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UNA PASIÓN DE 75 AÑOS

Eran las épocas, quién lo creyera, cuando a Bogotá la llamaban la ciudad alegre y confiada . Fue ese el tiempo en que nació el América Sport Club (1917-1935), llamado luego América Sport Club S.A. (1935-1956), Nuevo América Sport Club (1956-1974) y ahora América Tenis Club (1974 en adelante), un club cuyo primer amor fue el fútbol, hasta que descubrió su verdadera pasión: el tenis.

ELIECER ORTEGA
Y este año, en desarrollo de esa vocación, el América Tenis Club celebrará sus bodas de diamante, es decir, la venerable edad de 75 años.
En el deporte colombiano no hay todavía un club o una disciplina que bordee la mágica cifra del centenario. Lo más cercano a la centuria es el Polo Club de Bogotá, que cumplirá su primer siglo en 1997.
La historia del América Tenis Club comenzó en 1917, cuando Bogotá era una ciudad de 120 mil habitantes. Ese año, en octubre, un grupo de jóvenes alquiló un lote en las inmediaciones del río Obispo, hoy avenida 39 con la carrera 13, al pie de la carrilera de la avenida 13, sector conocido entonces como el Camellón del Tranvía.
El propietario de las dos fanegadas y media alquiladas era Luis Bernardo Gómez, quien cobró un arriendo de veinte pesos mensuales. La sede era una gran casona rodeada de barandas con barrotes de madera que daban frente al campo principal, donde al comienzo se jugó fútbol y tenis al oído , hasta que llegó a Bogotá el catalán Jaime Durall y Pujol, quien les hizo ver que las canchas donde jugaban eran una carretera donde la bola no saltaba parejo .
Los socios convirtieron el terreno en un ground de fútbol y construyeron, además, una cancha de lawn tennis. En febrero del año siguiente, designaron como primer presidente a Rafael Ordóñez. Los socios eran 25 y el segundo presidente fue Raúl Clavijo.
Eran los tiempos de lo filipichines que iban a pasear a la Calle Real o se ponían citas en la bizcochería de misiá Paulina Gracia y la heladería de Dorotea. También iban a patinar al Salón Olimpia. Era también la época de los paseos en tranvía o en los pocos autos que había en la ciudad, a Las Marías y Las Margaritas de Chapilurdes.
Los socios fundadores, ninguno de los cuales está vivo para contar la historia, fueron Rafael Ordóñez, Ernest Schmidt, Carlos J. Muller, Julián Clavijo, Olinto Blanco, Carlos Estévez, Bretón, Otto Schmolinske, Carlos Schrader, Rafael Torres, Raúl Clavijo, Vicente Sánchez y Emiliano Pérez.
En 1919, el Club ya tenía sesenta socios y el tenis le permitió a la mujer irrumpir en la activiad deportiva. Emma Muller, Helena Cadavid y Helena y Leonor Schrader lo practicaron con atuendos que parecían de velada nocturna.
El primer asomo de crisis lo vivió el Club en 1923, al producirse una desbandada de socios inconformes porque el fútbol pasó al segundo plano, arrinconado por el tenis. Solo quedaron 23 que practicaban, además del fútbol, el baloncesto, el jockey y el tenis de mesa.
Pero el Club superó la crisis. En 1932, construyeron un pabellón con un salón de baile más grande. En 1934, el capital ascendía a 24 mil pesos y la acción costaba 120 pesos. Así pudieron comprar 2.500 varas de nuevos terreno en el sector de Barrocolorado, en las faldas del Cerro El Cable, a la altura de la calle 51 con la carrera quinta. Pagaron a 50 centavos la vara.
El América Sport se trasladó en 1937 a Barrocolorado, expulsado de la carrera 13 por el avance urbanístico de barrios como La Magdalena, el Country y el Polo. En la nueva sede, construyeron cinco canchas de tenis y se comenzó a levantar el edificio con las arcadas de piedra frente a la cancha número uno, cubierta desde 1958, cuando era presidente don Jaime del Corral, arcos que hoy todavía se conservan.
Al celebrarse en 1942 las bodas de plata, el capital había sido doblado, el edificio era de tres pisos y había dos pistas de bolo en el sótano. Las canchas de tenis en polvo de ladrillo aumentaron a seis.
Las fotos del festejo, que incluyó hasta una novillada, muestran una multitud apeñuscada en las graderías de la cancha principal. La primera cancha con graderías para 300 personas en Bogotá fue la de La Merced en 1910. En las del América Sport Club cabían quizás unas 600.
Esa época coincide con la aparición de otro símbolo del América, Jorge Combariza, hoy en día un hombre de 81 años de edad. Combariza fue campeón nacional a los 18 años, entre 1928 y 1930, y su época de jugador imbatible forma un arco que va de 1930 a 1950. La contraparte femenina de Combariza fue la Taque , Enriqueta Silva.
