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NOVEDADES HISTÓRICAS

Haroldo Calvo, Adolfo Meisel (eds)

Cartagena de Indias y su historia
Universidad Jorge Tadeo Lozano, Banco de la República
Bogotá, 1998
Tras una bella portada, elaborada por los estudiantes y profesores de la Facultad de Diseño Gráfico de la seccional del Caribe de la U.J.T.L., se recogen los interesantes trabajos de los participantes en un seminario sobre la historiografía de Cartagena reunido recientemente en esa ciudad. Rodolfo Segovia Salas presenta allí un valioso examen de las obras que tratan sobre las fortificaciones de Cartagena redactado en prosa elegante y clara; lo comenta muy bien Alberto Samudio. Hermes Tovar reafirma en su ponencia su vasto conocimiento y familiaridad con los archivos y los libros que tratan de Cartagena. La breve intervención de su comentarista Jaime Jaramillo Uribe solo puede calificarse de magistral. Los aportes de Adelaida Sourdís, así como los del hoy vicepresidente Gustavo Bell, son en verdad brillantes y clarificadores. Con su bien investigado capítulo, Alfonso Múnera complementa admirablemente el libro que reseñamos aquí hace un par de meses, pero el gobernador expulsado en 1810 no era Toribio sino Francisco Montes. Estuvo muy interesante la mesa redonda presidida por Jorge Palacios Preciado, con la participación, entre otros, de Moisés Alvarez, del padre Tulio Aristizábal y de Ana María Splendiani. Esta última afirma que San Pedro Claver dirigía en Cartagena una escuela de idiomas inglés, alemán y francés, aparte de algunos dialectos africanos. Sabía el santo inglés, alemán y francés? De dónde salió esa valiosa información?
Viene entonces un excelente artículo a cargo de la joven historiadora María Teresa Ripoll de Lemaitre sobre la historiografía cartagenera del siglo XIX, que para nosotros es una verdadera revelación, pues nunca habíamos leído nada de la novel autora. El estilo es diáfano y didáctico, sin posiciones iconoclastas ni actitudes demoledoras. Hay que anotarle que la Confederación Granadina fue antes de la Convención de Rionegro. Tiene razón su comentarista Orlando Fals Borda al anotar que le hacen falta los libros de Luis Striffer, Remberto Burgos Puche y Cunningham Graham. Pero cree en verdad el exigente glosador que el libro de Camilo S. Delgado (dr. Arcos) sea pura historia?
Después de tenderla y plancharla por el olvido de otros textos, Fals termina diciendo: ustedes ven que no tengo sino alabanzas para la ponencia de María Teresa Ripoll (!). La clara contribución de Sergio Pablo Solano es sobre el siglo XX, en donde casi no existen estudios históricos acerca de Cartagena. Hay un error que se debe a Porras Troconis, pero que Solano acoge al escribir el nueve ( no será el siete?) de marzo de 1849 . De dónde saca Solano la palabra hacendil ? Hay una interesante lista de trabajos sobre el siglo XX que están preparando sus alumnos. El comentario de José Vicente Mogollón es muy alado y fino y con un gran sentido del humor. Felicitaciones a los organizadores y editores Haroldo Calvo y Adolfo Meisel.
Dos anotaciones finales. No creemos que haya exceso de estudios sobre la colonia. Esta duró 277 años (la independencia solo 10) y allí se fraguaron todas las cosas que nos han caracterizado hasta el presente. Pensamos que hacen falta muchísimos libros más sobre el período. Por otro lado, resulta curiosa la actitud de los historiadores profesionales: se la pasan quejándose de los innumerables vacíos que existen en el estudio de la historia y cuando los historiadores no profesionales o los divulgadores intervienen para colaborar, así sea imperfectamente, los despiden con cajas destempladas... Y que conste que nosotros nos consideramos profesionales (masters en Harvard) aunque mucho menos intolerantes.
Carlos Sanclemente
El presidente Sanclemente
Academia Colombiana de Historia
Bogotá, 1996
Este libro contiene una corta y concisa biografía de Manuel Antonio Sanclemente y un apéndice documental del mayor interés. El prólogo de Rodrigo Llorente, redactado con elegancia, contiene un resumen de los seis golpes de Estado que ha habido en Colombia. El peor y menos justificado de los cuales, añadimos nosotros, fue el del 31 de julio de 1900. La breve biografía del eximio y desgraciado mandatario viene en una prosa digna y austera, como corresponde a un biznieto del presidente Sanclemente. Lo que más se destaca allí es la presidencia del ilustre jurista bugueño y la guerra de los mil días. Nos hubiera gustado saber más sobre sus actuaciones como ministro del Interior de la administración de Mariano Ospina Rodríguez.
Lo único que hay de esa época es una magistral respuesta de Sanclemente, en abril de 1860, al rebelde gobernador del Cauca general Mosquera para convencerlo de que no tenía nada que hablar con el presidente Ospina y que lo único que debía hacer era quedarse quieto en Popayán y deponer las armas. El gobierno de Ospina nunca creyó en las amenazas de Mosquera y, alegando diversas razones legales, desconoció la exponsión de Manizales y el pacto de Chaguaní, que fraguó la inteligencia política de Carlos Holguín, entonces demasiado joven. Ospina se envolvió en su clámide jurídica, mientras Mosquera se tomó a Bogotá e inició 27 años de gobiernos liberales. Extraña que Sanclemente, que fue flexible con Marroquín, desplegara en el documento de 1860 tan implacable lógica legalista unida a tanta falta de realismo político, pero ello quizá se deba al respeto por la posición asumida por su superior jerárquico.
Ramón Zapata
Libros que leyó el Libertador Simón Bolívar
Instituto Caro y Cuervo
Bogotá, 1997
El culto y ordenado historiador Ramón Zapata, ya fallecido, identifica en este bien presentado libro los libros que leyó Bolívar (que fueron muchos para su época) y luego hace una breve biografía de sus autores. Al hablar de Buffon le faltó anotar que hizo parte de la escuela de los que denigraban la fauna americana, considerándola una variedad degenerada de la del viejo continente. Esto lo analiza muy bien Antonello Gerbi en La disputa del Nuevo Mundo (Fondo de Cultura Económica) otro libro indispensable en la biblioteca de cualquier colombiano culto.
En esta obra de Zapata sobran quizá algunas descripciones de paisajes y referencias a libros que no leyó Bolívar, sobre todo de autores españoles. Hubiéramos deseado así mismo una mayor bibliografía.
Cecilia Balcázar de Bucher
Peregrinaciones
Colección de autores vallecaucanos
Cali, noviembre 1997
No está dentro de los propósitos de esta columna comentar libros de poesía, pero hoy lo hacemos excepcionalmente por la gran calidad de los versos allí publicados. Como casi siempre ocurre, es imposible separar la obra de un poeta de su propia persona. Esta poesía suave, discreta, fina, contenida, se parece a su autora. Nos impresionaron especialmente los poemas A la hora de su muerte y Archivos. Felicitaciones a la consagrada poetisa, palabra más adecuada para una mujer femenina como ella que el asexuado poeta.
Para quienes se interesan en las ideas de Américo Castro, les recomendamos El pensamiento de Américo Castro, de Guillermo Araya, publicado por Alianza Universidad hace unos 15 años. Es excelente.
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