Bogotá vivió ayer uno de los días más caóticos de su historia reciente. Ni siquiera los paros cívicos que se han realizado este año habían provocado el caos y desespero que generó ayer el bloqueo de al menos 40 vías principales de la ciudad.
(VER GRAFICO: Está de acuerdo con el Pico y Placa para taxis, buses, busetas y colectivos en Bogotá).
Como una lava amarilla que se fue extendiendo por las calles, bocacalles y avenidas más transitadas de Bogotá, grupos de taxistas atravesaron sus vehículos para impedir el paso de miles de carros que quedaron, literalmente, paralizados en medio de la vía. No valieron atajos, contravías, ni súplicas para que los conductores cedieran.
Todo comenzó el miércoles en la noche, cuando el alcalde Antas Mockus anunció oficialmente el decreto que ordenaba la aplicación del Pico y Placa para el transporte público de la ciudad a partir del 6 de agosto, una medida que afecta a cerca de 76 mil vehículos, entre buses, busetas, taxis y colectivos.
Horas después del anuncio oficial, empezaron los bloqueos en la Avenida Caracas, que atraviesa la ciudad de norte a sur; en el céntrico sector de Puente Aranda y algunos tramos del sistema TransMilenio.
Cuando miles de ciudadanos comenzaban su actividad diaria, a las 5 y 30 de la mañana de ayer, los taxistas ya se habían apoderado de la Avenida Eldorado con carrera 94. También de la carrera 24 con calle 80, donde bloquearon las troncales de TransMilenio. En este punto, por lo menos 100 taxis y 15 buses colmaron la vía.
Muchos pasajeros debieron abandonar los carros en que se movilizaban hacia el aeropuerto y tuvieron que cargar sus maletas hasta el terminal aéreo. Una pasajera que debía viajar a las 5 p.m. a Miami recurrió al ingenio: pidió por teléfono una ambulancia para que la llevara a El Dorado. El vehículo llegó, la trasladó en 15 minutos y cobró 80 mil pesos por el servicio.
En la estación de la carrera 37 con calle 80, 15 buses articulados, en perfecta fila, quedaron bloqueados. Hacia las 7 a.m., la calle 80, que comunica el Oriente y Occidente de la capital, empezó a llenarse de gente que caminaba a sus lugares de trabajo. A estas alturas, el paro de transportadores ya era un hecho.
A medida que pasaban las horas, la confusión se fue apropiando de la gente. Por favor, déjeme pasar que voy para una cita urgente , clamaba una señora en la calle 94 con carrera 30, donde el bloqueo de vías la había sorprendido. Un señor, a bordo de su Mazda 626, suplicaba a un agente de la Policía que lo dejara hacer un giro prohibido para librarse del taco. No se puede. No ve que los taxistas están en paro. Lea el periódico o ponga la radio , le contestó, irónicamente, el agente.
Los ánimos comenzaron a caldearse y la gente empezó a lanzar improperios contra todo: contra el Alcalde, los taxistas, la prensa, el Presidente, el país. Y también, empezó a echar mano de todo: de las motos para que los acercaran a sus destinos; de las bicicletas con parrilla, de las camionetas con platón o de un buen par de tenis.
También hubo taxistas que accedieron a trasladar a los pasajeros, pero con una advertencia: Hágase adelante porque si me ven con pasajeros me rompen el carro . Y era cierto, porque a medida que pasaban las horas, el salvajismo transformó a los conductores, que no respetaron ni a sus propios colegas. En la calle tercera con carrera 30, sur de la ciudad, un taxista rompió los vidrios a otro colega porque no quiso atravesar su taxi. El ofendido, al ver la acción, aceleró y atropelló al agresor, luego emprendió la huida.
En la carrera 50 con calle octava, también en el sur de Bogotá, una mujer se enfrentó a cachetadas con un taxista porque el hombre le había roto los vidrios a su carro luego de que ella intentara abrirse paso por entre el andén.
Antes del medio día, las calles de Bogotá se habían enloquecido. Hordas de vehículos de todos los tamaños invadieron las calles tranquilas de los barrios. Se metieron en contravía. Se pasearon por los sardineles, andenes y ciclorrutas. Dieron reversa. Aceleraron. Los angustiados conductores sudaban. Puñeteaban el timón. Avisaban por celular el lío en el que andaban metidos. Y cuando todo fue inútil, dejaron el carro en parqueaderos que encontraron por el camino o donde algún familiar o en los centros comerciales e, incluso, en los parques públicos.
No hubo acuerdo.
Los más resignados optaron por estacionarse en cualquier parte, reclinaron la silla y confiaron en que todo se solucionaría pronto. Pero no fue así.
Hacia la una de la tarde, una reunión entre el alcalde Mockus y representantes de los transportadores había fracasado. Yo puedo, incluso, modificar la medida, pero a base de argumentos y no de presiones , dijo el mandatario. Pues aquí nos vamos a quedar el resto de la tarde, de la noche o de los cuatro días que faltan para que empiece el Pico y Placa , respondió un vocero.
