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JOLGORIOS PROVINCIANOS
En 1983, en el Valle del Cauca, se respiraba la fiebre de primeros largometrajes con raíces locales y vivencias de experimentados cortometrajistas. Poncho Ospina había filmado Pura sangre en Cali -- siempre en mi casa y con mis amigos --; Lisandro Duque preparaba El escarabajo en su nativa y montañosa Sevilla; Carlos Mayolo se disponía a exorcizar sus antepasados en Carne de tu carne, y... Luis Alfredo Sánchez escandalizaba con sus picantes notas de adolescencia en Palmira.
La virgen y el fotógrafo, el retrato medio costumbrista y medio picaresco de un pueblo de tierra caliente, sirvió como caballito de batalla al plantearse la posibilidad de recrear elementos meramente pintorescos que tergiversan o se apartan de la realidad. Su contexto humorístico, emparentado con los jolgorios provincianos, pretende cubrir el conglomerado de sus respectivas faunas sociales; es decir, las autoridades civiles, militares y eclesiásticas.
Por:
MAURICIO LAURENS
06 de enero 1991 , 12:00 a. m.
El cacique conservador que asume las riendas del pueblo, el señor cura bonachón, la coqueta descarada, el teniente cafre, la señora bien de gustos extravagantes, la quinceañera alocada, el pandillero motorizado... Una comedieta, así sencillamente definida, que parte de estereotipos regionales para sumirnos en un mar de chistes flojos y lugares comunes. Su anécdota central --el esclarecimiento fotográfico de una corona-- se diluye en medio de notas aisladas y salidas poco geniales.
Amparo Grisales hacía se debut no muy afortunado en el celuloide colombiano. Sin embargo, su figura sexy más una llamativa campaña publicitaria contribuyeron a forjar un taquillazo apenas comparable con las anteriores películas de El Gordo Benjumea y Gustavo Nieto Roa. La frívola sensación de aquella muchacha que meneaba sus caderas, con exageración, ha sido superada gracias al personaje maduro de Inés de Hinojosa o a las gracias escénicas de Doña Flor.
Franky Linero, remedador y mamagallista, de corte café des-concierto . El maestro Santiago García en una representación corrida que sigue siendo bienvenida. La bogotana Matilde Suescún, linda pero desaprovechada. Eric del Castillo, intérprete mexicano de segundo relieve, fuera del sitio que le corresponde como gamonal vallecaucano. Buga, siempre señorial; Palmira, fotogénica. Ojo y vista... Oiga, véala por Tv!
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