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UN NUEVO MATADOR

Ayer tarde en la plaza de toros de Cañaveralejo de Cali se realizó la cuarta corrida de la feria, en la que tomó la alternativa como matador de toros Hernán Ruíz El Gino , de manos del diestro español Pepín Liria y como testigo Francisco Rivera Ordóñez, también hispano. Se convierte El Gino en el matador número 107 de la historia de la torería nacional. Nuevamente se llenó la plaza, y la corrida se realizó bajo un clima agradable.

Redacción El Tiempo
Se lidiaron toros de Guachicono, de los cuales el primero, para la alternativa del nuevo matador, tenía casta, pero también un problema físico y se derrumbaba con facilidad a la arena. El cuarto de la tarde también tuvo recorrido. El quinto algo sirvió. El mejor toro fue el sexto, para El Gino , y lo indultaron, eso sí, sin que el animal peleara en el caballo, porque allí puso los cuernos altos, no empujó y solamente le pegaron un pequeño puyazo.
Pepín Liria es definitivamente un torero entregado, que desea hacerle faena a todos los toros. Se juega entero así su enemigo sepa de letra menuda y desarrolle sentido. El primero de los suyos ayer fue peligrosísimo. Pero el español, después de lancear con una larga, dos afarolados, tres verónicas, chicuelina y la media, con la muleta estuvo valiente como pocas veces se ve. Hizo una faena entre el alarido y el olé. Porque el toro si pasaba una vez, la otra le buscaba el muslo, le tiraba el hachazo a la barriga o inclusive hasta a la axila. Se vio el español en las uñas del gavilán varias veces. Cuando logró deshacerse del regalo , tuvo que dar la vuelta al ruedo.
El otro, que brindó a una respetable dama de la sociedad caleña, doña Mery Eder de Garcés, Liria lanceó ganando terreno. Después ejecutó una faena en la que logró cuajar algunas series sobre la diestra, bien rematadas con los pases de pecho. El trasteo muleteril tuvo interés, pero el público, que debía haber mucho del de la noche histórica del viernes, parecía trasnochado, estaba duro, medio silente y no se emocionó mucho. Al natural también logró cuajar Liria. Lástima que pinchó dos veces antes de la estocada. Sinembargo dio la vuelta al ruedo.
Francisco Rivera Ordóñez, de quien se ha hablado tan bien, dejó en cambio mal sabor ayer. Luego de lancear ganando terreno, y de que el toro casi desviste al banderillero Jeringa porque al colocarle el par le tiró un gañafón y le arrancó media taleguilla, Rivera Ordóñez bregó un poco a someter al áspero toro, que en realidad tenía peligro y lo mejor era despacharlo.
La verdad es que uno puede tener condiciones para ser torero, puede tener sus tardes inspiradas, pero el oficio y la regularidad, esos se demoran este torero tienen 21 años. Dicen que es mucho más y ojalá así sea. Pero ayer en ese segundo toro, que siendo justo era áspero, se dejó trompicar mucho el engaño, no pudo ligar, ni tuvo cartilla para resolver las dificultades. Cuando mató de pinchazo y estocada tendida, aplaudieron al toro y pitaron al torero.
El Gino
Hernán Ruiz es un torero con muchos deseos, que ha luchado muchísimo para llegar a tomar su alternativa y que merece apoyo, porque tiene condiciones. Por lo que mostró deja ver que ha trabajado, que es consciente de lo que hace en el ruedo. Claro que le falta mucho, pero tomó a su alternativa con dignidad.
Su primer toro se caía. Era un toro gordo que se fatigó pronto. Pero cuando pasó, El Gino lo toreó bien, con suavidad, sin molestarlo. Su pases tuvieron temple. Mató de estocada desprendida y lo ovacionaron, para que saludara desde el tercio.
En el otro también anduvo a la altura de las circunstancias, no fáciles, por cierto. Porque le correspondió un toro de 512 kilos, con leña en la cabeza, que infundía respeto, o miedo, si se quiere. Por suerte era un toro que embestía con una nobleza suprema.
Lo toreó sin forzarlo para nada. Series de tres pases y se retiraba de la cara. El toro se fue arriba, embestía pronto y El Gino lo pasaba sin someterlo, por eso y porque estaba a medio picar, es difícil sabe realmente si merecía el indulto. Un indulto que fue presionado por el público, que a su vez escuchaba la radio que lo pedía, y porque un banderillero, cuando el nuevo matador estaba decidido a matarlo, resolvió atravesarse irrespetando al matador y desobedeciendo que desde la presidencia de la corrida que es la autoridad ordenaban que lo matara. De modo que no se vio el toro en su dimensión.
L.N.O.
Redacción El Tiempo
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