El profesor que llega a clase a entregar una fotocopia a sus alumnos para que ellos, a su vez, la copien, comete un delito contra la propiedad intelectual. Lo mismo pasa con el que, para facilidad del estudiante, deja un capítulo en la fotocopiadora de la esquina para que el curso vaya, pague y lo reclame.
Se trata de reproducción ilegal de textos, delito contra la propiedad intelectual que se comete a diario y, a veces, sin conciencia, en Colombia.
Cuando es ilegal, la inocente fotocopia, herramienta compañera de los estudiantes universitarios, es uno de los dolores de cabeza de la industria editorial. Es el segundo problema después de la piratería y una de las prioridades a regular en materia de protección de los derechos de autor. En las vías de solución trabajan la Cámara Colombiana del Libro, la Ascun (Asociación Colombiana de Universidades), el Icfes y las autoridades.
Pero, no toda fotocopia o reprografía es ilegal. La ley 23 de 1982 menciona casos en los que es permitida. Dice que las bibliotecas están autorizadas a sacar copias de aquellas obras que son únicas o que es necesario conservar. Está el caso de los libros incunables que requieren de mucho cuidado, a estos les sacan una copia para consulta del público. También se permite la copia personal.
Si una persona copia cinco o diez páginas para sí misma -explica Gonzalo Arboleda, presidente de la Cámara Colombiana del Libro-, está bien, es copia privada. Pero detrás de ese concepto hay gente y muchas bibliotecas públicas y privadas que fotocopian todo el libro y luego lo ponen en venta o lo prestan alegando que es copia personal .
Manuel José Sarmiento, también de la Cámara Colombiana del Libro, recuerda casos en los que sacar fotocopias se convierte en un negocio entre el profesor y el establecimiento de fotocopiado. La policía ha encontrado sitios dedicados exclusivamente a la reproducción de libros enteros -dice-. Allá van los estudiantes y compran. También hay fotocopiadoras, alrededor de las universidades, que tienen listados de libros con nombre del profesor y la materia .
Se han encontrado fotocopias de libros completos, alrededor de los colegios. Algunas solo dos mil o tres mil pesos más baratas que el libro original, pero con una calidad pésima.
Son prácticas ilegales porque alguien se está lucrando. Todas esas fotocopiadoras que hay por ahí lo son afirma el abogado Jaime Cataño . Porque están tomando el texto de un libro que claramente dice: prohibida la reproducción total o parcial , lo reproducen y están ganando dinero sin pagar derechos de autor .
Queda por explicarle a la gente que el trabajo intelectual detrás de cada copia tiene un valor, incluso mayor, que el del papel, la tinta y el servicio incluidos en el precio. Cataño agrega que no es legal una fotocopiadora que cobre 70 pesos sin asegurarse de que el autor realmente autorizó esa copia y si dentro de esos 70 pesos están incluidos los derechos de autor .
En la campaña de sensibilización sobre la importancia del tema, la Cámara Colombiana del Libro ha encontrado sorpresas. Alguna vez, ilustrando sobre el tema a un grupo de fiscales, descubrieron que sus propias copias eran ilegales. Arboleda cuenta que era un caso similar al de varias universidades que promovían sus cursos con material incluido en el precio de la matrícula y entregaban a los estudiantes su paquete de fotocopias .
La Cámara ha establecido convenios con los centros educativos. Universidades como la Javeriana y la Sabana, de Bogotá, y Eafit, de Medellín, establecieron mecanismos para evitar las fotocopias ilegales en sus campus.
Cataño, de la rectoría de la Javeriana, dice: Tengo el deber de que en mi universidad haya una cultura de respeto por la propiedad intelectual y debo buscar mecanismos para concientizar a docentes y estudiantes. Decirles que el derecho a la información no puede pasar por encima del que tiene un autor a vivir de su obra .
Por ejemplo, de un lustro para acá, en la Javeriana la mayoría de fotocopiadoras no es atendida por nadie. Los estudiantes llegan y sacan lo que necesitan. En lugares como la biblioteca, donde sí hay personas atendiendo, no se reproduce un libro totalmente y no se saca más de una copia por persona. El resto, dice Cataño, queda en la ética de estudiantes y profesores.
PAGO DE DERECHOS.
La importancia de la protección de la propiedad intelectual crece a pasos gigantes en el mundo. En la OMC, Organización Mundial del Comercio, existe la posibilidad de que los países reciban sanciones económicas si no respetan la propiedad intelectual. A Colombia le podría pasar -agrega Cataño- que un día le dijeran: no le sigo comprando banano, porque en su país son piratas o hacen copias ilegales . Por eso se firmó el convenio antipiratería, por eso hay nuevas unidades de delitos contra la propiedad intelectual en la Fiscalía y la Dijín .
Para legalizar las fotocopiadoras, en las próximas semanas comenzará a funcionar el Centro Colombiano de Derechos Reprográficos, Ceder. Que será algo así como el Sayco (Sociedad de Autores y Compositores), encargado de recaudar el pago de derechos de autor, pero en materia de reprografía.
El Ceder no ha comenzado a recaudar. Aún estudia las formas de pago. Posiblemente se hará un cobro anual por máquina fotocopiadora. Sin embargo, el pago de derechos de autor ha sido posible desde siempre, por medio de las editoriales. El Ceder, indica Sarmiento, centralizaría el pago, que de otro modo tendría que hacerse libro por libro, editorial por editorial.