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LA TIERRA DEL OLVIDO

Desde los picos nevados de la Sierra Nevada de Santa Marta es posible ver, en un día despejado, la inmensidad del mar Caribe como si estuviera al alcance de la mano. Nieve, mar, el infinito en todas las direcciones. Es el corazón del mundo. Es la Madre Tierra, un ser vivo y orgánico que los indígenas deben salvaguardar, porque de su buena salud depende el equilibrio del universo.

La Sierra Nevada de Santa Marta es uno de los grandes ecosistemas estratégicos de Colombia por su importancia biológica y cultural, pero también por ser la fábrica de agua que soporta las diversas actividades de un millón y medio de habitantes que dependen directamente de los 10.000 millones de metros cúbicos de agua que cada año bajan por los grandes y pequeños ríos de la Sierra.
Este macizo montañoso, que la Unesco declaró Reserva del Hombre y la Biosfera , es una versión en miniatura de Colombia. En poco más de 21.000 kilómetros cuadrados, se reflejan todas las complejas contradicciones del país. Por un lado, una extraordinaria diversidad biológica y cultural. Por el otro, la inestable convivencia entre las centenarias culturas indígenas de los descendientes de los taironas, los colonos que llegaron de diversas zonas del país para cultivar los flancos de la Sierra, y los habitantes de las zonas bajas y adyacentes del macizo.
En la Sierra conviven tres visiones de un mismo territorio. En la parte alta, los indígenas, que valoran mucho más sus valores espirituales que los materiales. Para los habitantes de las zonas medias, en su gran mayoría colonos desplazados por sucesivas olas de violencia, es un lugar de supervivencia que, para muchos de ellos, apenas es un lugar de paso mientras llegan tiempos mejores. Para los habitantes de las partes planas, la Sierra es ante todo un lugar donde es posible acumular capital, ya sea a través de haciendas ganaderas o bananeras, proyectos turísticos o planes de expansión económica.
Conciliar estas tres visiones en una sola que garantice la supervivencia de la base natural es de por sí bastante difícil.
La Sierra también es una versión en miniatura del caos administrativo que caracteriza a Colombia. Decenas de instancias diferentes, muchas veces con objetivos e intereses opuestos y que trabajan casi sin ninguna coordinación, se encargan de su manejo. Cabildos indígenas, parques nacionales, gobernaciones, municipios y corporaciones autónomas regionales... sin hablar, claro está, de guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes que han alterado profundamente los códigos de comportamiento en amplios sectores de la Sierra.
La violencia es preocupante. Lizeth Peñaranda Peña, defensora del pueblo de la Regional Magdalena, señala: La falta de fuerza pública ha hecho que aumenten los grupos al margen de la ley. Los colonos del Magdalena han denunciado que estos grupos los tienen asediados y ya han muerto de manera violenta 20 campesinos .
Como puede verse, el manejo de la Sierra no es sencillo. Por un lado, porque su futuro está en muchas manos. Porque es necesario poner de acuerdo intereses y visiones del mundo muy diversas.
Por ese motivo, la solución no es simple. La estrategia para el desarrollo sostenible, un proceso que lidera la Fundación Pro Sierra Nevada de Santa Marta y en el cual se han ido involucrando de manera activa todos los protagonistas de los diversos conflictos de la Sierra, es un primer paso.
Otro paso importante lo da la misma ciencia. Como señala el eminente biólogo Luis Eduardo Mora Osejo, la nueva visión holística que trata de restablecer la armonía entre el sistema natural y sistema humano nos llega muy bien en el trópico. En la cultura occidental ambos sistemas permanecieron divorciados, sobre todo a raíz del auge del mecanicismo y la racionalidad lineal. Si tú tienes un problema complejo, para resolverlo tienes que dividirlo en problemas sencillos para resolver el problema total . Es una visión errada porque las totalidades tienen propiedades propias que no resultan de la suma de las partes. Esta nueva visión afortunadamente coincide con la visión de los habitantes aborígenes que poblaron estas tierras, y que es la idea principal de su cultura, que se basa en la armonía entre el hombre y la naturaleza. Por suerte la ciencia occidental se ha dado cuenta de que existen sistemas complejos que deben abordarse como tales .
