; Tomás Cipriano de Mosquera, su hermano el general, personaje por antonomasia; Julio Arboleda, el poeta, elocuente y altivo.
Al mismo tiempo, el Cauca fue “tierra volcánica, engendradora de tempestades políticas” (Fastos payaneses, Arcesio Aragón, 1939). Y la grande, la más lamentable, se armó en 1828, cuando los generales José María Obando y José Hilario López organizaron un movimiento armado contra el gobierno del Libertador. En 1830 se produjo uno de los episodios más repugnantes de la historia: el 4 de junio, el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, fue asesinado en las montañas de Berruecos, 80 kilómetros al norte de Pasto. Seguramente, el golpe más fuerte que recibió Bolívar muy cerca de su muerte. Retirado del poder y consumido por la decepción y la tisis, la tristeza se lo llevó y con él, su proyecto principal: La Gran Colombia. Bolívar dejó de ser El Libertador para aparecer solo como un general. Algunos historiadores se atrevieron a señalar a los responsables ante la omisión judicial: “Quienes habían asesinado a Sucre, José María Obando y José Hilario López, se aprestaban a tomar el poder para realizar la primera purga de nuestra historia en el escalafón del ejército colombiano”.
En 1860, el presidente del estado del Cauca, don Tomás Cipriano de Mosquera, se declaró en rebeldía contra el Gobierno Nacional y firmó con los gobernantes de Bolívar y Santander una liga separatista que denominó Pacto de Unión. La motivación del conflicto: la división del Estado Federal del Cauca. En 1886 adquirió el estatus de departamento.
La novedad que justifica volver sobre el “estado” del Cauca es la forma como las organizaciones criminales han vuelto al concepto de territorio soberano de 1863. Lo dramático y preocupante es que la motivación es delinquir e imponer el terror en algunos de los sectores que van desde Nariño, pasando por el Valle del Cauca y que llega hasta el Chocó. Es el corredor del narcotráfico. Toda persona que se oponga al ejercicio delictivo de las organizaciones encargadas de sembrar, procesar y exportar la droga por el Pacífico es dada de baja.
El número de indígenas asesinados en el 2018 pasó de 45; este año, 47. Y el número de miembros de la ex-farc asesinados asciende a 52. El número de líderes sociales asesinados sube constantemente y continuará hasta que desaparezcan los que se atrevan a oponerse. Cuando no haya más opositores con la valentía de denunciantes, el corredor estará libre y será propiedad de la organización criminal.
El dinero que corre por el nuevo estado en minúsculas es incalculable, al punto de que se puede suponer que la economía informal del dinero sucio, derivada de este movimiento “paraeconómico”, debe superar la económica formal.
Por tanto, las preguntas son: ¿cómo podrá impactar esta bola poderosa y delictiva de la economía ilegal en la política del “nuevo estado”? ¿Aparecerá un nuevo líder de la región? ¿Un Obando, un Mosquera o un José Hilario López? Recordemos que en 1860, Mosquera declaró que el Cauca asumía la plenitud de su soberanía y cortaba relaciones con la Confederación. Esa actitud condujo a una guerra civil en 1861, y llevó al presidente legítimo Mariano Ospina Rodríguez a declarar: “¡A las armas, compatriotas, a las armas!”. Y lo derrocaron.
La guerra civil de 1876 también arrancó en el Cauca. El país, y no solo el gran Cauca, está en peligro. Necesitamos una nueva “Regeneración”, como en 1886, para salvar al Cauca del corredor del delito.
ALBERTO CASAS SANTAMARÍA
REVISTA BOCAS
EDICIÓN 90. OCTUBRE - NOVIEMBRE DEL 2019
Diana Estrella
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