En los últimos meses, el mundo observó el desplome de la fortuna de Apple, mientras sus acciones, ventas, participación de mercado y estado anímico caían en picada.
Pero hace dos semanas, Apple Computer anunció una extraña alianza con Microsoft, en un acuerdo que garantiza varias preferencias y ventajas al software de Microsoft en la plataforma Macintosh, a cambio de 150 millones de dólares (165 mil millones de pesos) en acciones sin voto.
La empresa tomó un segundo aire. Pero, a qué costo? Antes del acuerdo, había sólo una compañía que ofrecía una alternativa a los productos de Microsoft e Intel, una compañía que ofrecía una opción honesta en la industria más próspera de finales del siglo XX.
Ahora, no hay ninguna.
Desde el momento de este anuncio, la industria de los computadores se convirtió en un monopolio. Apple Computer, la última reserva contra el dogma, tuvo que enarbolar una bandera blanca. Ya no hay un número 2 en la industria.
Todos los fabricantes de computadores personales en el mundo, sin excepción, se postran a los pies de la maquinaria de Gates. Cada computador personal, sin importar su plataforma, favorece el software, los procesadores de palabra, hojas de cálculo y navegadores de Internet de Microsoft.
Los productos de Apple seguirán disponibles. La empresa ofrecerá empleos, como hasta ahora, y las acciones, réditos. Una Apple de Microsoft es mejor que no tener Apple. Pero no nos equivoquemos: Apple nunca fue sólo una línea de productos o un puñado de acciones. La cuestión nunca fue exclusivamente de empleados, oficinas, vendedores y descuentos. Y los interesados no son sólo los gomosos de los computadores y adictos a Apple.
El mensaje esencial implícito en Apple es que una compañía no debe, no puede controlar el destino del mundo en la nueva era computarizada. Apple fue una pizca de fortaleza, integridad e individualidad en un universo oscuro.
No es que los productos de Microsoft sean diabólicos. Tienen buenas cualidades y una apariencia amigable. A veces, son asequibles. Pero, con frecuencia, tienen defectos, carecen de confiabilidad y son difíciles de instalar y de mantener.
Microsoft ha comprado o eliminado una serie de competidores, extendiendo su monopolio de manera astuta. Ha absorbido empresas líderes en una amplia gama de sectores tecnológicos, con la meta de integrar estos esfuerzos en un inmenso, unificado y provechoso Planeta Microsoft.
Es lo que más se asemeja a una pesadilla digna de Orwell, de todo lo imaginado en los últimos diez años.
El control de Microsoft sobre el contenido y el acceso a la información se propaga hora tras hora. Sus herramientas de Internet ganan prominencia, ahora con la ayuda de Apple. Sus tentáculos se extienden a la televisión, con empresas como Web TV y MSNBC, mientras sus productos de software residen en más del 90 por ciento de todos los computadores del mundo.
El sistema Macintosh fue el último bastión de independencia tecnológica. Claro, no en ventas multimillonarias. Claro, no en la inmensa bandeja de software de su contraparte. Pero Apple tenía un algo inimitable, aquella elegancia y refinamiento, aquel instinto subversivo, aquel sabor de lo nada común.
En alianza con Microsoft, aquel sabor se ha vuelto amargo.
San Francisco Examiner * Daniel Nahmod es programador senior y analista en Baxter Healthcare, empresa estadounidense.