El acuerdo adoptado ayer por los embajadores de la OTAN devuelve la responsabilidad al presidente del gobierno Felipe González, quien se ha mostrado muy poco dispuesto a cargar con la candidatura por quinta vez.
Fuentes políticas dijeron que Solana era el primer candidato para sustituir a González quien desde hace tiempo ha querido alejarse del gobierno donde se encuentra desde hace 13 años, pero ha sido objeto de grandes presiones de su partido para que continúe en el cargo.
Esta vez, con una oposición que lo asedia y lo acusa de planificar una guerra sucia contra los guerrilleros vascos de la ETA en el decenio de 1980 y encuestas que indican que los socialistas perderían los comicios, parecía que el momento era el apropiado para un alejamiento de González.
Solana, de 53 años, era la figura mejor ubicada para unir a un partido agobiado por disensiones en los últimos tres años.
Con la partida del canciller a Bruselas, los socialistas que proyectaban anunciar su candidato el 22 de diciembre, han quedado con muy pocas cartas que jugar.
El dilema del partido ahora es que es precisamente González el candidato con mejores posibilidades de reducir el daño que sufrirán los socialistas en los comicios de marzo.
Las recientes encuestas de opinión pública mostraron que González, aún cuando está acorralado por la crisis más seria de sus 13 años en el poder, es todavía el candidato más popular de su partido y que bajo su liderazgo los socialistas tendrían asegurado un 30 por ciento del sufragio.