Mientras tanto, el drama para los particulares seguía, porque los dueños de las calles eran los taxistas. Ellos decidían si se le daba paso a una ambulancia o no; si se abría la calle por unos minutos para luego cerrarla o si trasladaban el bloqueo calles más arriba o calles más abajo. Se convirtieron, de la noche a la mañana, en los mandamases.
A las 3 p.m., una mujer pidió que la dejaran pasar con su pequeño microbús para terminar de dejar en sus casas a niños menores de cinco años que venían de algún jardín infantil. Déjela pasar, hombre, que usted también es papá. Qué les cuesta abrir por un momento para que podamos movernos y después, si quieren, vuelvan a cerrar. Así están haciendo los campesinos con los bloqueos en las carreteras: abren un ratico, y después cierran , le dijo un conductor espontáneo a un taxista. El hombre ni se inmutó.
Otro drama se vivía en las empresas, que pasado el medio día, tuvieron que dejar salir a los empleados para que pudieran llegar a sus casas. La pregunta era cómo, pues el problema no era un paro de transporte sino una ciudad paralizada.
Hasta los muertos tuvieron que esperar. En la funeraria Cristo Rey, del norte de Bogotá, la misa por un difunto tuvo que ser trasladada porque el vehículo que debía llegar con el cuerpo no apareció.
Antes de las 5 p.m., volvió el caos. Muchas personas que regresaban a sus casas en carros, se encontraron con que las vías seguían bloqueadas. Volvieron los improperios, la invasión de andenes y el roce entre conductores de uno y otro lado.
Al caer la tarde, Bogotá se había convertido en un infinito mar de gente que caminaba por la mitad de las avenidas. El tapete de maizena que dejó la celebración de la Copa América, había sido reemplazado por restos de vidrios rotos, palos de paleta, bolsas de agua desocupadas y huellas de zapatos cansados.
NI CLASES NI PICO Y PLACA.
Con el fin de reducir el impacto del paro de transportadores que se realiza en Bogotá por la aplicación del Pico y Placa a los vehículos de servicio público, anoche las Administración Distrital tomó algunas medidas.
En primer lugar, la Policía inició operaciones con el fin de desbloquear los cruces más neurálgicos de la ciudad y facilitar el regreso a casa de la gente. El primer sitio fue la calle 170 con Autonorte.
Adicionalmente, Mockus les pidió a los padres de familia no enviar a sus hijos a clases hoy, para evitar que se presenten situaciones como las de ayer, en las que los niños se quedaron encerrados entre los buses, en la mitad del bloqueo.
También se anunció que hoy no habrá Pico y Placa para los vehículos particulares.
Una última petición de Mockus fue para los taxistas que estaban protestando en las vías: que no mezclen el paro con el alcohol.
Anoche, el Gobierno Nacional empezó a mediar entre la Administración Distrital y los protestantes. Mockus habló con el ministro del Interior, Armando Estrada Villa, quien aseguró que el Gobierno respeta la autonomía del Alcalde. Agregó que con el paro de ayer se violaron los derechos de los ciudadanos y que las autoridades deben utilizar los medios que tengan a su alcance para restablecerlos.
También afirmó que si se debe usar la fuerza pública lo harían y, aunque dijo que el Ejército no debe atender problemas urbanos, no descartó que sean utilizados para retornar la calma.
Al cierre de esta edición Mockus estudiaba la posiblidad de decretar el toque de queda y cancelar las licencias de operación de las empresas que participaron en el paro. MEDIDA SE MANTIENE: MOCKUS No cederé ante modelos chantajistas , dijo el alcalde Antanas Mockus luego de tres horas de discusión con los empresarios del transporte público, para poner término al bloqueo de las vías bogotanas. El Alcalde añadió que con argumentos, y no por medidas de hecho, está dispuesto a negociar fórmulas alternativas al Pico y Placa para el sector. En la reunión, que se celebró en la Alcaldía Mayor, se hicieron presentes delegados de empresas como Taxis Libres y sindicatos como Conaltur y Apetrans, quienes expusieron sus puntos de vista a la Secretaria de Tránsito, Claudia Vásquez, y al Comandante de Policía Metropolitana, Jorge Linares. Sin embargo, al finalizar el encuentro, solo se llegó a un acuerdo: instalar ayer mismo una mesa de trabajo para continuar los diálogos. Esta comenzó a sesionar a las 6 de la tarde, en la sede de Puente Aranda de la empresa Taxi Libres. El Alcalde insistió en que la medida se mantendrá y comenzará a regir a partir de las 5:30 a.m. del próximo lunes. Recordó que antes de tomar la decisión se realizaron 18 reuniones entre la Administración y los transportadores. Afirmó que con el Pico y Placa para el transporte público la contaminación se reducirá en 22 por ciento; bajará la sobreoferta de buses y busetas y el deterioro de las vías será menor. Mockus sostuvo además que la demanda del transporte público se mantendrá, pero la oferta bajará. Según los estudios de la Secretaría de Tránsito, el promedio de carreras para los taxistas aumentará de 15 a 20 diarias.