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LOS CAMARGO HICIERON NIDO EN FUSAGASUGÁ

Las matemáticas y la electrónica se convirtieron en la combinación perfecta para el desarrollo de una industria nacional líder en la producción de pollitos de un día. Se trata de la empresa Colombiana de Incubación, de propiedad de Leonor Serrano de Camargo, de Zapatoca (Santander) y licenciada en matemáticas, y Gabriel Camargo, oriundo de Tunja, quien estudió unos pocos meses de electrónica.

EDMER TOVAR M.
Por accidente, hicieron nido en Fusagasugá. Ella empezó dictando unas clases familiares de álgebra, hasta que una de las alumnas los convenció para que se dedicaran a la producción de huevos.
Su único patrimonio era una casa vieja que les había dejado uno de sus abuelos. Con la ilusión de ser avicultores, buscaron la forma de cambiar la casa por una finca. El negocio les resultó rápidamente y entonces comenzó la aventura del montaje del galpón.
Su primer vuelo no fue corto. Con un préstamo de 30.000 pesos de la Caja Agraria, se fueron a Estados Unidos y trajeron 1.800 gallinas de una raza especializada en producción de huevo. Sin embargo, el viaje se retardó dos días y 600 de ellas murieron serenadas. Eso fue en 1960.
Este primer fracaso les puso la piel de gallina pero continuaron con el negocio, debido a que ya habían invertido la plata del crédito y además tenían que responder ante la Caja Agraria.
Después de esos primeros días de revuelo, a los Camargo no les quedó otro remedio que dedicarse a recoger los huevos que ponían las 1.200 gallinas que quedaron vivas a pesar de la serenada.
La dedicación hizo que el negocio fuera productivo. Entre los dos atendían el gallinero. Su oficio consistía en suministrar el alimento, asear el galpón y hasta llevar las cajadas de huevos a la plaza del pueblo para venderlos al por menor.
Por ser en ese entonces el avicultor más reconocido de la región, Gabriel Camargo recibió la distribución de concentrados El Trébol.
El nuevo negocio dio buenos resultados porque se ahorraban buena parte del costo de la alimentación de sus gallinas. Para ser distribuidor le tocó montar un almacén en Fusagasugá. A los pocos meses se convirtió en expendedor de otra clase de productos y materias primas avícolas.
En 1968 decidieron abandonar las gallinas e ingresaron a la industria de la incubación.
Aunque ya contaban con un capital base, su nuevo negocio era casi como volver a nacer.
Regresaron a Estados Unidos y se trajeron seis abuelas base genética para producción de aves de raza e iniciaron la producción de pollitos y pollitas de un día.
Al comienzo, la incubación fue tan dura como el montaje de su primer galpón de ponedoras. Como no disponían de medios adecuados de transporte, los pollitos se morían durante los viajes de entrega. Los compradores cancelaban los pedidos cuando los huevos ya se encontraban en proceso de incubación.
Se ganaba plata pero también se perdía. Lo importante fue la constancia y la superación.
El prestigio económico ganado a través de casi una década de trabajo se convirtió en el mejor aliado de sus negocios. Siempre encontraron respaldo en los bancos. Solo así lograban salir de sus continuas dificultades.
En este momento abastecen el 45 por ciento del mercado nacional de ponedaras y pollos para engorde. La producción actual es de unos siete millones y medio de pollitos al mes.
En 1970 ingresaron a la industria de droga veterinaria, con la creación del laboratorio Colombiana de Biológicos. Su especialidad era producir vacuna contra el cáncer de las aves o enfermedad de Marek. Otras empresas iniciaron también la producción de esta vacuna y ello produjo la liquidación del laboratorio. Su paso por la industria veterinaria fue ocasional. Se crece el gallinero
Aunque Fusagasugá fue el nido de sus negocios, los esposos Camargo decidieron más tarde ampliar sus empresas a Girardot, Cali y Barranquilla. Colombiana de Incubación se convirtió entonces en una industria avícola integral, donde lo único que no se produce es precisamente huevos, cuyo negocio los vio nacer.
