Cardoen, que ayudó al gobierno militar de Chile a poner fin a un embargo de armas en los años 70 y 80 y que le vendió armamento por unos US$400 millones a Irak, se ha convertido en el centro de la adulación de las páginas sociales de la prensa chilena.
Los políticos lo invitan a sus reuniones para recaudar fondos y recientemente inauguró un museo de arte colonial en Santa Cruz, su ciudad natal. Incluso se ha convertido en el tema de una nueva novela de corte satírico que se publicó en Chile: De cómo llegué a trabajar para Carlos Cardoen .
Sin embargo, Cardoen, que alguna vez se dedicó a recorrer el mundo firmando acuerdos con socios tan diversos como General Dynamics Corp. y el dictador etíope Haile Mengistu Mariam, se encuentra atrapado en su propio país debido a un encausamiento decretado por una corte del distrito de Miami en 1993.
El encausamiento acusa a Cardoen, Teledyne Industries Inc. y otras empresas de importar ilegalmente a Chile un metal de uso restringido llamado circonio. Las compañías de Cardoen habrían utilizado este elemento para construir unas 24.000 bombas de racimo que se le vendieron a Irak.
Hace dos años, Teledyne llegó a un acuerdo para ponerle fin al proceso y accedió a pagar US$13 millones en multas y cargos administrativos. Una de las personas involucradas en la venta, la única que fue a prisión por este caso, recibió una sentencia de 41 meses.
EE.UU. no ha solicitado la extradición de Cardoen porque cree que sería infructuoso. Los funcionarios del Departamento de Justicia de EE.UU. indican que el tratado de extradición] entre ambos países firmado en 1904, obliga a EE.UU. a resolver el caso en las cortes chilenas utilizando abogados locales. Ni siquiera podemos extraditar a nuestros propios ciudadanos , indica un funcionario del gobierno de EE.UU. Sabemos que no vamos a lograr sacar a Cardoen del país .
Sin embargo, Cardoen sugiere que existe otra razón. El Departamento de Estado sabía perfectamente bien lo que yo estaba haciendo , declara Cardoen, ingeniero de minas que obtuvo su doctorado en la University of Utah. Sus oficinas en Santiago lucen un cuadro con una solicitud de patente para clavos firmada por George Washington y una bóveda de cristal donde descansa una pistola Luger, utilizada durante el régimen nazi.
Correspondencia comprometedora Con la ayuda de algunos ex funcionarios del régimen militar del general Augusto Pinochet, Cardoen ha recolectado en los últimos tiempos antecedentes y correspondencia de diplomáticos chilenos en los que se indica que altos funcionarios de los gobiernos de EE.UU.
y Chile sostuvieron al menos tres reuniones donde analizaron el acuerdo comercial triangular del que surgieron las pruebas para emitir el encausamiento.
Uno de ellos es un cable enviado por la embajada de Chile en Washington fechado en febrero de 1987. El documento indica que los funcionarios de EE.UU. estaban preocupados por la exportación de materiales estratégicos utilizados por las compañías de Cardoen para producir bombas de racimo, no porque estuvieran en contra, sino porque temían que el congreso estadounidense usara esto para atacar al gobierno. Los funcionarios del Departamento de Estado aconsejan una mayor prudencia en estos procedimientos , indicaba el cable.
Otro cable detalla una reunión que tuvo lugar en agosto de 1987 en Santiago entre Robert Gelbard, en esa época subsecretario de estado de EE.UU., y Fernando Matthei, entonces comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile. El documento sugiere que Gelbard no sólo sabía de las exportaciones de circonio, sino que allanó el camino en favor de Cardoen cuando el departamento de Comercio de EE.UU. las cuestionó.
El general Matthei le dijo a Gelbard que la Fuerza Aérea chilena estaba interesada en que esos envíos no fuesen obstaculizados , según el cable. Gelbard compartió el punto indicando que el Departamento de Estado participaba del mismo interés , y agregó que el embajador Barnes le había comentado el tema, luego restándole toda importancia al asunto, señaló que se había tratado de una consulta formulada por el Departamento de Comercio sobre tales importaciones, la que ya había sido adecuadamente respondida .
