Joselillo de Colombia , por fin pudo mostrarse en su plaza, el albero de la ciudad que lo vio nacer y el cual fue inaugurado por su padre. Recibió a su primer toro con magníficas verónicas que fueron aplaudidas. Ya con la muleta conquistó su plaza. Llevó al toro al centro del ruedo para ejecutar series con la derecha, aguantando, como un padre con salario mínimo y seis hijos. Una faena que tuvo valor y temple, completa, por derecha, en redondos, y al natural. Pases mandones y lentos, entre música, ovaciones y gritos de torero, torero. El diestro toreaba con quietud, mientras su padre se paseaba por el callejón entre nervioso y contento. Se entregó con decisión al entrar a matar, y cobró una estocada a la altura de los Andes, es decir, hasta los gavilanes. Y le concedieron las dos orejas del noble de Salento.
En su segundo, Joselillo ejecutó algunas verónicas y tres chicuelinas apretadas, para hacer un gran quite por navarras. Picado el toro, brindó a los asistentes e inició con derecha, a media altura, para empalmar varias series sobre ambas manos. Compuso el diestro una buena faena, rematada de media estocada que fue suficiente, y cortó una oreja.
Como no había podido hacer nada en su primero, inició José Antonio Carretero su trasteo en su segundo toro, con lances rodillas en tierra, que puso entuasiasmo en los tendidos y de una vez hizo sonar la música. Siguió su faena con derecha y por naturales, entre música y palmas, intercalando molinetes. Perdió la oreja a la hora de matar. Palmas a toro y torero.
Fernando Cepeda recibió a su segundo toro con lances a la verónica. Tandas de muletazos con la derecha, con mando y poderío, en los que se destacaron algunos circulares. Luego siguió con otras de naturales artísticos y templados, aguantando con valor. Pinchazo y mató de estocada completa. Petición de oreja que la presidencia concedió. En Manizales Ayer en la plaza de Manizales actuaron los matadores colombianos Jairo Antonio Castro, Gitanillo de América y Nelson Segura, con ganadería de La Carolina.
Jairo Antonio, luego de una faena coreada en su primero, realizó otra, inmensa, en su segundo. Seguramente una de las mejores de su vida, que puso completa emoción en la plaza e hizo poner de pie a la afición. Después de semejante obra de arte, entró a matar y dejó una estocada completa. Sin embargo, el toro de amorcilló. Bregó Jairo contra el tiempo, hasta que sonaron los tres avisos.
Gitanillo dio vuelta al ruedo en su primero, después de una faena variada y alegre, en la que colocó vistosas banderillas. En su segundo compuso un trasteo lucido en todos los tercios, a un noble animal, que brindó a su compañero Jairo Antonio. Ligó el bogotano una faena artística. El público pidió el induto del bravo toro, que no fue concedido. El diestro mató de estocada fulminante, pero la presidencia sólo otorgó una oreja, y escuchó una larga rechifla.
Nelson no tuvo suerte en su lote. Le correspondieron dos toros muy díficiles, que fueron pitados en el arrastre.