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EL HOMBRE QUE SE ATRAVESÓ EN EL ACUERDO CON EL ELN

Erich Fromm se coló en el campamento de Antonio García con su libro El arte de amar, pero el jefe guerrillero se encargó de que la sicología del autor no permeara a Carmen , su compañera.

Erich Fromm se coló en el campamento de Antonio García con su libro El arte de amar, pero el jefe guerrillero se encargó de que la sicología del autor no permeara a Carmen , su compañera.
Eso es basura , le dijo. Y la mandó a leer cosas que le sirvieran al movimiento guerrillero.
El recuerdo es de un ex combatiente que estuvo al lado del jefe militar del Eln durante algún tiempo. Lo trae a cuento porque deja ver al hombre frío y escaso de emociones que guarda en la mente.
Antonio García es rígido, intransigente, fundamentalista y calculador . Los calificativos, en distinto orden, son de otros ex militantes del Eln y de personas que tuvieron contacto con él durante los diálogos con el Gobierno.
Dicen que García , cuyo verdadero nombre es Eliécer Erlinto Chamorro Acosta, es el hombre radical del Comando Central (Coce). Sobre todo, en las discusiones políticas.
Ceder en una negociación, para él, significa rendirse y esa palabra no tiene lugar en su diccionario.
Por su intransigencia, varias reuniones suyas con el ex comisionado de paz Víctor G. Ricardo terminaron a los cinco minutos.
El viernes de la semana pasada, cuando otros voceros del Eln se aproximaban a un acuerdo con el Gobierno, García buscó una emisora radial para decirle al país que veía difícil un proceso de paz con el presidente Pastrana. El acuerdo naufragó.
El jefe militar no toma las decisiones del grupo guerrillero, porque éstas son colectivas, pero sus opiniones pesan.
Tiene reconocimiento por sus relaciones con los frentes Domingo Laín y Camilo Torres , explica un ex guerrillero.
Es el único de los estudiantes de los años 70 de la Universidad Industrial de Santander (UIS) que se mantiene en la organización insurgente.
Los demás murieron en combate y otros se fueron del Eln. Esa historia también cuenta para el grupo guerrillero.
Fue el frente Miguel Pimiento , de Bucaramanga, el que le dio alas dentro del Eln. Se integró a él cuando estudiaba ingeniería.
El Pimiento era para esa época el que más acciones militares mostraba. Además, García , que entonces se hacía llamar Gabriel , mostró que disponía de hombres cuando los necesitaba.
El guerrillero, nacido en Mocoa (Putumayo), pasó a la dirección nacional del Eln en 1983 y los primeros diálogos con el grupo insurgente, en 1991, lo perfilaron para el Coce.
Ese año lo enviaron a Caracas porque, aparentemente, Francisco Galán se estaba poniendo flojo con el Gobierno.
Hubo sorpresa entre los otros delegados. García no había sido un hombre político, sino el ideador del sistema de comunicaciones del grupo guerrillero. Incluso, antiguos compañeros lo recuerdan leyendo siempre sobre asuntos técnicos.
De piedra y de poemas
García encarna al eleno de los 70. El duro, firme, inamovible, que abandona la familia por la lucha.
Sus hijos, como los de pocos insurgentes, pasaron desde temprano por las zonas de combate.
Las figuras de los muchachos revoloteando por entre los campamentos, eran, para los combatientes, lo que mejor reflejaba al hombre de piedra del Eln.
Para García eran el ejemplo del compromiso de un eleno . Decía que los hijos de un revolucionario debían construirse en las bases campesinas , recuerda un ex compañero del movimiento. Hoy, por lo menos tres de sus cuatro hijos lo acompañan en el monte.
Las lágrimas por las personas que se dejaban para ir a la guerra estaban vetadas para sus guerrilleros. Revelan debilidad ideológica , predicaba el segundo hombre del Eln.
Alguien que vivió años junto a él, dice, sin embargo, que lleva la procesión por dentro.
Habla de las caricaturas que también le reconocen miembros de la Comisión Facilitadora y del libro de poemas que le publicaron Werner y Michaela Mauss, la cuestionada pareja alemana que negociaba los secuestros del Eln.
Fue Michaela la que leyó en el encuentro de Maguncia (1998) esos poemas , recuerda uno de los facilitadores del proceso con el grupo guerrillero.
Algunos leen en García la clara intención de mantenerse como el paradigma del hombre que no traicionará nunca la dignidad elena: victoria o muerte .
Sobre ese fundamento pretende mantener a la agrupación insurgente como una guerrilla sostenible, pero la conduce al mismo tiempo a un terrorismo que se convierte en arma de doble filo.
García llegó a pedir perdón por los más de 70 muertos que dejó en Machuca (Antioquia) la voladura del Oleoducto Central, pero luego dijo que la tubería no debía pasar por ese caserío.
Cita a Simón Bolívar cuando le reclaman por los secuestros. El libertador tomó prisioneros de guerra y luego los canjeó , argumenta.
Hay quienes no ven a este hombre de 45 años en el escenario político. Dicen que hace tiempo, como Felipe Torres, quemó la nave que lo llevaría de regreso a la vida de los civiles.
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