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UNA GESTIÓN QUE DESPEGA

Tener casa propia no ha dejado de ser el sueño anhelado de muchas familias colombianas, a pesar de la dura crisis económica y de seguridad que hemos padecido en un lustro. Frente al total de la economía, el sector de la construcción cayó en los últimos años en una debacle, de la cual parecía imposible recuperarse. En la última asamblea de constructores, sin embargo, se presentaron unos indicadores que muestran una recuperación del sector, tras 25 trimestres de comportamiento negativo. En el segundo trimestre de este año, las obras terminadas crecieron 11,8 por ciento y las obras iniciadas, 19 por ciento. Las licencias aprobadas aumentaron 12,5 por ciento. No hay que cantar victoria, ya que el otro componente de este sector, las obras públicas, cayó 9 por ciento, y el repunte apenas llega a 44 por ciento de los niveles que tuvo la construcción en 1994 y 1995.

Redacción El Tiempo
Tener casa propia no ha dejado de ser el sueño anhelado de muchas familias colombianas, a pesar de la dura crisis económica y de seguridad que hemos padecido en un lustro. Frente al total de la economía, el sector de la construcción cayó en los últimos años en una debacle, de la cual parecía imposible recuperarse. En la última asamblea de constructores, sin embargo, se presentaron unos indicadores que muestran una recuperación del sector, tras 25 trimestres de comportamiento negativo. En el segundo trimestre de este año, las obras terminadas crecieron 11,8 por ciento y las obras iniciadas, 19 por ciento. Las licencias aprobadas aumentaron 12,5 por ciento. No hay que cantar victoria, ya que el otro componente de este sector, las obras públicas, cayó 9 por ciento, y el repunte apenas llega a 44 por ciento de los niveles que tuvo la construcción en 1994 y 1995.
Gran parte del avance sectorial tiene nombre propio: la vivienda de interés social. Las políticas de vivienda que está desarrollando el Ministerio de Desarrollo, a cargo de Eduardo Pizano, están empezando a mostrar sus bondades y a reactivar un sector que se consideraba perdido. Pizano ha gestionado una serie de medidas a las que bancos, constructoras y compradores de vivienda están respondiendo satisfactoriamente. El Gobierno se ha metido la mano al dril y, a través de atractivos subsidios, está estimulando la demanda de casas.
Esta es una decisión acertada, pues, además de contribuir a desatar una significativa generación de empleo, también apunta a combatir el dramático déficit habitacional, que según Camacol es de un millón y medio de unidades, y de tres millones en sectores donde los inmuebles se encuentran en condiciones subnormales. Por el lado de los compradores, el Ministerio de Desarrollo obtuvo 100 mil millones de pesos para 14 mil subsidios, que se otorgarán antes de finalizar este año. Además, el Gobierno gestionará el próximo año ante el BID un crédito para aumentar las ayudas con el fin de que los colombianos de menores ingresos compren vivienda.
También se busca estimular la vivienda de estratos altos mediante incentivos tributarios y hacer uso de los mecanismos de la ley de tierras para habilitar 92 hectáreas de terrenos en desuso y de propiedad de la Nación para beneficiar a unas 9 mil familias. Los entes territoriales y las organizaciones no gubernamentales harán parte de la gestión de proyectos mediante postulaciones colectivas a la bolsa de esfuerzo municipal, que premia a municipios y departamentos que ofrezcan terrenos urbanizados, con servicios públicos y con inversiones en proporción a su presupuesto y sus necesidades básicas no satisfechas.
Asimismo, los préstamos entregados a constructores pasaron de 33 mil millones de pesos en el primer trimestre de este año a 69 mil millones en octubre pasado y las aprobaciones de crédito hipotecario para las empresas de construcción dieron un brinco de 41 mil millones de pesos a 282 mil millones en el mismo período. Sin embargo, por más acertadas y efectivas que sean las políticas diseñadas por el Ministerio, el compromiso debe trasladarse también a las entidades ejecutoras, como el Inurbe. En buena hora, Pizano logró detener la asignación de cinco mil subsidios, por 35 mil millones de pesos, que se aprestaban a robar mafias de abogados amangualadas con políticos regionales y funcionarios corruptos.
El castigo para quienes juegan con estos apoyos a la compra de vivienda por los más pobres debe ser ejemplar, pues, además de entorpecer una gestión que despega, también vulneran el mínimo derecho a la equidad de muchas familias de Córdoba, Magdalena y Bolívar, que aspiran a su casa propia y que llenan los requisitos sin tener que apelar a palancas o favores políticos. No sorprende que se destape este tráfico de subsidios en la Costa Atlántica ad portas de unas elecciones parlamentarias. El camino para la recuperación de la construcción es largo y apenas comienza, pero los primeros pasos que se están dando desde el Ministerio van en la dirección correcta.
Redacción El Tiempo
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