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UNA PAUSA PARA REPENSAR EL PROCEDER EN LA APERTURA

Desde hace muchos años el país viene exigiendo unos cambios importantes para alcanzar una posición competitiva y fuerte en los mercados mundiales. Los políticos y los gobernantes de turno han venido al mismo tiempo ofreciendo hacerlos. Es así como se ha planteado en múltiples ocasiones la necesidad de reactivar los Ferrocarriles Nacionales, la navegación por el río Magdalena, alcanzar la eficiencia de los puertos, impulsar los puertos privados y de contenedores, contar con aduanas eficientes y eficaces, adecuar la red de carreteras del país. Pero la verdad es que nada de esto se ha hecho. No hay soluciones reales ni concretas para lograr los objetivos y volver realidad los enunciados y las promesas. Nada ha ocurrido que implique a los exportadores y productores nacionales cambios que conlleven beneficio. Se habla mucho de bajar las trabas, la tramitomanía, pero todo se queda en el aire, no hay que ir muy lejos para recordar los esfuerzos del sector privado a través del programa Col

FABIO ECHEVERRI CORREA
La verdad es que siguen las mismas trabajas, las mismas firmas y papeleos. En estos días dio cuenta el periódico EL TIEMPO cómo cualquier empresa tiene que girar al Estado 160 cheques anuales para cumplir con sus obligaciones con el gobierno en aspectos como: trámites en materia de impuestos, contratos, pago a entidades de seguridad social, pago de servicios, etc. No solo hay que hacer innumerables colas, sino que hay que tener todo tipo de personal experto: abogados, ingenieros, gestores, economistas. Nada raro que el mismo Estado impulse en el país postgrados en tramitomanía como hoy en día está ocurriendo.
Lamentablemente el Gobierno no solo somete al sector privado a las sobrecostos que implica la interrelación con el Estado con su ineficiencia e improductividad, sino que además pone en una mayor desventaja al sector productivo con la apertura como se ha llevado hasta el momento: bajando aranceles y eliminando licencias de importación. En este sentido es claro que se genera un desfase mayor en las condiciones de competencia.
En efecto, no vemos nada de cambios en el sector oficial y sí sacrificios para el sector privado, pues desde hace más de un año y medio solo conocemos ideas sobre reducción de aranceles y agilización de importaciones, pero los cambios para aumentar la eficacia y la productividad que se han ofrecido no se reflejan en nada. Las tasas de interés siguen por las nubes, las aduanas y los puertos siguen iguales, los Ferrocarriles Nacionales existen pero en el papel, el riesgo cambiario sigue latente para quienes quieren desarrollar y modernizar sus empresas, la reforma laboral nunca se ha concretado. El gobierno actual, que es nuevo en el mando, ha ofrecido también hacer varios de estos cambios y quienes vemos y sabemos la necesidad de hacerlos, ofrecemos gustosos nuestra colaboración y ayuda.
No se encuentra una acción integral en el sentido de que es necesario abarcar todos los escenarios que afectan actualmente la eficiencia, la productividad y la competitividad del país. La competencia externa por sí misma no induce a la modernización, pero si no se acompaña de medidas adicionales en otros campos sí puede significar la desaparición del patrimonio industrial del país.
El gobierno que terminó aceleró a última hora la liberación de importaciones que se había programado para un período de cinco años. Es como si nunca hubieran firmado decretos, les cogió la decretitis de aperturismo .
Cierto es que las actuales autoridades económicas lo que pueden hacer puede calificarse de gradual , pues si en seis meses se llevó a libre importación el ochenta por ciento del universo arancelario, desde luego sin contar el contrabando, su acción en la aplicación gradual de la apertura se encuentra prácticamente agotada.
Indiscutiblemente un gobierno debe responder al pueblo que lo ha elegido, pero cada vez encontramos un afán de complacer recetas tradicionales internacionalmente conocidas; pueda ser que esto no ocurra ahora nuevamente.
El país demanda una racionalización de costos, desburocratización de entidades públicas, desregulaciones en muchos campos que hagan expedito el desarrollo empresarial, infraestructura vial, portuaria y de transporte, definición en materia de industrialización, escenarios de libertad de precios y libertad del mercado de trabajo, y ojalá con la misma celeridad con que se hace la liberación. Si no actuamos ya sobre todos estos campos no tendremos más que un continuismo y un retroceso para el país.
FABIO ECHEVERRI CORREA
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