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Colombia, Angola y Haití

LUIS NOÉ OCHOA
Pasaron las elecciones. Hasta el 2013 no volveremos a ser importantes y
saludables para los políticos. Ya el ex presidente Uribe volvió en sí, después
de la paliza electoral en algunos departamentos claves y en las grandes
ciudades, empezando por Bogotá, que se espera sea la gran 'petrópolis' de
América, si Petro se la juega. Por favor, no falle.
Uribe se em... digamos decentemente, se embejucó con Santos porque nombró a
Rafael Pardo, quien tiene sobrados méritos, como Ministro de Trabajo. Dijo el
ex mandatario que fue un nombramiento "hostil", que a Santos se le ha bajado
el fervor popular; que se le nota en la mirada y se le nota en el andar. Y le
sigue dedicando canciones de despecho. Inclusive, dizque va a grabar su primer
sencillo guascarrilero: 'Le doy en la cara'.
Lo innegable es que Santos es el Presidente y no debe pedir permiso para
gobernar ni para nombrar. Y que el ex presidente se ve hoy más para coordinar
la oposición que para acompañar al Gobierno. Eso sí, el Presidente no puede
cederles un metro a las Farc, porque, aparte del desastre humano, podríamos
extrañar a Uribe. Y, además, debe dedicarse a trabajar y trabajar en programas
de equidad.
Estamos mal. La muestra es el triste lugar que ocupamos según el informe de
desarrollo humano, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD), que causa pena. Colombia está en el puesto 87, solo por
encima de Haití y de Angola, ese país africano, junto al río Songo, pero que,
songo zorongo, un día, supongo, podría estar mejor que nosotros si no nos
ponemos las pilas.
En el noble Haití, el 80 por ciento de la gente vive bajo la línea de pobreza.
Y no se salen de ahí porque afuera está peor. Cómo será que ya tuvieron que
consumir hasta los bosques, pues allí solo queda el dos por ciento de selva. Y
nosotros estamos a dos puesticos, con tanta riqueza que hay. Hemos detenido un
poco la explotación forestal, pero las mafias de la madera nos siguen dando
palo.
Yo, en economía, puedo decir cosas tan acertadas como las del viejito que fue
a donde el odontólogo a que le revisara los ojos, pues no veía de lejos porque
sufría de disfunción eréctil. Pero sé, por ejemplo, qué es el coeficiente
Gini, con el que se mide la desigualdad en la distribución de la renta. Y sé
de curvas no tan económicas.
El informe de desarrollo humano lo encabeza Noruega. Y Oslo advierto que
estamos a años luz de ser una sociedad como aquella. Qué envidia. Pero algo se
puede hacer si este gobierno, que ha mostrado sensibilidad social, dedica sus
esfuerzos a cobertura en educación y a producir empleo. Aquí, con casi 20
millones en la zona de pobreza, en miles de hogares no se piensa siquiera en
la universidad, especialmente en el campo. Que el chino aprenda a leer y a
'jirmar' y punto. Así, de la equidad solo se sabrá que es un equipo de fútbol
de Bogotá. Cobertura, oportunidades, es lo que deben pelear los estudiantes.
Natalia París y yo no uniríamos y los acompañaríamos en un besotón de media
hora.
La desigualdad es odiosa. Pongamos como ejemplo los sueldos y las pensiones de
los padres de la patria frente al salario mínimo, que el Ministro de Hacienda
dice que cuidado lo suben mucho. Ahí está el detalle, dijo Cantinflas. Se debe
pensar en la redistribución del ingreso. Así los ricos nos traten de ser unos
"igualados", es en la equidad donde germina la convivencia. Los grandes
'cacaos', todos los de mejores posiciones, deben contribuir con programas
sociales, pagar impuestos justos y a tiempo, aportar para educar. Si no se
hace nada de esto, la canción de los pobres a los de arriba será la ranchera
de Uribe a Santos, "la distancia entre los dos es cada día más grande". Y cada
vez estaremos más cerca de Angola que de Noruega.
luioch@eltiempo.com.co
ANDRUI
LUIS NOÉ OCHOA
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