Comba , como dirían ahora, era el chacho del club, pero su orgullo sufrió un rudo golpe en 1938 a raíz de los I Juegos Bolivarianos en Bogotá, al ser vencido por un morenito chueco al que nadie conocía. Años después, el chaparro jugador se convertiría en estrella mundial, porque era nada menos que Pancho Segura.
Otra época de crisis arrancó más o menos en 1955 y se prolongó hasta 1975. Durante esos veinte años, el tenis colombiano comenzó a cambiar de cara. Se volvió más competitivo. También nació el que se conoció en los años 60 como el Pequeño Wimbledon de Barranquilla, donde jugaron los Stefan Edberg y las Mónica Seles de esa época, valga decir, las María Esther Bueno y Margaret Smith o los Tony Travers y Manolo Santana.
Fue igualmente la época que produjo a William Alvarez y luego, a Jairo Velasco e Iván Molina, remplazados a su vez por los Alvaro Carlos Jordán, Mauricio Hadad, Jaime Cortés, Mario Rincón y Miguel Tobón de estos días.
Todo eso vino a cambiar un poco la filosofía del América. La crisis, de todas maneras, obligó a vender parte de los terrenos del club y el tenis social comenzó a morir, víctima del tenis competitivo de nuevos clubes, como El Campín.
A partir de 1973, el gran tenis mundial volvió al América con la Copa Marlboro, que daba puntaje de la ATP. Los bogotanos vieron entonces a destacados tenistas como Guillermo Vilas, Andrés Gómez y Víctor Pecci, e incluso a Jimmy Connors. La Marlboro desapareció cuando en los 80, el tenis mundial se disparó en los costos que han desembocado en una marejada de dólares que marea.
Aquí hay un sentimiento muy claro. El tenis, para la mayoría de los socios, no es solo venir al Club. Es algo que llevamos dentro de nosotros. Aquí se viene a disfrutar del tenis y la gente del tenis sigue aquí, donde respiramos y vivimos el tenis .
Son palabras de Otto Nassar, actual presidente del América Tenis Club, a quien le ha tocado en suerte presidir las bodas de diamante de un club, cuya constante actividad lo ha convertido en templo del tenis colombiano.
Los hijos de los socios de hoy en día se disciplinan dentro de esa filosofía. Ellos, como en las épocas pretéritas, saben que la casa sede del Club forma parte de la cancha porque en esa unión alienta el espíritu que ha querido mantener vivo el América, cuya acción vale hoy en día cinco millones de pesos. Los socios son 214, que se dividen estatutariamente en socios decanos, honorarios, junior, asociados y transeúntes.
Para sus bodas de diamante, la directiva planea traer tres o cuatro tenistas de renombre para intentar revivir las doradas épocas de la Marlboro. Sería una pequeña Copa Marlboro para festejar los 75 años de un club donde se respira tenis y se ama desinteresadamente el tenis. Escuela de tenis
El América Tenis Club, pionero del tenis colombiano, acaba de contratar al entrenador yuguslavo Miodrag Brkovic, egresado de la Universidad de Deportes de Belgrado, cuya misión en los próximos dos años será poner en marcha una escuela de tenis.
Los objetivos del programa, con 50 alumnos por el momento seis de las 12 canchas del club, son: producir relevos generacionales y colaborar, así sea en mínima parte, en la masificación del tenis bogotano.
Brkovic desarrollará la escuela checoslovaca, que él considera más conveniente porque es más exigente y rígida que la yugoslava. Y es más aconsejable porque muchos de los jóvenes colombianos practican el tenis solo para divertirse.
El trabajo, según José Igancio Osuna, director del comité de tenis del América, comprende estos aspectos: técnico, físico, táctico y psicológico. Un muchacho hasta los 10 años entrena de 3 a 5 horas semanales; entre los 10 y 14 trabaja de 5 a 8 horas y por encima de los 14 todos están en un promedio de 14 a 16 horas. Con presidentes así...
Las crisis económicas no han sido desconocidas en el América Tenis Club. A raíz de una de esas crisis, hay una simpática anécdota, contada por don Jorge Paredes quien dice que las cosas estaban alguna vez tan mal que el Banco de Bogotá iba a rematar al club hasta que surgió la idea salvadora: la compra de cédulas por valor de 100 mil pesos a Seguros Bolívar y la eliminación de intereses por parte del Bogotá, lo cual fue festejado con una fiesta.
Pero después de obtener tamañas facilidades, qué ocurrió? Veamos:
A la próxima reunión de junta tuve otra gran sorpresa , cuenta don Jorge. El entonces prsidente del Club, abogado Jorge Campillo, con gran euforia, vetó en términos acoloradísimos el costo de la fiesta (180 pesos) y acto seguido cogió su sombrero e hizo mutis por el foro. Creo que Veneno (Hernando Albornboz) todavía lo está persiguiendo para que le entregue la papelería y el sello de firmar los cheques .
ELIECER ORTEGA
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