No obstante, por una extraña metamorfosis del vocabulario, a veces eficiencia equivale a un regaño: sea eficiente es un mandato con el cual los jefes increpan a sus colaboradores cuando estos son impuntuales, indolentes o apáticos; ser eficiente traduce fructífero, puntual y contundente. Así como procastinar es una conducta ineficiente, estar decidido es lo contrario. De este modo es que la palabra ineficiente sirve como un martillo para descalificar la conducta de un empleado, aunque el crítico que la usa con frecuencia no sepa a qué clase de inefectividad se refiere.
Viene enseguida la palabra conflictivo : cuando a una persona le cae encima este calificativo, sálvese quien pueda! mejor no hubiera nacido: lleva en el pecho un cartel que lo desacredita en todas partes, y el rumor de su conflictividad corre por todos los pasillos de la empresa hasta los escritorios de los head hunters que hacen la selección de ejecutivos.
El conflictivo es una peste, es un problema que debe ser removido. No importan los atributos de la persona (su creatividad, su capacidad de confrontación, su franqueza), el solo calificativo lo vuelve insoportable para los amigos del status quo y para los autoritarios que no aceptan las verdades. De nuevo aparecen aquí las orejas de la cultura de la sumisión.
La lealtad es otra palabra que se ha vuelto tabú: las empresas viven pidiendo a sus empleados que se pongan la camiseta -no importa si les queda bien holgada o muy estrecha- más con el ánimo de exigir fidelidad que trabajo. (Como la lealtad tiene que ser recíproca, sería bueno saber si el exigente es tan leal en el trato como debiera serlo en sus relaciones humanas). En realidad la exigencia de lealtad no es otra cosa que la pretensión de sumisión que, de nuevo, tantos daños hace en la personalidad de los empleados.
El reproche por ineficiencia obligatoriamente debe descansar en indicadores de desempeño; de lo contrario, esta acusación constituye una arbitrariedad. El reproche por conflictivo debería ser visto como una oportunidad de encontrar personas inconformes que son capaces de detectar lunares y grietas en vez de resignarse con lo establecido (una empresa sin rebeldes es una empresa inanimada). Es más: enseñarle a manejar los conflictos, en vez de sofocarle una actitud que puede ser útil. Finalmente la lealtad, como decimos, no es un gesto de una sola vía: es un intercambio de expectativas que consiste en individualizar el sentido de pertenencia tras un enorme esfuerzo de la organización para hacerlo sentir de verdad a sus colaboradores.