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LANZALLAMAS ESTÁ MEJOR

Se llama Lanzallamas , hijo de una guapa vaca española de buena nota. En la partida de bautismo de la ganadería de Torrealta, que es el registro de los ganaderos, figura con el número 57. Vino desde su patria con seis hermanos más, a dar la pelea para la que nacieron. Pelea de toros encastados, bravos.

LUIS NOÉ OCHOA
Pastaron, y pasaron su cuarentena en la finca de César Rincón, Las Ventas del Espíritu Santo. En ambiente de fiesta brava, roncando, bramando, jugueteando unos con otros, o haciendo músculo y fuerza al amparo del histórico cerro El Tablazo. Negros entre la niebla.
Cinco de sus hermanos fueron bravos también. Pero Lanzallamas llevaba fuego por dentro, sangre caliente. Fue el más pesado, (574 kilos). Era de otro color, otra pinta, casi berrendo, bien armado, grueso.
Dio una brava pelea, metió los riñones frente al caballo, apretó duro, se clavó la vara, se la volvió a clavar porque le rectificaron el puyazo y después, estuvo listo, roto en su carne, pero intacto en su casta, pronto en la embestida, les metió miedo a los banderilleros, los puso pies en polvorosa. Y cumplió más que bien, rebién, en la muleta del torero Jesulín de Ubrique, grande como él, pero el hombre sí, peso pluma.
La suerte estaba echada. Si tocaba morir, moriría como bravo, venga esa espada; se mantuvo sin abrir la boca, buscando con la cabeza abajo lo que le pusieran por delante. Descansando, si acaso, mientras el torero pensaba qué más diablos se le podía hacer a un toro que iba, con clase, cuantas veces se le daba la gana.
Todo lo hizo el toro Lanzallamas , por valiente, por toro, por bravo, por sangre. Porque a él nadie le había dicho que con ello se ganaba el perdón de su vida, y que después lo tratarían como a un ídolo, como a un humano, o mejor que a muchos. Nadie le dijo tampoco, que después disfrutaría de atenciones y tal cual vaca hermosa y caderona.
Pasó la enorme prueba. Arriba, donde mandan en las corridas, sacaron la insignia verde, que convierte los bravos en un tesoro. Y después de eso, les da derecho a pasar los cuidados intensivos, descritos así, por el veterinario Mauricio Ospina, su medico de cabecera : De inmediato lo curamos en la plaza. Le quitamos con mucho cuidado las banderillas y el arpón de la divisa. Ahí mismo, en la plaza, en el cajón, le colocamos antibióticos y la vacuna antitetánica.
Luego se trasladó a la ganadería, para hacerle una curación completa. Ayer se la tuvimos que hacer porque tenía un puyazo muy hondo, aproximadamente de 50 centímetros. (Nadie lo puede creer, pero es el daño que se hace el mismo toro al empujar duro).
Le colocamos más antibióticos, analgésicos y desinflamatorios, después de limpiar las heridas y de aplicar desinfectantes. Luego, le colocamos un drenaje en el puyazo .
Esa era la crónica de semejante intervención, para la cual el toro, bravo pero noble, ha colaborado.
Ya está más tranquilo, agrega el veterinario, ha bebido, porque tenía mucha sed .
De manera que se halla protegido en el corral de cuidados intensivos. No ha comido, pero lo hará pronto. Se le dará una comida suave por los primeros días, dieta verde, porque por el estrés y todo lo que ha sufrido durante la corrida, puede haber una parálisis del estomago .
Todo va bien. Al ganadero, a los aficionados, a las vacas que lo esperan, se les puede informar que Lanzallamas , va mejor. Se repone, observado desde el patio de espera, por su médico, por César Rincón y el ganadero Borja Prado, entre otros. En una semana podemos saber si el puyazo afectó organos vitales. Al parecer, no. Ojalá así sea. Hacemos votos por su pronta mejoría, querido Lanzallamas .
LUIS NOÉ OCHOA
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