No es fácil para quien no le duele lo que ha sido la tradicional indiferencia política, económica y social sobre estas regiones marginales, y comprender la esencia y la naturaleza del quejido y de sus aspiraciones.
Por eso, y en su momento expresamos la conveniencia de la acción unificada y coparticipativa de las áreas y zonas apartadas, en el convencimiento de que Nariño y Norte de Santander, Arauca y Chocó, Guajira y el Amazonas, por ejemplo, tienen más idénticas aspiraciones entre sí, que la de algunos CORPES, dada la disparidad y diferencia existente entre los departamentos y unidades político-administrativas, que los integran.
De igual modo, reiteramos, que para un justo y armónico desenvolvimiento y progreso nacional, es necesario que la representación centralista abra compuertas a la visión territorial en donde se encuentra no la mayor población, pero sí el futuro de Colombia, en orden a sus riquezas mineras, a los obligados empalmes internacionales y a las más amplias perspectivas en los ítems y rubros de mayor referencia para el despegue de nuestro desarrollo.
Qué hacer frente a los hechos cumplidos? Insistir ante quienes tienen el mandato. Y ante el Gobierno, que mediante actos ejecutorios, especialmente en la reglamentación de la Ley Marco de Comercio Exterior, puede y debe darle consistencia y vigor al potencial fronterizo, que ante la apertura y la internacionalización de la economía jugará un papel importantísimo, si se adoptan acciones de capacitación, fomento e inversión, reclamadas desde los cuatro puntos cardinales, con características idénticas en el pedido, pero disímiles o diferenciales en los requerimientos primarios o básicos, dadas las condiciones predominantes o las vocaciones de cada zona o región.
Punto esencial es el que concierne al manejo de la política de fronteras y por los factores ya expuestos, sobre todo cuando hasta a nivel del Ejecutivo y las jerarquías de decisión, la representación de estos corredores económicos no guarda proporciones de equidad y hay vacíos o porcentajes de cero en ministerios, departamentos administrativos y empresas industriales y comerciales del Estado.
Es de esperar que el presidente Gaviria, en el revolcón iniciado y en uno de los sacudones de esta secuencia, capte la conveniencia de renovar y compenetrar al país, la Nación y el Estado a nuevas gentes de estas fajas territoriales, porque deben participar también y prepararse y compenetrarse, no siendo justo que el centro siga siendo el único manantial del que se surte la dirigencia colombiana.
Eso de que la sangre tira y de que la tierra genera nostalgias, se evidencia más cuando se trata de repartos presupuestales, incentivos industriales, inversiones y nombramientos de inmediatos colaboradores.
1991, que a no dudarlo será un año de enormes variables internacionales y nacionales, obliga a recapitulaciones que aparecen secundarias, pero no para quienes habitan el 53 por ciento del territorio de esta convulsa y futurista Colombia.
Confiemos en los nuevos vientos que soplan para que desde el Palacio de Nariño, el Capitolio y el Centro de Convenciones, la extensión de la ruana, la hamaca o el chinchorro alcance para todos.