Tienen incubadora, granjas de reproducción, selección y engorde, planta de concentrados, distribución de carne de pollo para toda la Costa Atlántica a través de su empresa Industria Pimpollo del Caribe.
Sin embargo, Fusagasugá se ha convertido en una verdadera obsesión para Colombiana de Incubación. Es que los Camargo saben que la ciudad ha logrado su desarrollo alrededor de su empresa y viceversa.
Unas dos mil familias colombianas derivan su sustento de esta empresa avícola. En solo Fusagasugá se emplean directamente 1.200 personas, en tanto que en el resto del país hay otros 800 trabajadores, entre profesionales, técnicos y obreros.
Los Camargo dicen que el éxito de sus negocios ha consistido en hacer que los trabajadores disfruten de buena parte de las utilidades de la empresa. Incursión política
Al lado de Leonor, su esposo se volvió eléctrico para hacer cuentas. Por eso ella tuvo tiempo para incursionar en la política.
Poco antes de finalizar 1987, los fusagasugueños fueron sorprendidos con la noticia de que Leonor Serrano de Camargo quería ser alcaldesa de la ciudad.
El apoyo fue total. Sin mayores problemas se convirtió, en 1988, en la primera alcadesa popular de Fusagasugá. Su nueva aventura la terminó con más aciertos que fracasos, pese a que hoy prefiere no hablar mas de política.
Esta experiencia fue mas o menos similar a la que vivió su esposo entre 1981 y 1982 cuando fue nombrado presidente del Deportes Tolima de Ibagué.
A los dos años me di cuenta de que estaba perdiendo todo el producto del trabajo y el esfuerzo que hacía en mis empresas avícolas. Lo único que conseguí fue sacar al equipo subcampeón de Colombia durante dos años consecutivos .
Hoy no quiere saber nada de dirigencia de fútbol, aunque todavía conserva acciones en el Tolima y en el Independiente Santa Fe. UNA EMPRESA SOCIAL
La licenciatura en matemáticas le sirvió a Leonor Serrano de Camargo para hacer las cuentas de los recursos que la empresa puede gastar en servicios para los trabajadores.
Por eso, los empleados y sus familias disponen de un profesor exclusivo para la enseñanza de lectura, escritura y artes.
Los niños en edad escolar, con buenos rendimientos académicos son premiados con becas pagadas por la empresa en sus respectivos colegios. Adicionalmente, los padres reciben cada año un auxilio para la compra de libros y pago de matrículas de sus hijos.
Aunque Colombiana de Incubación es una empresa avícola, uno de sus empleados es un licenciado en educación física que se dedica de tiempo completo a trabajar con niños y jóvenes, trabajadores o familiares, en la práctica y fomento de diferentes deportes.
Las esposas y las hijas de los empleados reciben permanentemente cursos gratuitos de modistería, pastelería, danzas y teatro.
Y en Fusagasugá se construyen algo más de 80 viviendas para los trabajadores de Incubacol. Aunque buena parte del costo de esta obra es aportada por la empresa, los beneficiarios han adoptado el sistema de autoconstrucción.
Adicionalmente, Colombiana de Incubación montó un supermercado que es manejado y administrado directamente por los empleados, pero subsidiado por la empresa. De esta manera, las familias pueden comprar productos a precios bajos. Algunos de los precios del almacén son: huevos, a tres pesos con cincuenta centavos; libra de pollo a 120 pesos y litro de aceite a 575 pesos.
El pasado viernes, Incubacol inauguró una planta trituradora de piedra para colaborar con los materiales requeridos en la construcción de la urbanización. Ahí nacieron seis nuevos empleos.
Pese a todos estos servicios, los Camargo sostienen que la labor social más importante que cumplen sus empresas es la producción de alimentos de buena calidad mezclada con una buena dosis de servicio a la comunidad.
Sinembargo, todo está compensado por la acogida que han logrado crear entre la población fusagasugueña. De otra manera, Incubacol quizás no hubiera podido solucionar un sinnúmero de problemas que son característicos en una industria tan delicada como la de la incubación y la avicultura en general.
EDMER TOVAR M.
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