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VENECIA, ENTRE GÓNDOLAS Y BUSETAS

Comienzo Que profunda emoción recordar el ayer, cuando todo en Venecia me hablaba de amor .

Hugo Fernando Rubiano no tiene ni la menor idea de quién es Charles Aznavour, a él hay que hablarle de Diomedes Díaz pero sin mencionar a Doris Adriana Niño y la muerte en la que está involucrado el cantante: A mí lo que me gusta de ese man es la música , dice mientras se mueve lento entre el persistente olor a basura e intenta deshacerse de los plásticos y los ganchos oxidados para colgar ropa que tiene en la parte trasera de su carreta.
Margalida, la actriz que se hizo famosa por ser la tía Chavela en Yo amo a Paquita Gallego, mira arrugando la cara. El gesto de asco hace suponer que el mal olor se le ha metido nariz arriba y se le ha clavado en el cerebro, le ha inundado la cara por dentro. Pero Margalida sabe que debe estar ciega, como La Mona, el personaje de prostituta vieja que todas las noches se sube al escenario del Teatro Nacional y que sueña con dejar su destartalado burdel y pasar unos días en Venecia, junto a ese recuerdo del amor que le dejó Giacomo, un amante de la lejana juventud.
Segundo verso
Ante mi soledad,
en el atardecer,
tu lejano recuerdo
me viene a buscar
La imagen es absurda. A pleno mediodía, la cotidianidad de bocinas y los gritos de los vendedores del barrio del sur de Bogotá se silencian para entrar en el juego de la imaginación. Margalida es La Mona, con una bata verde y algo de terciopelo, con los lentes oscuros de una ciega y tratando de ocultar el temor que le produce sentirse indefensa ante la gente del común que en cualquier momento puede saltar para pedir autógrafos. Qué viejas tan feas , dice un hombre de barba cana y sucia, y se acomoda la gorra que fue roja y que está negra del mugre. Con qué cara se atreve a decir eso? , pienso al mirarlo de pies a cabeza.
La Mona se monta en la única góndola que le pudimos conseguir, la carreta con la que Hugo Fernando se levanta los 3.000 ó 10.000 pesitos diarios. El hombre parece mentir al hablar de sus 28 años. La barba descuidada y las marcas de la vida en el rostro lo hacen suponer más viejo; pero no tendría por qué mentir, pienso: Desde los ocho años soy reciclador , dice.
Tercer verso
Que callada quietud
que tristeza sin fin
que distinta Venecia
si me faltas tú
No sabía que existía esa canción y menos que un francés hubiera venido a componerle un disco al barrio , señala con ingenuidad el hombre mientras sostiene la carreta para que se trepen los personajes. Maru Yamayusa es la que más histeria genera. Un minivestido amarillo chillón insinúa sus abundantes carnes y ella juega a ser Marta, una de las prostitutas que en la obra de teatro se mete en el cuento de llevar a La Mona a Venecia, para cumplirle el sueño.
Diana Angel es Rita y Marcela Benjumea es Graciela; dos camelladoras sexuales descocadas y alegres. Diego León Hoyos es un amigo y cliente del burdel que le sigue la corriente a las muchachas. Como en la obra, La Mona por fin está en Venecia; pero en la nuestra, en la que queda en la localidad de Tunjuelito, en el sur de la Capital y a 40 minutos del botadero de basura de Doña Juana.
Cuarto verso
El sereno canal
de romántica luz
ya no tiene el encanto
que hacía soñar
El paseo se inicia. Margalida recuerda esos apartes de la obra en los que las amigas empiezan a describirle a la ciega los sitios turísticos: las estatuas de Miguel Angel, la torre de Pisa, el Vaticano con el Papa... Todos hacen gesto reverencial mientras alrededor los vendedores de pantalones y electrodomésticos, y las mujeres de los almacenes, tratan de entender qué hacen esos actores trepados en una carreta.
Pero aquí sí estuvo el Papa , dice Diego León Hoyos y recuerda: A finales de los 60, llegó en helicóptero y dio una misa. Yo vine con mis papás . Entonces todos saludan con más fuerza como si de verdad estuvieran viendo a Su Santidad. A la izquierda, el sereno canal no es otra cosa que un caño de aguas negras sobre el que se han armado las casuchas que ofrecen desde grabadoras último modelo hasta jugo de cangrejo y borojó. El puente de entrada al barrio, nada tiene que ver con el famoso Puente de los Suspiros de la ciudad de las calles de agua. Los cangrejos mueven sus tenazas dentro de las peceras de vidrio y Margalida anuncia las náuseas que le producen.
Quinto verso
Ni la luna al pasar
tiene el mismo fulgor
qué triste y sola está
Venecia sin tu amor
Aquí no hay palomas ni cómodas sillas para tomar capuchinos y comer galletas por 30 dólares. Aquí los besos no tienen el halo de romanticismo que les imprime darse bajo el Rialto y el gondolero prefiere entonar un tema del Cacique de la Junta: Te quise con el alma. Bien sabes, amarte más no pude. Volaste con rumbo hacia las nubes más altas, ya no pude alcanzarte . Debe ser para ocultar el cansancio de trastear a esas viejas y esos manes vestidos tan estrafalariamente.
E una cittá bellísima (Es una ciudad bellísima), repite La Mona parodiando las palabras que alguna vez le dijo su enamorado, Giacomo. Vestido de blanco, Andrés Martínez es el fantasma del amor adolescente por el que la vieja prostituta delira. Todos miramos alrededor y no encontramos la belleza. Los olores de las fábricas de pintura y de aceite están en el aire: hace dos años, cuando se derrumbó Doña Juana, nadie aguantaba el olor a podrido , dice el gondolero improvisado.
Sexto y final
Cómo sufro al pensar
que en Venecia murió el amor
que jurabas eterno guardar
Como en la obra, La Mona está cansada. Hugo Fernando Rubiano también. Todos nos esculcamos los bolsillos. Estamos vaciados. Los dos mil pesos que le ponemos al gondolero en las manos sucias son poca cosa. Su gesto lo confirma. Diego León Hoyos se toma el jugo de un cangrejo que escogió con cuidado. Margalida nunca se enteró pues seguro se vomitaría al saberlo. La cara de La Mona está más relajada; es que aunque no es la Venecia que vio promocionada en el periódico por 1.600 dólares, nuestra Venecia le permitió recrear por un rato el espíritu de la obra teatral.
El gondolero ni se despide. Una buseta anuncia en letras amarillas: Venecia, 550 pesos.
Solo queda un adiós
que no puedo olvidar
Hoy Venecia sin tí,
que triste y sola está .
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