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COMUNAS DE MEDELLÍN, ENTRE LAS BALAS Y LA PAZ

Niños de las comunas del nororiente de Medellín suben y bajan a toda velocidad por las lomas polvorientas, desafiando curvas y retenes de policía, para poner la pistola o el revólver donde los jefes de las bandas les han indicado.

Los llaman carritos . Estos menores son utilizados por los jefes de las bandas para el transporte de armas, a cualquier hora del día o de la noche. El prestigio de estos menores es la velocidad.
Cuenta una abuela del nororiente que las bandas endulzan a los niños con cualquier 500 pesos y cuando las mamás se enteran, ya los muchachos están dañados del todo .
Uno de los carritos más veloces, un niño de 9 años, paró la carrera hace unos meses, obligado por su abuela. El pregón de repartir plomo cada vez que alguien lo ofendía en el barrio Popular I, le abrió los ojos a la mujer, que desconocía los pasos del nieto.
Ella fue a la inspección, a la Comisaría de Familia. En la escuela se lo aguantan por ayudarla y ahora en las vacaciones le toca llevárselo todos los días para la casa donde trabaja, para mantenerlo controlado , dice una de las vecinas del nororiente.
El jefe de la banda, El Doctor , que pagaba por las demostraciones de velocidad del menor, está ahora en la cárcel de Bellavista.
No era el único que utilizaba niños para facilitar el transporte de armas y eso le quita el sueño a más de una madre en la parte alta de esa zona de la ciudad.
La guerra urbana
Los muchachos de las bandas, que durante cuatro años mantuvieron escondidas sus cabezas por la vigilancia legal de los tres grupos de milicias que negociaron con el gobierno nacional en mayo de 1994, están otra vez atormentando el sector.
Son mejores las bandas, porque no ponen problema si uno se pone pesadillo (drogado), en cambio los milicianos daban pela hasta porque uno les pisaba el pie en una rumba , opina un joven de Villa del Socorro mientras se zarandea por las calles de ese barrio.
El renovado poder de intimidación de las bandas en el nororiente cuestiona de paso los resultados del proceso de paz con los 650 ex milicianos, el primer gran pacto urbano del país, con el que se pretendió cambiar la historia de violencia del nororiente de Medellín.
La Asesoría de Paz y Convivencia de la Alcaldía, coordinada por Luis Guillermo Pardo Cardona, reconoce la existencia de aproximadamente cien grupos, en los que participan cerca de dos mil muchachos, en su mayoría menores.
Sin embargo, investigadores sociales, metidos de lleno en el tema, aseguran que son cerca de 8.000 jóvenes, que conforman 150 agrupaciones con armas.
No se puede olvidar que en Antioquia están todos los grupos armados (de guerrilla y paramilitares) y eso necesariamente replica en la ciudad. Además está la influencia del narcotráfico , dice Pardo para explicar la complejidad del conflicto en Medellín, al compararlo con otras capitales.
Insisten en paz
Pese a este resurgimiento de las bandas en los sectores pobres de la ciudad y la muerte de 170 de los reinsertados, las intenciones de paz de los grupos armados continúa.
Otros 171 muchachos, que harán dejación de armas a finales de este mes, pusieron en el primer plano de las negociaciones la discusión sobre el conflicto urbano.
Ellos, ex integrantes de las Farc, el Epl y las milicias, se presentan como el Movimiento Revolucionario Independiente-Comandos Armados (Mir-Coar) y consideran que el Gobierno sólo piensa en la negociación con los grupos armados del campo, pero que el conflicto urbano puede ser peor que el rural .
Se autodenominan insurgentes urbanos . No somos milicianos porque no defendemos territorios, ni enfrentamos a las bandas, no somos extensiones de la insurgencia rural, porque no dependemos de ninguno de los grupos guerrilleros , explica Mario Gutiérrez , uno de los negociadores del Mir-Coar.
El próximo acuerdo con el Mir-Coar reivindica a la ciudad como ejemplo de gestión en paz urbana, sin embargo, estos procesos han recibido varios golpes que no se pueden ocultar.
Los asesinatos de cerca de 170 desmovilizados, entre ellos cinco líderes del nororiente y en el noroccidente, les bajan al optimismo a los habitantes de los barrios.
La ciudad está cruzada por múltiples violencias, y esto hace que un pacto de paz se vea inmiscuido en muchos problemas. Por ejemplo, un chisme genera muertos en cadena , afirma el director regional de Reinserción, Darío Mejía.
Pese a esto la Asesoría de Paz y Convivencia habla de acercamientos con grupos en 50 sectores de la ciudad.
Una reciente investigación reconoce que las negociaciones con bandas no han afectado el panorama de criminalidad. Aunque hay una leve disminución de la tasa de homicidios, han aumentado delitos como la extorsión, el robo de carros y el robo bancario, lo que pone en duda el impacto de esos acuerdos .
Las armas siguen disparando. En las calles la muerte es cotidiana. Tano, siempre estarás presente , dice el mensaje pintado para uno de los amigos muertos. Que seas bien muerto , consigna sobre el mismo muro la respuesta de un enemigo de Tano .
Los del conflicto
Los grupos armados de Medellín están clasificados dentro de dos categorías: social-delincuencia y política-ideológica.
De la primera hacen parte los parches , las pandillas y combos, que atracan en el centro de la ciudad; las bandas, que roban y asesinan, y las oficinas , que trabajan por contratos en labores de sicariato, cobro de deudas y protección. Operan generalmente para clientes fijos, relacionados con narcotraficantes y paramilitares.
De la segunda categoría hacen parte las milicias, que protegen territorios y enfrentan a las bandas; guerrilla urbana, que enfrenta solo al Estado, como el Mir-Coar que dejará las armas en los próximos días, y los insurgentes de las grandes agrupaciones armadas rurales, que utilizan la ciudad como retaguardia.
Los grupos que dan el ejemplo
El acuerdo firmado en mayo de 1994 entre el Gobierno Nacional y las Milicias del Pueblo y para el Pueblo, las del Valle de Aburrá y las Metropolitanas, fue el primer gran proceso de paz urbano en el país.
De los 650 muchachos desmovilizados con ese pacto han sido asesinados más de 170. La Oficina de Reinserción sólo cuenta esa cifra porque algunos murieron después de ser sacados de la lista de reinsertados.
Las Milicias Metropolitanas se apartaron del proceso dos años después de la reinserción y de ellos, los que no están muertos están en la cárcel.
La mayoría de los muertos se atribuye a los celos de poder entre los ex milicianos y, a punto de firmarse otro acuerdo de paz con 171 muchachos, los antiguos desmovilizados reconocen sus pecados.
Fue culpa de nosotros, de la envidia. Fue un error que nos entregaran armas. Estamos todavía pagando con muertos los resultados. Pero aquí estamos para demostrar que si nos dan confianza podemos responder , dice uno de los líderes, que ahora intenta darle vida a Cooproser, la cooperativa de proyectos económicos que quedó luego de que desapareció Coosercom, la primera asociación de los ex milicianos.
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