Una tradición que no necesita mayores cartas de presentación en esta nueva era que vive la división. Había desaparecido a finales de los años 70 (campeonato de mayores), pero se revivió en Medellín a partir de 1985. Y siempre estuvieron Antioquia y Bogotá como eximios protagonistas.
Los antioqueños dominaron hasta 1988. Y a partir de 1989, Bogotá acabó con esa supremacía al ganar en el Atanasio Girardot y repetir en El Campín hace un año, en ambas ocasiones con la conducción de Moisés Pachón. nuevamente el torneo a su templo del Atanasio. Porque es indudable que al lustre que generalmente le dieron al campeonato a partir de 1985, la organización bogotana le agregó definitivamente una jerarquía envidiable, gracias a un montaje financiero difícil de superar.
Bogotá y Antioquia fueron indudablemente los mejores del certamen. Lejos de los demás...
Los bogotanos liquidaron de manera explosiva a Norte de Santander (6-0), Atlántico (5-0), Quindío (6-1) y Huila (3-0). Un poder ofensivo que prácticamente marca un recorrido sin precedentes en una final de fútbol aficionado.
Los paisas no fueron tan contundentes, pero si mostraron solidez: 1-0 sobre Atlántico, 2-1 contra Huila, el 5-2 sobre Norte de Santander y finalmente el 5-1 ante Quindío.
Se muestra más maduro el conjunto de Bogotá por el aporte de jugadores como Oscar Cortés, Luis Alfonso Romero, Juan Carlos Niño, Alvaro Torres, Francisco Wittinghan y Freddy León, quienes ya tienen entre pecho y espalda incursiones en el campo profesional.
El cuadro antioqueño ganó dividendos con el paso de las fechas. De un arranque titubeante, llegó a mostrar una escuadra de criterio en el manejo de la pelota, de punzantes contragolpes, para recordar definitivamente la jerarquía de su camiseta.
Tiene un problema: Juan Ignacio Vélez, quien salió resentido por el golpe de una rodilla del juego ante Quindío. Se habló de distensión de ligamentos, pero a última hora se dijo que no pasaba del golpe y que podría estar a disposición del técnico.
Su ausencia sería una baja sensible por toda la influencia que tiene en el engranaje del equipo. Es el permanente enlace entre la zaga y la delantera, con una visual amplia como para decir que la mayoría de goles paisas se gestaron en sus botines.
Bogotá sale con una ventaja el empate le basta para coronarse, merced a su mejor producción ofensiva. Pero bien se sabe que en esta clase de finales, con dos escuadras de jerarquía, los números preliminares no cuentan y la lucha será de poder a poder...