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LOS OLVIDADOS DEL NOBEL

El cuatro de abril de 1991, tras la muerte del escritor inglés Graham Greene, Gabriel García Márquez no pudo ocultar cierta tristeza al saber que su gran amigo, su confidente de otros años, el mismo hombre con el que se había tomado algunos tragos, muchos tragos, bastantes tragos, todos los tragos, se había despedido de las letras sin haberse ganado el Premio Nobel.

Yo estaba seguro de que este año le daban el Premio Nobel, y al viejo cabrón se le ocurrió morirse , decía el escritor colombiano, días después de la muerte del autor de El poder y la gloria.
Y agregaba: Lo más grave es que ahora (Graham Greene) va a engrosar la lista de los que no recibieron el Nobel, al lado de Tolstoi, Twain, Proust, Joyce, Conrad, Woolf, Kafka y Borges, por citar algunos. Creo que va a costar trabajo hacer una lista de Premios Nobel que sea más grandiosa que esta .
Y es que a lo largo de la historia del Premio Nobel de literatura la Academia Sueca en especial en la última década ha sido objeto de numerosas críticas por parte de quienes, de una u otra forma, han querido que sus autores preferidos, sus escritores de cabecera, sus novelistas de lecturas nocturnas hasta más allá de la madrugada, sus niños mimados de la mesita de noche y las cien páginas de un solo tiro, atrapen la preciada distinción.
El caso de Greene fue uno más. Uno más que, en su momento, revivió casos como el del escritor irlandés James Joyce, a quien no solamente nunca se le adjudicó el Nobel, sino que sufrió la persecución artística más desaforada por parte de la crítica hasta el punto de ver censurada su obra maestra, el Ulises, en Gran Bretaña y Estados Unidos, donde incluso se llegaron a quemar públicamente 500 ejemplares por considerarlos pornográficos. Hoy, quien duda del Ulises?
La historia, sin embargo y con el paso de los años, le dio un mérito a Joyce: su figura aparece, actualmente, en un billete de diez libras emitido por el Banco de la República de Irlanda. Un mérito que bien podría entrar en la galería de los absurdos si se contrasta con el hecho de que su figura nunca ingresó a Estocolmo a recibir el medallón de oro con la efigie de Alfred Nobel.
La lista de los desposeídos
Uno de los casos más célebres en torno al Nobel de literatura lo constituye el del escritor argentino Jorge Luis Borges, figura máxima de las letras que con la lúdica y la soberbia características tanto en su personalidad como en sus obras solía comentar que su profesión era la de ser aspirante al Nobel .
Borges, el inmortal Borges de la memoria prodigiosa, vio en el premio un esquivo reconocimiento a su obra. Pero no le importó. No quiso jugar. No quiso reconocerse en el espejo de la fama. No quiso hacer de su obra una vedette para Estocolmo.
Nunca les brindaré una milonga , decía al final de sus días el escritor argentino de las Inquisiciones, las Ficciones y... esas infamias.
Con Julio Cortázar, a quien Borges le publicó su primer cuento bajo el seudónimo de Julio Denis, la Academia Sueca también le negó el derecho de obtener el Nobel, aún a expensas de que su obra mayor, Rayuela, publicada en 1963, fue durante mucho tiempo modelo de una nueva literatura seguida con atención no solo en Latinoamérica sino en toda Europa y, en especial, en las callecitas de la Rue de Sévres, en el mágico y nostálgico Barrio Latino, en París, en Pont Neuf, a donde fueron a morir tantos amores tan parecidos y únicos como el de La Maga.
Gracias a Rayuela aprendimos que escribir era una manera genial de divertirse , aseguraba el peruano Mario Vargas Llosa, poco tiempo después de la muerte del cronopio mayor.
Y aún así, para los 18 miembros de la Academia Sueca, la obra de Cortázar tal vez solo llegó a la categoría de simple golosa. Pero Julio, el niño gigante que siguió creciendo aún después de muerto, el niño de los juguetes en la habitación aún siendo grande, el niño que se despidió una tarde de 1984 de la mano de Aurora su ex exposa ,siguió su juego de escribir y de hablar y de ser recordado no por un galardón recibido en Estocolmo sino a través de sus palabras...
Nunca dejó de maravillarme el espectáculo que significaba ver y oír conversar a Aurora y Julio, en Tándem. Todos los demás parecíamos sobrar. Todo lo que decían era inteligente, culto, divertido, vital. Muchas veces pensé: no pueden ser siempre así. Esas conversaciones las ensayan en su casa para deslumbrar luego a los interlocutores , escribía Vargas Llosa a propósito de Cortázar.