Cuánto vale salvar la Sierra
La Sierra y sus habitantes enfrentan el reto de diseñar y establecer mecanismos eficaces para financiar los programas y proyectos que recuperen sus ecosistemas y mejoren las condiciones de vida de los grupos sociales y económicos que dependen de sus servicios ambientales.
Una ecorregión que ha sido declarada por el gobierno nacional como ecosistema estratégico y que además comparten tres departamentos, 14 municipios, dos resguardos indígenas y dos parques nacionales debe avanzar hacia una estructura financiera de orden compartido en donde los distintos sectores involucrados aporten de manera coordinada.
En los últimos años se avanzó en el proceso de formulación de un plan de desarrollo sostenible con la participación de los distintos estamentos sociales, políticos y económicos de la Sierra, quienes identificaron los principales problemas ambientales, sus causas y efectos, así como una serie de acciones que permitan conservar los ecosistemas, fortalecer la identidad cultural indígena, estabilizar los sectores campesinos, modernizar la administración y educar para el desarrollo sostenible. Este proyecto tiene un costo de 93 mil millones de pesos.
Un primer paso lo dio el Congreso al expedir la ley 344 de 1996 que creó el Consejo Ambiental Regional de la Sierra Nevada de Santa Marta CAR donde participan la Presidencia de la República, Minambiente, Minagricultura, Mininterior Asuntos Indígenas, el Incora, el Corpes Costa Atlántica, los gobernadores del Cesar, Guajira y Magdalena, representantes de los alcaldes, de las organizaciones campesinas, los cabildos de los grupos indígenas, de las ongs y el sector privado. Con el CAR se pretende recomendar al gobierno nacional las políticas y acciones necesarias para la recuperación ambiental de la Sierra Nevada y la revisión y puesta en marcha del Plan de desarrollo sostenible.
Esta misma ley creó el Fondo para el desarrollo sostenible de la Sierra Nevada, Fondo de carácter gubernamental y cuyo objetivo es financiar los programas y proyectos que el CAR recomiende.
Las ongs con presencia de la región han propuesto la creación de un Fondo No Gubernamental en el cual participen diferentes sectores de la sociedad civil. Esta iniciativa, que ha venido siendo impulsada con el apoyo del Fondo Mundial Ambiental, mecanismo financiero de los acuerdos logrados en la Conferencia sobre medio ambiente y desarrollo realizada en Río de Janeiro en 1992, se perfila como un sistema innovador en el cual la sociedad civil organizada podrá participar en la toma de decisiones y el financiamiento de acciones que considere prioritarias para la Sierra.
Los indígenas ofrecen respuestas tangibles para un manejo sostenido y armónico de la Sierra. Para lograrlo, es necesario erradicar la violencia y la pobreza. Este experimento que comienza en la Sierra, de tener éxito, podría servir de ejemplo en otras ecorregiones estratégicas del país, tales como el Macizo Colombiano, el llamado Chocó Biogeográfico y la serranía de La Macarena.
Todavía es tiempo para escoger entre dos escenarios posibles. Uno, el del desarrollo sostenible, basado en una búsqueda de la riqueza espiritual, y en el que se respeten las diferencias y se trabaje de manera coordinada para garantizar que la base natural de la Sierra pueda fabricar el agua que necesitan los habitantes de toda la región. Otro, basado en la codicia por la riqueza material y la visión a corto plazo, donde impere la ley del más fuerte y el caos administrativo, que traerá como consecuencia más pobreza, el agotamiento de la base natural de la Sierra y la destrucción de la memoria ancestral de los guardianes del corazón del mundo.
(*) Director Fundación Pro-Sierra Nevada de Santa Marta
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