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REVIVE EL PROCESO

Poco más se podía esperar de la reunión Pastrana-Marulanda. Un acuerdo lleno de buenas intenciones que aplaza la necesaria demostración con hechos concretos de la verdadera voluntad de paz por parte de las Farc.

Poco más se podía esperar de la reunión Pastrana-Marulanda. Un acuerdo lleno de buenas intenciones que aplaza la necesaria demostración con hechos concretos de la verdadera voluntad de paz por parte de las Farc.
A primera vista, el acuerdo satisface todas las exigencias de las Farc. A fin de cuentas lo único concreto que se logró, y a un alto costo para el Presidente, fue la descongelación del proceso, acción unilateral de las Farc que, no nos digamos mentiras, les salió bien.
Pero si se lee con detalle el acuerdo, este está lleno de posibilidades para lograr un avance significativo en el proceso. Aún es prematuro saber si muchas de las intenciones del acuerdo se logran concretar. Pero si lo hacen, esta reunión se recordará como el verdadero inicio de las negociaciones de paz entre el Gobierno y las Farc.
En primer grado de importancia - y eje central del acuerdo- está la comisión con personalidades nacionales que le formulen recomendaciones a la mesa de negociación y diálogo para acabar el paramilitarismo y disminuir el conflicto .
En primera instancia, es una tristeza que sean las Farc las que obliguen al Estado colombiano a hacer lo que por ley debería. Es más, que sean más inteligentes que el Estado y busquen a través de fórmulas como la propuesta la solución al problema. El Estado colombiano aún no ha entendido el problema paramilitar. Ni siquiera lo ha estudiado. La fórmula de una comisión que recomiende acciones para acabar con ese fenómeno que reconocen de manera implícita que está ligado a la intensidad del conflicto- no cierra la puerta a que además de combatirlos militarmente se busquen otras salidas legales.
Esta comisión, de difícil conformación por el riesgo personal que conlleva, podrá ser el instrumento ideal para poner sobre la mesa acuerdos parciales humanitarios siempre sobre la base de una persecución implacable al fenómeno paramilitar. Vamos a ver.
Un segundo punto de vital importancia es el de la aceptación de las Farc de la erradicación manual de cultivos. El Gobierno debería arrancarle la mano y hacer de manera conjunta incluso con una plata para desarrollo alternativo un plan de erradicación masivo en la zona de despeje y en otras zonas por fuera de ella.
Además, al plantear la importancia de la protección del medio ambiente les abren las puertas a importantes acuerdos en ese sentido. El ministro Mayr, que entiende cómo es la cosa, debería ya ponerse a trabajar en el tema para acordar cómo proteger fuentes de agua, cómo regular la colonización y, por qué no, cómo descolonizar regiones frágiles a cambio de tierra buena con créditos en otras zonas del país.
Los otros ejes del acuerdo son: cómo se blinda el proceso de la interferencia electoral, cómo se evalúa la zona de despeje y se crean mecanismos para salvar escollos en el futuro y rendirle cuentas a la comunidad internacional.
En cuanto a lo primero, la invitación a los firmantes del acuerdo de Caquetania, Serpa, Noemí y los representantes de partidos y otras fuerzas políticas, pretende asegurar la continuación del proceso después de Pastrana. Vamos a ver qué sale de esa reunión, pero sería lo mínimo proteger el proceso de la lucha electoral.
El segundo punto es de vital importancia pero quizá el más gaseoso. Todo depende de qué tanto vuelo y autonomía tenga la comisión que va a rendir el informe sobre la zona de despeje. Puede ser el primer escollo de este acuerdo o la primera muestra seria de voluntad. Podrá la comisión hacer recomendaciones? Podrá convertirse en una comisión permanente? En ambos casos sería lo ideal.
Finalmente, está la invitación a la comunidad internacional. Que debe utilizar esa puerta, y el Gobierno ayudarle, para ser más activa en el proceso. Si a Europa no le interesa el Plan Colombia, por qué no proponer un mecanismo de ayuda alternativo en esa reunión? Europa, con grandes intereses políticos y económicos en nuestro país, aún no sabe a qué está jugando y ya va siendo hora de que asuma su papel de potencia y de balanza a los Estados Unidos.
Así no lo parezca, el acuerdo es bueno. Pero si no queremos estar en las mismas en octubre, más vale que lo firmado el viernes no se quede en otro documento lleno de buenas intenciones.
frasan@eltiempo.com.co
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