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LLERAS PIDE UNA ADMINISTRACIÓN AUSTERA Y EFICIENTE

El ex presidente Carlos Lleras Restrepo señaló ayer que la administración pública ha marchado mal, muy mal , al tiempo que pidió que se incluya en la Asamblea Nacional Constitucional el tema del equilibrio fiscal y una más razonable distribución de los fondos públicos. La afirmación está contenida en el editorial de la revista Nueva Frontera, en el estadista liberal pidió además que se estudien los efectos de la upaquización.

Redacción El Tiempo
Criticó la política económica del ex presidente Virgilio Barco y los numerosos y costosos avisos de prensa que pagó para dar cuenta de sus éxitos y lamentar sus fracasos .
Indico, igualmente, que se ha perdido el sentido de la austeridad en el gasto público.
Los principales apartes de la nota editorial, son los siguientes:
No he podido ver aún si el Acuerdo Mensual de Ordenaciones correspondiente a septiembre refleja ya la política de austeridad que anunció el señor ministro de Hacienda, doctor Rudolf Hommes; pero espero, con justiciado interés, que en ese y en los meses siguientes de la actual vigencia se apliquen, con toda la seriedad que las circunstancias exigen, medidas de equilibrio fiscal que desde hace tiempo se han vuelto indispensables. Hay que evitar el crecimiento desmesurado del gasto público y también es necesario orientarlo mejor. En otras ocasiones ciertos reajustes, a veces muy drásticos, se hicieron explicando, claro está, su necesidad y su alcance a la opinión pública y esta los aceptó. No hay motivos para creer que ahora no acontezca lo mismo.
Es evidente que en los últimos años la administración pública ha sufrido un deterioro impresionante y, naturalmente, él se refleja en el resultado de los ejercicios fiscales y en el endeudamiento gubernamental que, en parte apreciable, implica emisiones del Banco de la República. La política de equilibrio fiscal tendrá que ir acompañada, como lo ha anunciado el Gobierno, de reformas administrativas tanto en la organización de la administración central como en la de los institutos descentralizados.
La reimpresión que está haciendo el Banco de la República de las Memorias de Hacienda permite recordar detalladamente cómo ante graves desequilibrios fiscales reaccionaron los gobiernos y evitaron que la depreciación monetaria creara un verdadero caos, semejante al que están padeciendo algunos países del continente. Fue, por ejemplo, casi heroica la lucha que para sanear el gasto público tuvo que librar el doctor Francisco de Paula Pérez y no fueron menores las dificultades que, como ministro de Hacienda en la Administración de Eduardo Santos, hube de afrontar. Pero en ambas ocasiones se evitó que un creciente desequilibrio fiscal hiciera forzosa la apelación a las operaciones con el Banco Emisor. Fue dura la lucha para el doctor Pérez y lo fue también para mí, aunque en menor grado, porque la Nación entendió que los problemas creados por la guerra no podían ser tratados sin exigir sacrificios al complejo mecanismo administrativo y sin la adopción de un severo régimen de prioridades. Para ello fue necesario, por supuesto, reforzar la posición del ministro de Hacienda con un constante respaldo presidencial, que es, pienso yo, una de las cosas que se necesita ahora.
Las cifras que suministran los periódicos sobre el plan gubernamental de reducción de los gastos del Estado son realmente asombrosas y demostrativas de que hubo un mal manejo administrativo y presupuestal. No solo en el Gobierno Central sino en diversas entidades que se crearon para cumplir funciones específicas. Fuente de grandes perturbaciones ha sido el manejo del sector eléctrico, por ejemplo, que tantas complicaciones ha producido en las negociaciones de créditos internacionales. Pero el ministro Hommes puso también énfasis, con entera razón, en lo que ha significado el crecimiento de los gastos de funcionamiento. No se abstuvo tampoco de referirse a las leyes que han arrojado sobre la Nación cargas provenientes de obras departamentales o municipales.
