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Catalejo 'Toconsán'

LUIOCH
Esta semana quedó en evidencia la aplanadora que se ha puesto en marcha para
moler al Gobierno. Todos contra Santos parece ser la consigna que hace
converger a los más disímiles, y en muchos casos oscuros, intereses.
Sin que Santos siquiera haya anunciado su candidatura, sus enemigos y
opositores han desatado una ofensiva feroz para tratar de atajar su
reelección. Esa virulencia y saña necesitan sin duda una explicación.
Las razones que animan esa campaña antisantista son de diverso pelambre. Ahí
caben desde el odio personal contra el Primer Mandatario hasta la pérdida de
los privilegios heredados del gobierno anterior por los más feudales y
retardatarios terratenientes. Pero vamos en orden.
A la cabeza del 'Toconsán' están Álvaro Uribe y sus siete enanitos. El
uribismo, desde antes de que se iniciara el Gobierno, ya se había casado con
la idea de bloquear a toda costa un segundo periodo de Santos. Claro que eso
no les impidió, hasta hace muy poco, disfrutar de las mieles de la burocracia
y la diplomacia.
La razón de su oposición evidentemente no es ideológica o política. Los
famosos 'tres huevitos' de Uribe se han consolidado y avanzado en este
gobierno tanto o más que en el anterior. La realidad es que el Puro Centro
Democrático tiene una agenda oculta que no se atreve a negar. Se trata de dar
un zarpazo constitucional para garantizar la segunda reelección del
expresidente Uribe.
Después siguen los poderosos. Es interesante observar que un hombre como Juan
Manuel Santos, tan cercano toda su vida a los círculos del poder económico,
genere hoy prevención entre varios dirigentes gremiales y -sobre todo- entre
las multinacionales mineras y petroleras.
La razón de fondo es muy sencilla. Con su agenda progresista y sus reformas,
les ha quitado a estos grupos una serie de privilegios tributarios
injustificados y, además, le puso coto al despojo impune de tierras por parte
de ganaderos y terratenientes, muchos de ellos ligados al paramilitarismo y
las bandas criminales.
La vitalidad de la agenda progresista de Santos, paradójicamente, tiene
también a la izquierda fuera de casillas. Con el golpe maestro del proceso de
diálogo con la guerrilla, además de la defensa activa de la formalización
laboral, la restitución de tierras, la reparación de las víctimas, la
revolución del agua potable en todos los municipios del país y la política de
vivienda -entre otros muchos logros sociales- los tiene chupando rueda.
Que un miembro de la dinastía Santos logre lo que ellos han defendido sin
éxito por tantos años, sin duda vuelve a este gobierno un blanco ineludible de
las críticas de la izquierda. No en vano el uribismo y el Polo Democrático son
socios en la organización, financiación y movilización del paro agrario.
Increíble que el senador Robledo y la izquierda sirvan de bobo útil para la
agenda reaccionaria de los ricos del campo.
Y, finalmente, están los oportunistas. Muchos le están apostando a que de
pronto Santos no va, y queda abierto el espacio para jugársela. El más
reciente en esa lista -que es larga- es el gobernador Fajardo con su
entrevista en EL TIEMPO el día de ayer. Es patético verlo otra vez de juglar
con todas las bolas en el aire tratando de quedar bien con todo el mundo y
haciendo puntos de antigobiernismo para ver si de pronto por ahí le suena la
flauta.
Esa constelación de intereses aglutinados contra el Gobierno, que llenan los
titulares y los tuits, no sabe que lo que realmente le importa a la gente es
verse interpretada, atendida y recibiendo soluciones reales. Y en eso Santos
tiene un récord que ninguno de sus críticos puede igualar.
Díctum. Admiro los huevos benedictinos que ha demostrado el papa al denunciar
y renunciar.
Gabriel Silva Luján
LUIOCH
icono el tiempo

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