Pero Gelbard, que ahora ocupa el cargo de subsecretario de Estado para asuntos de narcotráfico internacional y ejecución de la ley, dice que duda de la autenticidad de los cables. Tenemos un conocimiento bastante amplio sobre las actividades de Cardoen y nos oponíamos a ellas , dijo Gelbard en una entrevista. Me acordaría si hubiera hecho algo en beneficio de Cardoen, y no lo hice .
Harry Barnes, embajador de EE.UU. en Chile entre 1985 y 1989, concuerda. No apoyamos las ventas de armas de Cardoen a Irak , dice Barnes, empleado del Carter Center, de Atlanta. Dice que sus recuerdos sobre la reunión de agosto de 1987, a la que asistió, tampoco cuadran por completo con el cable.
Pero esto no es lo que dice el general Matthei. En una entrevista con la revista chilena Qué Pasa, dice que EE.UU. estaba consciente de las actividades de Cardoen y compartía su interés en eliminar cualquier obstáculo a las exportaciones de circonio. Bajo juramento y en cualquier corte del mundo estoy dispuesto a ratificar lo que éste el cable] señala , sobre la reunión de agosto de 1987, declaró a Qué Pasa.
Víctima de cambios políticos Cardoen insiste en que los cables prueban que es una víctima de los cambios políticos internacionales. Dice que mientras Irak luchaba contra Irán en los 80, Washington lo animó a vender armas al gobierno de Saddam Hussein.
Esa actitud cambió de la noche a la mañana, según él, cuando Irak invadió a Kuwait en 1991. Sus actividades _que incluían la construcción en Bagdad de una planta que producía espoletas para bombas electrónicas en tiempos de guerra y televisores en tiempos de paz_ se convirtieron en un inconveniente , dice.
La interpretación de Cardoen sobre los hechos fue apoyada hace dos años cuando Howard Teicher, ex funcionario del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., declaró bajo juramento que la Central Estadounidense de Inteligencia (CIA) autorizó, aprobó y asistió a Cardoen en la producción y venta de bombas de racimo y otras municiones a Irak .
Frank Tamen, fiscal auxiliar de EE.UU., que maneja el caso Cardoen, dice que Teicher se retractó de su declaración el año pasado aduciendo que tenía un vago recuerdo sobre el asunto. Teicher refirió las preguntas a su abogado, que no devolvió las llamadas telefónicas hechas por este periódico.
Cambio de suerte Lo que sí está claro es que la suerte de Cardoen empeoró repentinamente después de la invasión iraquí a Kuwait. Sostiene que sus técnicos fueron expulsados de Irak y que el gobierno de Saddam Hussein se negó a pagarle por la fábrica.
La Oficina de Aduanas de EE.UU. le confiscó propiedades por US$30 millones en Florida. Un contrato que había suscrito una de sus compañías para proporcionar servicios de mantenimiento a helicópteros Bell fue revocado, mientras que su licencia para fabricar jeans Lee en Chile fue cancelada.
Cardoen ha reducido su negocio de armas _que generaba una facturación de US$100 millones anuales_ para concentrarse en la producción de artículos como fósforos, palitos chinos y vino.
Cardoen, que tiene una orden de arresto pendiente expedida por Interpol, también ha disminuido su presencia en paraísos fiscales, que en alguna época incluía compañías relacionadas con armamentos en Grecia, Italia y España, y negocios inmobiliarios en EE.UU.
Dice que hoy su única empresa en el extranjero es un negocio de empaque de jugos de fruta, que tiene operaciones en Cuba y Venezuela.
EE.UU. continúa hostigándome en una manera que ningún humano puede tolerar , dice Cardoen. Cuando doy algún discurso, el embajador estadounidense trata de disuadir a mi anfitrión para que yo no hable. Si trato de exportar productos, mis clientes reciben por correo fotos mías junto a Saddam Hussein .
Tamen, el fiscal federal, dice que está encantado porque hemos podido cortarle un poco las alas y que si Cardoen en realidad cree que es inocente, debe probar su suerte en un tribunal. La cuestión no es si sabíamos o no sobre las ventas a Irak , dice Tamen. Lo que lo metió en problemas fue haberle mentido a las oficinas gubernamentales de Estados Unidos para obtener componentes estadounidenses .