Por eso, en cualquiera de las actividades que realiza la organización inmobiliaria es importante que exista una retroalimentación, pues la base de un buen servicio es el seguimiento que los promotores realicen con los clientes. Es decir, el usuario tiene el derecho de saber cómo van las ventas, qué estrategias se han implementado y en general, hacia dónde va el negocio.
Igual ocurre en la administración de propiedad horizontal. Debe existir una relación de puertas abiertas no solo con los grupos que han escogido los servicios de la empresa, sino con los residentes y copropietarios de los conjuntos o edificios que tienen derecho de conocer quién los administra, la trayectoria y obviamente, los beneficios comunes.
Y no es menos importante el trabajo en aspectos como los arriendos y los avalúos, donde más que beneficiar a una u otra parte se busca que la organización inmobiliaria, de acuerdo con las leyes, logren conciliar las decisiones finales. En ese orden, la labor de un promotor y en general, de los asesores está encaminada hacia la satisfacción de los involucrados en el proceso.
Exija la asesoría La figura del asesor inmobiliario es de vital importancia en la relación con los clientes. De hecho, ellos son considerados como la máxima expresión del vendedor y por lo tanto, tienen la capacidad de brindar el mejor servicio.
Su campo de acción está en la captación y promoción de todos los productos inmobiliarios de quien opta por sus servicios. Por eso tiene la responsabilidad, y la obligación, de orientar al propietario de un bien inmueble sobre justiprecios y avalúos, entre otras funciones.