Claro está, a ello hay que dedicarle paciencia y tiempo, lo que, cuando se atiende una activa vida social y se persigue con afán el lucro para participar en el ambiente consumista, no queda suficiente para los hijos.
En razón de ello se les busca una guardería infantil, que es una cárcel amable y graciosa a cargo de sentimentales jovencitas que han recibido una mínima preparación pedagógica. Luego, se pasan a una serie de cursos con nombres tiernos como maternal, prekinder, jardín de niños, para rematar, en el mejor de los casos, en dos preparatorios A y B que es donde van a aprender, con un criterio generalmente anticuado y escolástico, las primeras letras y los primeros números.
A pesar de que la agitada vida moderna ha llevado a la mujer al ejercicio de las profesiones más exigentes de concentración y de tiempo, es preciso considerar, ya lo dice Alexis Carrel en La incógnita del hombre, la posibilidad de armonizar la maternidad educadora con el trabajo exterior. Hay que aceptar que la primera educadora de un niño es su madre. No la abuela ni la tía, ni mucho menos la muchacha de servicio de gran confianza...
En cuanto a la primaria, bastaría con cuatro años bien programados al cuidado de maestros, y no de profesores (as) , que hayan tenido buena formación en pedagogía, amen de contar con una decidida vocación. De grima ver esos pobres niños de primaria cargados con un morral que no lleva un soldado en campaña, lleno de libros, cuadernos, témpera, goma, tijeras, lápices de colores, plastilina, arcilla, etc.
Y todo ese material se les hace utilizar sin mayor formación, sino que se resuelve en investigación personal , lo que no deja de ser una broma cruel. Bastaría con lápices de colores bien utilizados en virtud de una educación artística adecuada. Dejemos esto aquí, para no entrar en detalles más dolorosos.
En Colombia nos sobran profesores y nos faltan, con angustiosa necesidad, maestros.
Los gobiernos ( o los desgobiernos?) cuando se asustaron de la cantidad de jóvenes que salían de los colegios y no tenían la menor probabilidad de ingresar a la universidad, decidieron inventar el quinto de primaria. Absolutamente innecesario. Fue solo el parche de atrasar el bachillerato para no curar el grano por donde era: menos presupuesto militar, menos gasto público, menos burocracia, ah! y de los votos cautivos, qué? para que el Ministerio de Educación (la quinta rueda del coche de todo gobierno democrático colombiano...) tuviera fondos bastantes para atender mejor a la educación superior. Cuando el tumor este creció, se dio rienda suelta a la universidad privada y se inventó un mercado de programas, que se llama ICFES, que facilita montar tienda de esquina para el saber , aunque los productos (así llaman rectores amigos míos a sus graduados), no se encuentren, a su vez, mercado laboral.
Que a la postre ni importa, pues como todos salen doctores , porque la palabra licenciatura les parece peyorativa por ignorancia del escalafón académico, el esfuerzo de hacer estudios para alcanzar grados superiores no interesa. A veces basta con lanzarse candidato a concejal de su pueblo para adquirir el doctorado. Pero todo eso es harina de otro costal. Yo iba a hablar solamente de preescolar Pero se me fue la lengua. Digo la máquina de escribir. Quiere usted, gracias a eso, darle una pensadita?