Omoto tiene 15 minutos para preparar y devorar su comida y luego poner en el microondas el almuerzo de Marie, su hija de cuatro años. A las 8 a.m. despertará a Marie, le dará arroz con huevo para el desayuno y la llevará a pie al jardín infantil.
Entre ser madre, esposa y gerenta de una peluquería de animales, el día nunca me alcanza , dice Omoto, de 36 años. Así que compramos mucha comida congelada para ahorrar tiempo .
En un área residencial como Kikuna, tanto Omoto como otros japoneses de clase media llevan vidas cada vez más agitadas. Para muchos del área de Yokohama es común viajar una hora para ir de la casa al trabajo. Las horas extra hacen que la gente se quede en sus trabajos hasta altas horas de la noche. El alto costo de vida presiona a muchas mujeres japonesas a formar parte de la fuerza laboral.
Los factores económicos como los anteriores, además del atractivo de las comidas extranjeras, revolucionan las costumbres alimentarias de los japoneses. Los nipones alardean de ser sibaritas , dice Toshiko Sunada, experto en nutrición, pero el problema es que en su mayoría la gente tiene poco tiempo para disfrutar de la buena comida .
Cada vez la gente come más cereales para el desayuno y barras energéticas o un tazón de fideos al almuerzo. Las familias atareadas dependen de la comida congelada, la entrega a domicilio y los platos precocidos, incluidas las hamburguesas, y tortas fritas de puré de papa.
En las últimas décadas también ha habido un gran ingreso de comidas extranjeras a Japón. Quizás McDonald s y Kentucky Fried Chicken sean más populares aquí que en EE.UU. Desde hace algún tiempo ha habido una invasión de restaurantes étnicos y comidas envasadas, entre ellas china, italiana, griega, india, pakistaní, tailandesa, vietnamita y camboyana.
Las comidas caseras japonesas tradicionales, hechas de varios pequeños platos de pescado y verduras que se sirven con arroz y sopa miso, pierden terreno. Eso es una lástima porque la dieta antigua de bajo contenido graso explica en parte la larga vida de los japoneses, que en promedio viven 82,5 años para las mujeres y 76,3 para los hombres, el más largo del mundo. En comparación con 30 años atrás, los japoneses comen menos arroz, más carne y más lácteos.
Los Omoto son la típica nueva familia japonesa. Hace poco, el esposo de Omoto, de 39 años de edad, Kiyonobu, fue trasladado a Osaka, a 528 kilómetros al oeste de Yokohama. Estas familias divididas son comunes entre la clase media japonesa, donde las compañías trasladan a sus empleados a su antojo. Los Omoto decidieron que el padre de familia se iría sólo a Osaka para que su hija pudiera permanecer en el jardín infantil.
Ahora la única vez que la familia cocina una comida típica es cada 15 días cuando Omoto viene a pasar el fin de semana. Estos días casi no salimos , dice Omoto en la cocina mientras corta zanahorias para la comida. Puedo venir a casa dos veces al mes, así que el tiempo en familia es demasiado importante para perderlo comiendo fuera .
Cuando Omoto se va a Osaka el lunes de mañana, madre e hija regresan a sus comidas rápidas. A la esposa no le queda otra que cocinar y correr: además de su trabajo, lleva a Marie a clases de piano, matemáticas y gimnasia, da clases de arreglos florales, y cuida a sus padres.