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BARRANQUILLITA, EN LA VÍA DE LA RECONSTRUCCIÓN

Al observarlo hoy, es difícil imaginar lo que significó hace 90 años.

En 1905 se inició la construcción de la primera gran plaza de mercado de Barranquilla, luego de haberse incendiado el mercado de Esteban Márquez a finales del siglo XIX. El movimiento comercial era intenso. Barranquilla era paso obligado de mercaderes que viajaban de un costado a otro del país.
Precisamente ese año fue creado el departamento del Atlántico, mediante la Ley 17 del 11 de abril, bajo la presidencia del general Rafael Reyes. Barranquilla, entonces, se convirtió en capital de departamento.
Esa plaza de mercado --localizada entre Pica Pica y la calle de las Vacas, a un costado del Caño del Mercado-- comenzó a prestar servicios en 1907. Esto permitió organizar la compra venta de productos naturales y mercancía en general.
En 1913 fue construido el Mercado de Granos, en la carrera Progreso frente a la Plaza Ujueta y a la Cervecería Aguila, y en el costado oriental del Caño con la avenida 20 de julio fue edificado, en 1949, el Mercado de la Loma.
Con el paso de los años, la desidia oficial y el dejar hacer, dejar pasar de la comunidad, el sector se fue deteriorando económica y ambientalmente.
Sólo hasta 1960 trataron de darle orden a la situación. La administración de las plazas de mercado de Barranquillita fueron entregadas a las recién creadas Empresas Públicas Municipales, y la zona fue reconocida en el Plan Socioeconómico para el Atlántico como vital para el desarrollo comercial y turístico de la ciudad.
Pero hasta esas medidas llegaron las intensiones. Como ni autoridades ni ciudadanos habían aportado su granito de arena a la solución real del problema, el viejo mercado principal tuvo que ser declarado en emergencia sanitaria en 1984.
Era el momento de recuperar el tiempo perdido, de lograr la rehabilitación de los caños, de controlar los focos de infección, de evitar el desbordamiento continuo de agua negras, de poner fin a la caótica ocupación del espacio público, de mejorar las estructuras arquitectónicas raídas por el peso de los años, en fin, de no seguir dándose golpecitos de pecho y asumir con responsabilidad la reparación de los daños causados a esta zona de Barranquilla.
Pero nada se hizo. Nada importante y definitivo.
Pasaron muchos años, tal vez muchos, para que comenzara la recuperación del Distrito Central de Barranquilla.
Cuando la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA) diseñó el Plan Maestro Vial, parecía que había sido estructurado otro proyecto inejecutable.
Durante sucesivas administraciones municipales analizaron la conveniencia de ejecutar los proyectos de la Misión japonesa, pero pocos pasos se adelantaron.
Sólo en 1992 comenzó a escribirse otra historia. Una en la que la palabra reconstrucción fuese la base. En un primer e importante paso trasladaron el mercado mayorista a la Gran Central de Abastos, luego reubicaron a los vendedores ambulantes y estacionarios en puestos construidos en un área saneada.
En 1993, el alcalde, Bernardo Hoyos Montoya, le entregó al Presidente de la República una síntesis del Plan de Desarrollo del Distrito Central, con el fin de interesar al Gobierno nacional en la solución de los problemas ambientales de Barranquillita.
Actualizando el Plan Maestro de la Misión japonesa, la Empresa de Desarrollo Urbano de Barranquilla S.A. (Edubar S.A.) presentó, en 1994, el Proyecto de Desarrollo Integral del Distrito Central de Barranquilla.
La senda hacia la solución final estaba iniciada. Se procedió a la búsqueda de recursos y al diseño de cronogramas de ejecución. Los costos del desarrollo total de la propuesta fueron estimados en 99.154 millones de pesos, lo que impide su ejecución a corto plazo.
La Administración categorizó como urgentes la canalización de los caños, construcción de alcantarillado pluvial y de parques con zonas verdes, recuperación de los mercados, ampliación de la calle 30 entre carreras 38 y 46, reconstrucción de las vías internas: calle 8 entre carreras 38 y 46, carrera 44 entre 6 y 30, y construcción de la calle 9 entre carreras 38 y 46, que comprenden la primera etapa de recuperación del Distrito Central, cuyos costos fueron estimados en 25.500 millones de pesos.
La recuperación ambiental y espacial de Barranquilla será una realidad. No hay que olvidar que el camino se hace al andar. (CPV).
Beneficios del proyecto
Con la ejecución del proyecto de Renovación Urbana del Distrito Central de Barranquilla serán beneficiadas 20.000 personas residentes en el sector, 1.800 personas empleadas en el sector secundario y a 23.600 personas empleadas en el sector terciario.
29.5 hectáreas están destinadas al uso residencial; 16.5 hectáreas están dedicadas al sector comercial --localizado en el sureste--; 14.4 hectáreas están dedicadas a negocios --en el noreste--; 26.9 hectáreas son usadas por el sector industrial; y en 5.2 hectáreas está localizada la terminal de buses. En 16.7 hectáreas planean localizar el parque y las instalaciones de recreación; en 3.5 hectáreas colocarán la planta de tratamiento de aguas negras, al este de la Avenida del río; y en 32.2 hectáreas se prolongan las vías del sector.
De acuerdo con el proyecto de Renovación Urbana del Distrito Central de Barranquilla preparado por Edubar, las condiciones actuales que se desean mejorar son:
* Inundaciones por aguas pluviales y estancadas, debido al bajo nivel del terreno y la inexistencia de un sistema de alcantarillado.
* Contaminación del Caño del Mercado, ocasionado por el continuo vertimiento de basuras y desechos.
* Localización indiscriminada y desordenada de estaciones de buses.
* Saturamiento de vendedores ambulantes y estacionarios en el mercado.
* Carencia de zonas verdes y áreas de expansión.
* Crecimiento de la tugurización.
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