Por esta razón las personas que se dedicaban a cortar el cabello se dieron cuenta que la paciencia era una característica necesaria en los peluqueros de niños.
Luego se descubrió que el lapso de tiempo que transcurre en la sala de espera para niños debía ser convertido en una agradable oportunidad para el menor en la cual pudiera compartir juegos con sus nuevos amiguitos.
La época en que los niños tenían llegaban a las peluquerías con miedo, de mal genio o llorando pasó a la historia. Mientras los niños de antes encontraban en las peluquerías un señor desconocido le pedía constantemente que se quedara quieto, ahora la mayoría de ellos se alegra cuando se dan cuenta que llegan a un sitio donde encuentran diversión, dulces y amigos por todas partes.
Para esto existen varios recursos como elementos didácticos y juegos con los que se les muestra a estos clientecitos especiales un ambiente en el que puedan desbordar su permanente deseo de explorar y jugar mientras conocen los elementos humanos y materiales que les rodean.
En Barranquilla existen algunas salas de corte de cabello especializadas en niños, como Snoopy o Alf por ejemplo, en las cuales desde que el pequeño ingresa se distrae en forma divertida en un grado tan alto que en ocasiones ni se da cuenta de lo que ocurre en esos momentos con su cabello.
La propietaria del salón para niños Snoopy, Beatriz Alvarez de Osorio, aseguró que la atención de los niños puede ser captada con vistosos elementos físicos que estén a su alcance.
Hay que dejar al alcance de la mano de los niños cosas atractivas para ellos que llamen su atención como juguetes, libros animados o juegos didácticos, entre otros, para que los puedan manipular mientras se encuentran en la silla de corte. Para que no se aburran mientras esperan su turno pueden jugar libremente en un salón de juegos construido especialmente para ellos o degustar lo que quieran en la cafetería , explicó.
En la peluquería Alf, de propiedad de Carmen y Daisy Lara, el protagonista es el simpático personaje de televisión del que tomaron su nombre y es quien acompaña a los pequeños visitantes a través de las ilustraciones en toda la decoración mientras les cortan el cabello. Cuando los niños salen de allí reciben una colombina -que nunca dejan de pedir- como premio a su buen comportamiento.