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LA BOGOTASTRADE BERLÍN

No hay papeles en la calle, ni uno solo siquiera, ni de caramelo ni de publicidades rasgadas. No hay caca de perro, ni perros sueltos, ni carritos de perros calientes ni personas con genio de perro bravo. No hay vendedores ambulantes, ni tiendas en la parada del bus donde calmar el hambre de las medias nueves, ni loteros para comprar suerte antes de subirse al transporte público.

No hay papeles en la calle, ni uno solo siquiera, ni de caramelo ni de publicidades rasgadas. No hay caca de perro, ni perros sueltos, ni carritos de perros calientes ni personas con genio de perro bravo. No hay vendedores ambulantes, ni tiendas en la parada del bus donde calmar el hambre de las medias nueves, ni loteros para comprar suerte antes de subirse al transporte público.
No hay carros subidos en los andenes y tampoco bolardos ni andenes altos, ni zonas azules. Casi, la verdad, no hay carros, a excepción de unos solitarios Mercedes Benz, otros cuantos BMW y unos marcas de similar alcurnia que adornan la refinada calle sin gente. Sin nadie. Al menos durante más de media hora y hasta cuando pasó el cartero del barrio, un anciano gordo en bicicleta, sin absolutamente nadie. Esa es la Bogotá de Berlín.
Bogotastraes el nombre de la calle. Bueno: Bogota, sin la tilde. Como calles vecinas tiene a Limastracalle de la capital peruana , un poco más arriba la Plaza de México, a un costado más abajo la avenida Argentina y bastante más la Avenida Española.
Homenaje a la ciudad
Pero qué hace Bogotá en medio de un barrio burgués en Berlín?
Primero, la historia: en 1912, cuando la calle fue inaugurada, se bautizó como Herderstra. Ahí vivió un poeta y escritor llamado Hans Dominik y el lugar era tan tranquilo como ahora, solo que reconocido por la presencia del ilustre habitante. Pero en plena época del auge del nazismo en Alemania, el 7 de julio de 1938, la calle cambió de nombre y adoptó el de Bogotá. No es por coincidencia: se quiso así hacerle un homenaje a la ciudad considerada el centro cultural de América , explica un registro de los nombres del distrito Zehlendorf. Lo que no explican los libros, y quizás es ya tarde para averiguarlo, fue quién intercedió por el cambio de nombre.
Segundo, las cifras. Bogotastraes una calle con 200 metros de longitud, con apenas unas treinta mansiones. Todas tienen jardín y patios gigantescos y están avaluadas, las más económicas, en unos 500 mil marcos (más de 500 millones de pesos). Queda al extremo suroccidental de Berlín, en el distrito de Zehlendorf, en una de las pocas zonas que los bombardeos de la Segunda Guerra no tocaron y en la que ahora vive la gente de más dinero de toda la ciudad.
No tiene ningún negocio, ninguna venta de periódicos o de tinto y solo lo salva del absoluto aburrimiento un hotel de 18 habitaciones con baño privado escondido con modestia entre las mansiones, pero con precios de 167 marcos más de 170 mil pesos por habitación doble. Sin embargo, tampoco por allí hubo movimiento.
Curiosidades
La Bogotá de Berlín está cortada en el centro por la calle máxima de la literatura alemana, la Goethestra .En uno de sus finales, pasa el tren urbano.
El Transmilenio no ha llegado a este lugar del mundo, aunque a dos calles de allí pasan elegantes buses amarillos, casi siempre con puestos disponibles y algunos incluso de dos pisos. Hay un único teléfono público, y sirve. Un lejano grafiti adorna una paredilla: pero no es de Millonarios ni de Santa Fe.
Entre más se busca en la Bogotá de Berlín, más se comienza a añorar a la Bogotá de Colombia. No se ven lustrabotas para brillar el ánimo, nadie ofrece empanadas al mediodía cuando ya pica el estómago, no tiene plaza de toros, ni Capitolio, ni Maloka, ni Carrera Séptima, ni el barullo de la Jiménez, ni hay ciclovías ni nadie parecido a Mockus prohibiéndole a los señores encopetados salir de la casa y tampoco se ve ningún Monserrate, sino pinos y carros esporádicos que la atraviesan sin la menor congestión.
En otras cosas, se añora menos a Bogotá: no ha habido nunca crímenes allí, no hay rejas en ninguna casa, tampoco celadores ni apartamenteros y desde ese punto se puede recorrer la ciudad en media hora sin encontrar trancones.
A la hora de estar en el lugar, una niña salió sola a tomar el tren urbano y quince minutos después un hombre mayor recorrió en bicicleta el lugar: ya eran tres personas. Pero no todo estaba tan solo: asomadas por las ventanas, varias señoras habían detectado la presencia del periodista que recorría el lugar. Antes de tener que darle explicaciones a la policía, que seguramente vendría si permanecía allí más tiempo, prefirió irse de la Bogotá alemana pensando en lo bueno que sería tomarse un ajiaco o matar esa hambre de dos de la tarde con rellena, papita criolla y colombiana. Pero tampoco eso había.
Fotos. Enrique Patiño
1.
La calle Bogotá de Berlín tiene 200 metros Bogotastraes una calle con apenas unas treinta mansiones, que habita gente rica y mayor
2.
La identificación de la calle berlinesa. Cerca está la calle Lima y la Avenida Argentina.
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