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EL COOPERATIVISMO, UN NUEVO ESTILO DE VIDA

La cooperación ha existido en la naturaleza. Los tres reinos: animal, vegetal y mineral, son ineficientes por sí mismos. La cooperación conjuga la utilidad de los tres para el servicio humano, para la riqueza, para la prosperidad, el desarrollo y el progreso de la humanidad.

Los animales son un ejemplo. Las abejas y las hormigas tienen una forma de cooperación instintiva, de las cuales deriva el hombre ejemplos muy valiosos.
De estas formas de convivencia la cooperación también ha existido por toda la historia del hombre. La horda, primera agrupación humana, la formaban familias que se unían para defenderse y atacar. Y la reunión de varias hordas formó la tribu, con asiento social, para ayudarse mutuamente a vivir y crear condiciones de vida favorables a la personalidad humana.
La cooperación económica fue consecuencia de esta cooperación social instintiva. El hombre primitivo peleaba en el campo de combate o en asalto, por la posesión de la tierra laborable, por los campos de pastoreo para sus ganados, por las zonas de pesca y caza que le daban la presa para el alimento.
En siglos de luchas y conquistas, comprendieron la necesidad de cooperación y se dieron cita en lugar determinado, neutral e intermedio, para llevar sus productos e intercambiarlos con los que no producían. Y por muchos siglos, el trueque, fue su forma de comercio y de cooperación.
Estas formas primitivas de cooperación, latentes en el ser humano, como ente social, fueron superándose a través de siglos y de experiencias, hasta consagrarse al final, en la Sociedad Cooperativa, que es hoy la forma perfecta de cooperación universal.
La pobreza
La pobreza ha existido desde el principio de los tiempos. La sociedad está organizada como una gran pirámide, cuya base la forma la inmensa clase de los desposeídos de la fortuna, que aportan el mayor esfuerzo y soportan todas las privaciones.
Contra esta organización defectuosa e inequitativa de la misma sociedad, ha luchado el hombre infatigablemente, unas veces con rebeldía, provocando revoluciones sangrientas; otras, pasivamente, creando sistemas y prácticas, en busca de formas de vida más acordes con la condición humana.
Uno de esos movimientos pacíficos, pero verdaderamente revolucionarios en el camino del equilibrio económico de la sociedad, lo inició el cooperativismo como una fórmula para la equitativa distribución de la riqueza.
Para darle un giro a estos cambios de la historia del cooperativismo universal, aparece Robert Owen como el abanderado de una política económica más justa, que equilibrará el beneficio de la empresa entre el capital y el trabajo. Fue el suyo uno de los primeros intentos para organizar el sistema cooperativo.
Owen empezó dando a sus empleados mejores salarios, un horario justo de trabajo, viviendas saludables, atención y servicios asistenciales extensivos a los familiares y justicia social.
Pero algo más legó el empresario Robert Owen: hizo a los obreros socios de su fábrica regalándoles acciones para que participaran en las utilidades de la empresa. Y luchó infatigablemente con otros empresarios para que hicieran lo mismo. Lo que logró en parte con algunos de ellos.
La concepción de Robert Owen, de hacer a los obreros sus propios patronos, fue interpretada por la economía moderna como la cooperativa industrial. Es por eso, que después de todas estas luchas y logros de los menos favorecidos, se celebra durante la primera semana del mes de julio la Jornada del Cooperativismo.
La cooperativa es para el cooperativista no un mero lugar físico donde se obtienen beneficios económicos, sino el medio social en donde se hacen intercambios con determinados intereses.
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