Es una sana política la que ha enunciado el Gobierno y ojalá la mantenga con firmeza. Valdría la pena estudiar con detalles los efectos que ha tenido lo que suele llamarse upaquización . Con ella no solo crece automáticamente el gasto público sino también se encarecen las inversiones y, desde luego, la actividad corriente de las empresas. Si a la upaquización se suma el efecto retroactivo de las cesantías, resultará fácil entender la constante devaluación del poder adquisitivo del peso en el interior, que se refleja automáticamente en el alza del tipo de cambio exterior.
La administración pública ha marchado mal, muy mal. Y esa afirmación puede hacerse, por supuesto, también para los institutos descentralizados. El mal, por supuesto, viene de atrás, y valdría la pena examinar el porqué de esa falla y la manera como se ha venido agravando. Cuándo se dieron por el Gobierno o por el Congreso ciertos pasos que se han traducido en desastrosos resultados? Se ha citado un caso: el de la adjudicación de casas por el Instituto de Crédito Territorial sin el pago de cuota inicial. Pero hay otros. Qué decir de la manera como manejó ( sigue acaso manejando?) el Banco Central Hipotecario los fondos que recibió provenientes del pago de prestaciones sociales que están obligados a hacer los empleadores? Se ha podido recuperar el dinero que se manejó con tanto descuido e imprevisión?
El anuncio de que se hará un estudio cuidadoso de la manera como se han manejado, desde el doble punto de vista técnico y financiero, ciertas entidades creadas para cumplir funciones importantes, satisface también a una opinión alarmada por las informaciones que hasta ella han podido llegar. En esta misma edición se ofrecen datos referentes al manejo portuario y uno se queda asombrado de que se le haya dejado llegar a la actual situación.
Es una sana política la que ha enunciado el Gobierno y que al parecer ya está comenzando a poner en práctica. Hay que llegar a una administración austera y eficiente, que tenga un sentido razonable de las prioridades. Y hay que ser vigilante para evitar cualquier despilfarro. Yo me explico, por ejemplo, que el presidente Barco, con quien el país está siendo injusto, haya sentido la necesidad de dar a conocer a nuestras gentes los planes de gobierno que tuvo, los que cumplió y los que no pudo cumplir o solo cumplió a medias. Pero es exagerado el número y costo de las publicaciones que creyó necesario hacer para dar cuenta de sus éxitos y lamentar sus fracasos. Parece que la despedida tipográfica pasa de los cuatrocientos millones de pesos. Puede encontrarse justificación para cosas de esta naturaleza? Claro que no se puede condenar solo al doctor Barco por sus exageraciones. Casi todos los organismos oficiales y empresas se sintieron tentadas a seguir su ejemplo y no resistieron a la tentación. Corren por ahí, impresos en papel de fina calidad y con ilustraciones a varios colores, innumerables informes. De muy dudosa utilidad algunos; otros que bien se habrían podido hacer llegar al público en forma más modesta. Pero es que el sentido de la austeridad en el gasto público se ha perdido. Es necesario recobrarlo. El Estado debe ser avaro, reservar sus recursos para tantas agudas necesidades insatisfechas como tiene el país y, sobre todo, como las que tienen las clases más pobres.
Eficaz administración, austeridad fiscal, razonables prioridades: eso es lo que está ofreciendo el Gobierno y a ello debemos prestar firme apoyo. Ignoro si es cierta la noticia de que se quiere aumentar la tarifa del IVA, como compensación, desde el punto de vista fiscal, a una proyectada rebaja en numerosos numerales del Arancel de Aduanas. Manifestación de la llamada política de apertura que requiere un examen a fondo.
Es casi inútil recordar que el problema del equilibrio fiscal y de la más razonable distribución de los fondos públicos va a tenerse que contemplar en la Constituyente. Lo trató el Gobierno que presidí, sin que las reformas que aprobó el Congreso, contrariando propuestas gubernamentales, resultaran satisfactorias. Pero es evidente que una política fiscal como la que el país necesita tendrá que ser objeto de determinaciones por parte del cuerpo que el país va a elegir con la intención clara de que se reforme todo lo que ha contribuido a crear desorganización fiscal, tendencias inflacionarias y desvalorizaciones del peso con respecto al dólar. El esfuerzo que está haciendo el Gobierno no puede ni debe perderse por posteriores decisiones del Congreso.
Redacción El Tiempo
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