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MATARON AL DURO DEL UNASE

El capitán de la policía, Jairo Ríos Fonseca, perdió la vida cuando participaba en un operativo contra extorsionistas. Su corta existencia estuvo cargada de éxitos profesionales.

Papi, qué te pasó que te van a llevar los policías? , fue la inocente pregunta que el pequeño Sebastián, de tres años, formuló mientras el féretro que guardaba los despojos mortales de su padre, el capitán Jairo Ríos Fonseca, era alistado por un grupo de agentes de la Policía Nacional para ser llevado a su última morada, en los Jardines de la Esperanza de Sogamoso. Ese interrogante hizo más dramático para los familiares y acompañantes el último adiós al joven militar sogamoseño.
Ríos Fonseca, que a lo largo de su existencia fue un infatigable y condecorado luchador contra el hampa organizada de distintas regiones del país desde la Unidad Antiextorsión y Secuestro, Unase (hoy Gaula), cayó abatido el pasado 4 de agosto en un operativo cumplido en la parcelación Popalito de la finca El Refugio de Barbosa (Antioquia), al norte del Valle de Aburrá. Cuando intentaban evitar el pago de una importante suma que como producto de una extorsión se exigía a un conocido comerciante de la región, una patrulla de la Policía Nacional fue atacada por elementos del frente Bernardo López Arroyave del Eln. En el enfrentamiento resultaron muertos tres integrantes del grupo de delincuentes, lo mismo que el capitán Jairo Ríos Fonseca.
El cadáver del oficial fue trasladado a Sogamoso y en la tarde del pasado martes recibió sepultura con los honores militares de rigor, presididos por los altos mandos de la Policía en el Departamento y las autoridades municipales, encabezadas por el alcalde Gustavo Suárez Niño.
En el barrio Magdalena, el más populoso de Sogamoso y donde Ríos Fonseca nació, el sentimiento de dolor fue generalizado, en virtud del aprecio que entre sus habitantes se ganó desde muy niño. Sus grandes amigos los tuvo en este barrio. Jamás se olvidó de su gente.
Murió un duro
A lo largo de su carrera en la Policía Nacional, Jairo Ríos hizo gala de sus enormes virtudes como ser humano y como profesional valeroso. Las múltiples condecoraciones recibidas testimonian su entrega en las disciplinas deportivas como en el cumplimiento de sus deberes en el Unase, grupo en el que siempre laboró. Algunos de esos galardones ocupan sitio especial en la sala de la casa paterna.
Se murió un duro , fue la frase de elogio que un compañero de profesión expresó al dar el pésame a doña Teresa, la acongojada madre. Y es que, afirman quienes lo conocieron, Jairo no era de los que echaba pie atrás. Siempre ponía el pecho. Era tenido en el Unase como un Rambo , por su valor y entrega, pues siempre frenteaba en los operativos en que participaba para luchar contra los secuestradores y extorsionistas. Era el primero en asumir los riesgos. Para sus subalternos fue un héroe, por eso varios de ellos llegaron a Sogamoso para darle el adiós definitivo.
Gozaba al máximo cuando con su trabajo se lograba la libertad de un secuestrado o evitar una extorsión y capturar a los delincuentes. Sus alegrías, por esta razón, fueron incontables. Se sentía frustrado y sufría cuando un operativo no culminaba positivo.
Su capacidad e inteligencia puestas al servicio del Unase lo llevaron a participar en operativos realizados en Venezuela y Ecuador, de donde llegó condecorado.
Sueños frustrados
Olga Lucía Lozano, una atractiva bumanguesa, estudiante de administración de empresas, quien durante los últimos seis años compartió su vida con Jairo Ríos, relievó el interés de éste por ayudar y servir al prójimo sin esperar ninguna recompensa. Me aferró a él su despego por lo material , dijo Olga.
Recordó el amor que profesó por su hijo Sebastián, fruto de la relación de estos seis años con Jairo. Quería que su hijo fuera un verraco, un héroe , dijo.
Olga destacó que su compañero quería seguir descollando en su carrera como policía. Su sueño era llegar bien arriba y luego retirarse a descansar en una finca que deseaba tener en Sogamoso. Reconoce que a Jairo le gustaban las mujeres y que fue padre de otro hijo, Jairo, de dos años y medio.
Su profesión era la primero. Sabía que en ese trabajo podía terminar su vida, pero jamás pensó que fuera tan pronto porque tenía varios sueños por realizar , recordó Lozano. Hace 15 días fue su última conversación con Jairo a través del teléfono. En esa oportunidad le anunció un próximo encuentro: tranquila mi amor, espero pronto tomarme unas vacaciones y descansar en Sogamoso . El destino quiso que ese encuentro fue doloroso. El pasado lunes Olga Lucía, acompañada de su hijo Sebastián, se reencontró en Sogamoso con su amado, vestida de riguroso luto, para despedirlo en su viaje al descanso eterno.
Hoja de servicios
Jairo Ríos Fonseca había nacido el 23 de diciembre de 1968. Era el menor de los tres hijos del hogar formado por Martín Ríos, comerciante, y Teresa Fonseca, ama de casa. Son sus hermanos Luz Marina, auxiliar de enfermería residente en Santa Fe de Bogotá, y Enoc, estudiante universitario.
Jairo realizó sus estudios primarios en la Concentración Magdalena y cursó la secundaria en los Colegios Sindicato Acerías Belencito e Instituto Integrado Joaquín González Camargo , donde, a los 16 años de edad, en 1984, se graduó como bachiller académico.
Fue siempre un consagrado en todo: en el estudio, en el deporte y en su profesión. Tuvo posibilidades de hacer estudios de minas, pues pasó pruebas de admisión que presentó en el Sena y en la UPTC Sogamoso, pero al final se inclinó por hacerse policía, atraido por el papel que en esa institución estaba desempeñando un amigo de la infancia.
En la Escuela General Santander inició en 1987 su formación como policía. El año pasado había ascendido al grado de capitán.
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