Lideraba junto con Euclides Enrique Coronado Aragón el llamado clan de los Valdeblánquez, que mantenía una guerra sin cuartel con las familias Cárdenas-Ducatt y Gómez-Ducatt.
De figura menuda, ojos saltones, delante de los cuales siempre llevaba unos lentes de aumento con marcos engastados en oro; los que lo trataron lo describían como un hombre que se acostumbró a que siempre se cumpliera su voluntad.
Vestía de manera sobria y elegante; al contrario de muchos de sus paisanos que llegaron con las alforjas repletas del dinero de la marihuana y se cubrían de joyas ostentosas por todas partes. De lo que si no prescindió fue de modernos y lujosos vehículos.
También era conocida su afición a la crianza de gallos de pelea, los cuales importaba de cuerdas gallísticas de Puerto Rico y Portugal.
Kico llegó a Barranquilla con sus hermanos y demás familiares en 1974, cuando según narra el libro La noche de las luciérnagas del desaparecido periodista José Cervantes Angulo, fueron expulsados de Santa Marta por la alcaldesa Anita Dávila.
Balaceras en las calles La decisión no sólo afectó a los Valdeblánquez, sino también a los Cárdenas, y la tomó como único medio para evitar que las calles de su ciudad siguieran convirtiéndose en escenarios de tiroteos entre las dos familias.
Ambos grupos familiares eran oriundos de Dibulla, un pueblito costero situado a 45 minutos de Riohacha donde comenzaron sus disputas sangrientas, y cuyos orígenes se han convertido en leyenda: unos dicen que por el honor de una mujer y otros, como afirma también Cervantes, por la muerte del mayor de los Valdeblánquez a manos de José Antonio Cárdenas en una disputa por una riña de gallos finos.
Con la llegada de los Valdeblánquez, Barranquilla se convirtió en el nuevo teatro de las balaceras con los Cárdenas.
En una oportunidad Kico ante la mediación de un sacerdote se atrevió a firmar un pacto de paz con los Cárdenas, pero la tregua duró mientras los dos clanes permanecieron en el recinto, ya que en cuanto salieron a la calle desataron nuevamente sus odios a punta de balazos.
Con el transcurrir de la primera mitad de los 80, Kico , su hermano Serafín y Enrique Coronado, cabezas visibles del clan, amasaron jugosas fortunas.
El guajiro de oro Con el grito, Kico Valdeblánquez, el guajiro de oro , el cantante Joe Arroyo lo saluda en el inicio de uno de sus mayores éxitos musicales.
A finales de la década de los 80 la situación comenzó a complicársele a Kico .
El 23 de diciembre de 1989 fue capturado junto con Tomás Valdeblánquez y Samuel Orlando Mengual Alarcón, por porte ilegal de armas de uso restringido. Días más tarde recobró la libertad.
Años después, Alarcón fue asesinado en La Picota de Bogotá.
En octubre de 1992 la Policía lo detuvo por estar presuntamente involucrado en el secuestro del comerciante Jesús Amín Malkún Malkún. Días más tarde la Fiscalía ordenó su libertad.
El asesinato Sin embargo, lo peor vendría después. La tarde del 6 de diciembre de 1994 Kico Valdeblánquez la escogió para visitar en una clínica del norte de la ciudad a su amigo de siempre, Euclides Enrique Coronado, que había sido internado de urgencia por una afección renal.
Coronado estaba preso -y aún está- involucrado en una investigación por el decomiso de un cargamento de marihuana en Puerto Velero, un balneario a 30 minutos de Barranquilla.
Cuando Kico salía de la clínica en compañía de su guardaespaldas Edwin González a abordar su Toyota Burbuja, fue interceptado por un grupo de hombres armados que lo obligaron, junto al escolta, a subir a un vehículo.
Desde entonces se ignoró su paradero, y sólo se vino a saber de él unos dos meses después, cuando una llamada anónima informó a la Policía que Kico había sido asesinado y su cadáver incinerado y sepultado a un lado de la autopista al mar, en el occidente de Barranquilla.
Las autoridades verificaron la información, y se confirmó técnicamente y a través de los mismos familiares la muerte de uno de los hombres más temidos en la región.
Después de esto los cuñados de Kico , los hermanos Sarmiento De Pindrai, responsabilizaron del homicidio a Alberto Orlandez Gamboa, El Caracol , y a los que llamaron miembros del cartel de la Costa, Roger Eliécer Pombo, Américo Libonatty Pimienta, entre otros.
Los Sarmiento denunciaron que su hermana, la viuda de Kico , había sido amenazada por Orlandez y sus socios para que desistiera de la denuncia a través de un documento escrito. Por esto la Fiscalía también abrió investigación que involucró a un ex abogado de Kico .
Uno de los hermanos Sarmiento, quien era el más beligerante al punto que denunciaba en las emisoras a Orlandez Gamboa como el asesino de Kico , fue asesinado a tiros en Barranquilla.
Los cuñados de Kico arreciaron entonces sus denuncias en contra de El Caracol ante el entonces fiscal general de la Nación, Alfonso Valdivieso, y fue así como este funcionario ordenó abrir la investigación por homicidio con fines terroristas contra el llamado jefe del cartel de la Costa.
Los Sarmiento tuvieron que salir de Barranquilla por amenazas contra sus vidas.
A pesar de la guerra contra los Cárdenas que cobró muchas vidas, Kico nunca fue detenido por estos homicidios, tampoco por sus supuestas actividades de narcotráfico.