A diferencia de la mayoría de niños, a Patrocinio Jiménez le encantaba hacer mandados porque al bajar al pueblo podía alquilar bicicletas a cuatro pesos la hora. Siendo aún niño, se vino a Bogotá en busca de un futuro mejor.
Lo esperaban el palustre, el cemento y los ladrillos. Al poco tiempo, se hizo liquidar en la obra en que trabajaba y así compró su primera bicicleta por 400 pesos y se convirtió en mensajero de una droguería y un granero.
Por iniciativa de unos amigos, empezó a entrenar sin mucha dedicación, pero el ciclismo se le fue metiendo en las venas y los triunfos no se hicieron esperar. En 1973, logró el primer puesto en el Clásico Nacional de Turismeros y de allí en adelante se convirtió en el escalador más respetado del país.
Entre los éxitos conseguidos se destacan: el primer puesto en la vuelta a Guatemala en 1975, campeón de la Vuelta a Colombia en 1977, tercero en la Coors Classic, sexto en el Tour de L Avenir en 1980 y el puesto 17 en el Tour de Francia de 1983.
Hace 14 años que está casado y tiene tres hijas. Cambió el sancocho boyacense por las pastas italianas y cuando tiene tiempo libre, lee libros de ovnis y ve películas de betamax. Poco le gusta la rumba, pues de baile más bien pocón. En la actualidad tiene un almacén de bicicletas y artículos deportivos.
Después de estar alejado de las carreteras por dos años, Patrocinio Jiménez reaparece como director técnico del actual equipo nacional que nos representa en la Vuelta al Táchira.