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Sinrazones y paradojas Paros, marchas y política

LUIOCH
En principio, y como ocurre en el mundo entero, nada tiene de censurable que
entre nosotros, a huelgas, paros, manifestaciones o marchas de origen diverso
se vinculen agrupaciones políticas.
Tiempo atrás hubo aquí sindicatos sólidos, de alguna manera vinculados a los
partidos, como la UTC, al conservatismo; la CTC, al Partido Liberal y la CSTC,
al comunismo.
Por cierto que el liberalismo en el poder no solo proclamó el derecho de
huelga en la reforma constitucional de 1936, sino que durante la
administración López Michelsen se enmendó una torpeza política del Frente
Nacional: negarle el reconocimiento de personería jurídica a la CSTC por su
clara vinculación con el Partido Comunista, organización legal, solo
deslegitimada durante las dictaduras civil y conservadora de los años 50.
Lo curioso en nuestra historia es que, en ocasiones, partidos o personajes
políticos que nada tienen que ver con el sindicalismo o con marchas u
organizaciones sociales terminan apoyando paros o huelgas por motivos
puramente electorales o de conveniencia ocasional, como parece estar dándose a
propósito del paro organizado por sectores de la caficultura.
En 1965, durante el gobierno de Guillermo León Valencia, se organizaba un paro
general para el 25 de enero. Hubo quienes dijeron que el entonces llamado
ministro de Guerra, Alberto Ruiz Novoa, extrañamente y de manera soterrada,
apoyaba el paro con miras a tumbar el gobierno. Nunca se probó esta acusación
de golpe de Estado, pero ya es clásica la foto de Ruiz Novoa, que entró a una
reunión con Valencia en su condición de ministro y salió como exministro. Han
dicho los historiógrafos que el Presidente, cazador impenitente, atendió al
ministro con revólver en su escritorio. Por si acaso...
En el mandato de López Michelsen se presentó un serio enfrentamiento entre el
Gobierno y un sector del conservatismo -el ospinismo, o más exactamente el
"berthismo" en alusión a la poderosa esposa del expresidente Ospina-. Pero
nadie más ajeno que ella a huelgas, paros o movilizaciones sociales.
Sin embargo, por extraña paradoja, entre una parte del sindicalismo (incluida
la central a la que López le había dado reconocimiento jurídico) y el
conservatismo de doña Bertha organizaron el paro del 14 de septiembre de 1977,
que terminó de manera sangrienta, y que obviamente se les salió de las manos a
quienes creyeron que por atacar a López era válido apoyar un paro nacional,
tan ajeno a su doctrina, ideología y manera de pensar y de actuar.
Ahora, a propósito del paro cafetero, estamos viendo situaciones parecidas.
Nadie niega -empezando por las directivas de la Federación y el propio
Presidente- la difícil situación que hoy atraviesan los cafeteros por la baja
de los precios del grano en el mercado internacional, en parte originado en la
revaluación.
Causa cierta hilaridad política, sin embargo, observar a dirigentes asociados
al expresidente Uribe como aliados del sindicalismo, o de las marchas o
protestas populares a las que en otras épocas descalificaban de manera
vehemente.
Y también como parte de nuestro extraño mundo político, llama la atención la
coincidencia de intereses entre esos personajes y respetables dirigentes de la
izquierda democrática. Vivir para ver, como diría el propio López Michelsen,
cuyo centenario de nacimiento, por cierto, nos alistamos a celebrar este año.
Y hay otras paradojas. Santos es, quizás, después de Lleras Restrepo, el
político que llega a la presidencia con más conocimiento de la situación
cafetera. Su gobierno ha tratado de solucionar, como ninguno otro, la real
crisis de la caficultura. Empero, ahora le cayó la teja del paro.
Podría decirse, parodiando al popular cantante Óscar Agudelo: "A mí me estás
cobrando tu pasado; a mí, que solo fui tu redentor."
@gomezmendeza
Alfonso Gómez Méndez
LUIOCH
icono el tiempo

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