De entonces ahora las cosas se siguieron empeorando. El derrumbe de la economía empezó y hay que apuntalar el andamiaje para iniciar su reconstrucción. La nueva administración no tendrá con qué emprender obras de aliento. Los meros gastos de funcionamiento y las transferencias se llevarán los ingresos y habrá mucha dificultad para atender puntualmente el servicio de la deuda pública.
El país no puede estancarse. Los empresarios, el sector privado, tendrán que entrar a sustituir al Estado como motores de la economía. La parte positiva de esto será que volveremos a un estado más pequeño que se tratará, si los políticos lo permiten, de hacer relativamente eficiente.
Los empresarios tendrán una enorme agenda por cumplir. En los cuatro años pasados ha quedado una mala imagen sobre lo que aprovecharon los llamados cacaos su cercanía y amistad con el Presidente Samper. Hay que cambiar esta imagen con hechos positivos y demostrar que los empresarios no solo tienen como objetivo hacer utilidades, sino también servir al país.
David Rockefeller en una conferencia memorable dio, con su enorme autoridad algunas recomendaciones que nos sirven, como : Mi mensaje es claro y directo. Por una variedad de razones, yo creo en la necesidad de que los empresarios tengan un rol más activo en los asuntos públicos, mucho más ahora que antes. Tenemos que aceptar el hecho de que las responsabilidades son más amplias que simplemente poner a rodar nuestros negocios de una manera eficiente, rentable y ética .
Con un nuevo Gobierno que mantenga reglas de juego claras, el sector privado puede entrar a reemplazar en buena parte las obras públicas, ya que no habrá fondos públicos para hacerlas. Por ejemplo en el campo de las concesiones para la realización de obras públicas hay un inmenso campo de actividad para la gestión privada. Una parte importante del ahorro público se podrá canalizar por este sistema, el único con el cual podremos crear empleos a corto plazo.
También de D. Rockefeller son estas palabras aplicables a nosotros: Es de nuestro interés que los empresarios jueguen un rol activo en el proceso de transformación reviviendo el sentido colectivo de responsabilidad social de las empresas, una práctica que parece haber desaparecido a favor de un ambiente empresarial más competitivo más presionante, hasta diría despiadado, para los últimos años de este siglo .
Corresponderá a los empresarios (industriales, comerciantes, sector servicios, etc.) tareas como las de capacitar a sus empleados para afrontar la globalización. Esto no se puede dejar a un Estado pobre e ineficiente. Tienen que ayudar a reubicar a los trabajadores ya incapaces de adquirir las destrezas que ahora se requieren. Y tendrán que trabajar en estrecha simbiosis con el nuevo gobierno para que no decaiga el ánimo.
El motor más importante de la economía es la confianza. Es eso lo que deben transmitir los empresarios (respaldados por buenas políticas oficiales) para que reencontremos la ruta.