Y el ganador no es
Desde que fueron entregados los Premios Nobel, en 1901, la literatura ha visto desfilar nombres de todo tipo.
El primer ganador del Nobel fue René Sully Prudhomme, un desconocido por entonces, que según los círculos literarios de la época no superaba de ninguna manera nombres ilustres como el de León Tolstoi y Henri Ibsen, contemporáneos del francés que vivieron su destierro del premio a manos de la antiquísima Academia Sueca, creada en 1786 por Gustavo III.
La miopía de la Academia Sueca se pone de manifiesto al elegir a Benavente y dejar al margen de sus galardones a los grandes maestros españoles de la época: Ramón del Valle Inclán y Antonio Machado , escribía R.H. Moreno Durán a propósito de las cuestionadas distinciones.
Y lanzaba una reflexión: Vale la pena señalar el criterio que la Academia Sueca impone desde hace lustros: al premiar a un autor reconoce internacionalmente la obra de un grupo literario, una álgida situación social o una minoría étnica desasistida de la atención crítica. Todo esto es evidente cuando al premiar a Alexaindre se premia a la Generación del 27 y lo mismo puede decirse del grupo expresionista a través de Canetti y del Boom Latinoamericano a través de García Márquez .
Esa puede ser la explicación para que en los últimos años escritores como Derek Walcott, Toni Morrison, Kenzaburo Oe y Nadime Gordimer se hayan llevado la distinción.
Sea como fuere, la lista cada vez es más larga. Franz Kafka, autor de La Metamorfosis y El Proceso, vende anualmente 150 mil volúmenes en Alemania. Y nunca pronunció discurso alguno en Estocolmo. Marcel Proust, con su En busca del tiempo perdido, sigue siendo un escritor leído, muy a pesar de que la Fundación Nobel haya desconocido esos 14 años dedicados a escribir su obra maestra, encerrado en una buhardilla rodeada de corcho en las paredes, con más de tres mil páginas para la posteridad.
Paul Valery, Virginia Woolf, Truman Capote y Scott Fitzgerald se venden y se conocen más que Seamus Haney (ganador el año pasado), Sully Prudhomme o la reciente poetisa polaca Wislawa Szymborska.
Si no me dan el Premio Nobel no pasa nada, porque la vida sigue, aunque si me lo conceden no lo voy a rechazar; daría las gracias, haría un discurso bonito y mostraría mi ilusión por ser el primer escritor portugués al que se lo dan , comentaba José Saramago unas semanas antes de que se conociera la decisión sobre el ganador del Nobel de Literatura 1996.
Hoy Saramago puede decir sin titubeos que nada ha pasado y que, claro, la vida sigue.
Quién elige al Nobel?
Se puede decir que el 27 de noviembre de 1895 nacieron los Premios Nobel.
Ese día, después de profundas discusiones entre Alfred Nobel, su abogado y sus catorce sobrinos (quienes reclamaban el derecho a una posible herencia), quedó redactado el testamento final en el que éste dejaba toda su fortuna para la creación de una fundación que premiara a quienes por su trabajo contribuyeran al desarrollo de la paz y las ciencias en el mundo.
El testamento se hizo público solo un año después, luego de que falleciera Alfred Nobel. Desde entonces, a partir del 1 de febrero de cada año, una serie de comités Nobel de cada sección (Física, Química, Literatura, Paz, Economía y Medicina) comienzan el estudio de las propuestas recibidas.
En septiembre, cada sección presenta un informe secreto y algunas recomendaciones especiales a los miembros de la Fundación Alfred Nobel. El resultado final se da a conocer oficialmente entre el 1 de octubre y el 15 de noviembre.
En el área de la literatura pueden proponer candidatos las siguientes personas:
-Los miembros de la Academia Sueca y de otras academias, instituciones y sociedades similares a ella en miembros y finalidades.
-Catedráticos de historia, de literatura, de lenguas en universidades y colegios universitarios.
-Anteriores ganadores del Premio Nobel de literatura.
-Los presidentes de sociedades de autores que sean representativas de las actividades literarias del país de origen.
La Academia Sueca, que es la encargada de evaluar las obra de los candidatos, está compuesta por 18 miembros y sus orígenes se remontan a 1786.
Tradicionalmente la entrega de los Premios Nobel se realiza el 10 de diciembre, como homenaje a la fecha en la cual murió su creador Alfred Nobel.
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