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CREDIBILIDAD DE CAPA CAÍDA

Una de las peores cosas que le puede pasar a un gobierno es perder la credibilidad en el manejo de la economía. Si el sector productivo no tiene la suficiente confianza, la inversión empieza a deteriorarse y se caen la producción y la generación de empleo.

LUIS ALBERTO LOPERA
Es tan claro ese temor, que muchos todavía recuerdan que hace varios meses se comentó que el presidente Ernesto Samper les dijo a los integrantes de la junta directiva del Banco de la República, que a él no lo tumbaba la inflación, pero sí una recesión.
Si nos atenemos a lo que muestran las cifras del presente año, el país ni ha entrado ni hay posibilidades de que entre pronto en una recesión, aunque se ha desacelerado el crecimiento de la economía. Pero sí hay un malestar y una creciente incertidumbre. La última encuesta empresarial de Fedesarrollo demostró que la producción y las ventas siguen deprimidas y, lo peor, que las expectativas de que mejoren la producción y la situación económica han caído al peor nivel en los últimos años. Un resultado que también se reflejó en la Encuesta de Opinión Económica de EL TIEMPO.
Esa incertidumbre ha crecido mucho en las últimas semanas, y ahora se ve en toda la población, porque se ha empezado a observar cierta descoordinación entre el presidente Samper y su equipo económico. Veamos unos ejemplos.
Cuando el ministro de Minas y Energía, Rodrigo Villamizar dijo que para el año próximo había que reajustar las tarifas de energía en 20 puntos por encima de la inflación, al otro día el presidente Samper salió a desautorizarlo y aseguró que las alzas serían acordes con la meta de inflación del 96.
Pocos días después, la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) expidió la Resolución 055, que ordena desmontar los subsidios a la energía para los estratos 4, 5 y 6. Se hicieron todos los cálculos y quedó claro que para el estrato 4, las tarifas de luz subirán entre 11 y 136 por ciento, según cálculos de la Superintendencia de Servicios Públicos. El promedio es 54 por ciento.
Al otro día de haber expedido esa resolución, que está firmada por los ministros de Minas y Energía, Hacienda y el Jefe de Planeación Nacional (José Antonio Ocampo) Samper repitió en Medellín que eso era una propuesta y que cualquier decisión se adoptaría en el Pacto Social.
Es tal la descoordinación, que el propio Minhacienda, Guillermo Perry, dijo el jueves que los medios de comunicación han exagerado sobre las tarifas, y reconoció que al interior del Gobierno se han presentado problemas de comunicación.
A esas inconsistencias se sumó una más grave. Después de pelear durante tantos meses por un reajuste del Impuesto a las Ventas (IVA) de 14 a 16 por ciento, a última hora un grupo de parlamentarios convenció al presidente Samper que aceptara subir ese tributo ahora, pero rebajarlo gradualmente después. Y, al parecer, la renegociación se hizo a espaldas de Perry.
No es claro que un gobierno defienda a capa y espada un paquete de nuevos tributos, porque de lo contrario no podrá hacer inversión social, y que a última acepte una rebaja de un punto en el IVA en 1998 (de 16 a 15 por ciento), que le representará al fisco 500.000 millones de pesos menos. Si el problema fiscal que se le viene al país es tan grande, no debió ceder, porque eso es dejarle el problema al próximo gobierno.
Pero hay más. La administración Samper y los empresarios propusieron el miércoles un reajuste del salario mínimo de 18,6 por ciento para 1996 y al otro día los ministros de Hacienda y de Trabajo dijeron que esa no es una propuesta para negociar. Que simple y llanamente, creen que eso es lo justo y es lo que debe adoptar el pacto social.
Aunque es probable que haya más, estos ejemplos dejan claro que no hay mucha coherencia en el manejo de la economía. Y si eso no se corrige pronto, es probable que se sigan desinflando las expectativas y, ahí sí, se perfile la recesión a la que tanto temor le tiene el presidente Samper.
LUIS ALBERTO LOPERA
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