Estos datos, enviados por la sonda espacial Galileo, muestran la existencia de zonas donde convergen los vientos, lo que hace que las nubes y la humedad se evaporen, en lo que los científicos llamaron puntos secos .
Pero también indican que Júpiter, un planeta gaseoso, no es tan seco en general como los científicos han creído hasta ahora, sino que tiene una importante proporción de zonas muy húmedas.
Los nuevos datos muestran que hay humedad en las zonas circundantes. Júpiter no es tan seco como habíamos creído , explicó Andrew Ingersoll, miembro del equipo científico que analiza los datos de la sonda Galileo .
Esos puntos secos ocupan aproximadamente sólo un uno por ciento de la superficie de la atmósfera del planeta.
El aire alrededor de uno de estos puntos es aproximadamente 100 veces más húmedo que el de las zonas secas, y el contenido de agua en la atmósfera del planeta sufre tantas variaciones como en la Tierra, explicó Robert Carlson, del Laboratorio de Propulsión de Cohetes de la NASA, en Pasadena, California.
La sonda Galileo penetró en la atmósfera de Júpiter en noviembre de 1995, y encontró un aire muy seco, pero la información enviada desde entonces muestra que la nave debió entrar precisamente en uno de esos puntos secos.
Desde entonces, los científicos de la agencia espacial estadounidense han estado analizando nuevos datos sobre el clima y la atmósfera de Júpiter hasta alcanzar las conclusiones anunciadas hoy.
Los datos arrojan también nueva información sobre las auroras boreales que Júpiter registra en sus dos polos, y que son muy similares a las que se pueden apreciar a la Tierra.
Hasta ahora, estas auroras habían podido ser observadas con los detectores ultravioleta del telescopio espacial Hubble y con los de luz infrarroja de los telescopios terrestres, pero la sonda Galileo las ha observado, por primera vez, con su luz natural.
Las imágenes y otros datos enviados por Galileo pueden ser observadas en la red informática Internet en la página (http://www.jpl.nasa.gov/galileo).