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SOLO UN PROBLEMA DE CURULES VACÍAS

Hace carrera por estos días una propuesta para multar a los congresistas que no asisten a los debates en plenarias. Consideran sus autores que la imagen en televisión de las curules vacías desprestigia al Congreso.

Paradójicamente, la buena parte de las sillas desocupadas pertenecen a congresistas serios y responsables, que tras madrugar a las comisiones especializadas se aburren de asistir a debates plenarios que se repiten una y otra vez como un disco rayado, o de escuchar peroratas insulsas, estimuladas más por el resplandor de las cámaras televisivas que por un auténtico afán de patria.
No habrá llegado la hora de sustituir el debate fariseo y superficial sobre el ausentismo parlamentario, por un análisis serio sobre los verdaderos problemas del Congreso, los que no se reflejan en los debates televisados? La verdad es que más allá de rellenar curules para la televisión, con rostros que bostezan, existen cinco retos de fondo para transformar y modernizar al legislativo colombiano:
Eliminar el despelote del control político: El reglamento del Congreso debe modificarse para obligar a los grupos políticos a pactar mensualmente la agenda de las citaciones y los debates, y a designar, para cada caso, a los voceros de las respectivas bancadas. Esta propuesta traería como secuela positiva, una mayor disciplina de los partidos. La irracionalidad actual del sistema lleva a la repetición de los debates entre las distintas comisiones, éstas y las plenarias, y las dos cámaras entre sí, a una cadena de intervenciones insípidas, y a una pérdida de tiempo para todos los ministros.
Entre el show y la pedagogía: En el esquema actual, la transmisión por televisión de los debates ha servido primordialmente para estimular los egos individuales, pero no para hacer la difusión institucional de las actividades del Congreso en su conjunto. Hace poco, los televidentes ignoraron un debate de fondo sobre la modernización del estado realizado en la Comisión Primera del Senado, pero en cambio tuvieron que soportar los insultos nocturnos de dos congresistas en la sesión plenaria. Debe buscarse, pues, un equilibrio entre la difusión de las habilidades retóricas de cada congresista, y la necesaria pedagogía sobre otras labores del Congreso. Valga el caso de las comisiones especializadas, que suelen realizar trabajos muy serios sin televisión a bordo.
La dictadura de rating, por lo demás, ha motivado a los congresistas, en contra del resto de los mortales y de la experiencia de los parlamentos del mundo entero, a sesionar de noche y a hacer pereza en el día. Acaso no se hizo bajo la luz del sol, incluso mañanero, el gran debate contra Clinton?
Revolcón en el trámite de las leyes: En el procedimiento legislativo, existen huecos negros , que atentan contra la seriedad y coherencia de las leyes: La inflación legislativa, por ejemplo, contra la cual podría establecerse un control previo de viabilidad económica y jurídica de los proyectos, al estilo del parlamento inglés. También deben modificarse las comisiones de conciliación , que operan cuando hay discrepancias en el texto de un proyecto entre las dos cámaras, pues solo sirven para legislar por la puerta de atrás. Y debe restablecer el viejo dispositivo antimicos , que impedía la introducción de temas nuevos en las plenarias, para obligar que toda norma sea refinada técnicamente en el foro reflexivo de las comisiones especializadas, dejando en manos de las plenarias solo los grandes debates sobre la oportunidad y conveniencia de las leyes.
Un Congreso con gerencia: En el Congreso se compran curules nuevas, en reemplazo de las ... nuevas. Hay congresistas hasta con seis computadores, y otros que no tienen uno solo. Como si las sesiones fueran en la costa, se compran neveras para todas las oficinas. Se instalan lujosos equipos electrónicos que no sirven. A dedo, y en secreto, se asignan carros blindados a unos legisladores y a los otros se les deja a pata. Falta, entonces, gerencia responsable y honesta. Para lograrla, debe desligarse el manejo administrativo de las injerencias políticas, y establecerse que los períodos de las mesas directivas sean de cuatro años, a fin de que tengan estabilidad organizativa.
Más calidad que cantidad de congresistas: Se anuncia que por virtud de un fallo judicial, llegarán 20 ó 30 nuevos representantes, a nombre de pequeños feudos electorales. En cambio, existen departamentos como el Chocó y el Meta, que no tienen representación en el Senado. Parecería que importa más la cantidad que la representación equitativa de todas las regiones y que las calidades y virtudes de los legisladores. Por eso, sería necesario elevar el número de votos por curul, exigir mayores calidades para acceder al Congreso, y como corolario, morigerar los efectos inequitativos de una circunscripción nacional que deja por fuera de la Cámara Alta a los territorios más necesitados.
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