Lo de Brasil pareció arrollador. Con toque suave, rápido, corto, para desbaratar el doble muro de contención que instaló Chile delante del arquero Salas. Y a los auriverdes, se sabe, no hay que entregarles la pelota.
Por eso, a los 9 minutos una acción brillante de Ronaldo produjo el 1-0, cuando en el amague hizo pasar de largo a Muñoz y de fuerte derechazo remató para situarla en un ángulo del arco de Salas.
Y pese a que Chile no reaccionó en forma contundente, porque aún no se explicaban cómo Ronaldo había vencido la férrea resistencia, por lo menos en u par de avances volvió a desnudar lo que es una realidad en el campeonato: la fragilidad defensiva de los brasileños, sin saber si renegaban de su historia llena de lujos o la reventaban al frente.
Pero cuando se produjo la oleada ofensiva austral, provino la segunda anotación brasileña en otra acción individual de Mauricio, quien se coló en velocidad en medio de la defensa y de potente remate superó a Salas a los 35 minutos.
Parecía un partido liquidado. Porque no se le veía a Chile el poder ofensivo para inquietar. Primero porque los auriverdes se retrasaron, taponaron la salida y segundo porque el mismo conjunto austral no asumía el rol de compromiso.
Sin embargo, en la etapa complementaria, se cambió sustancialmente el planteamiento. Chile se animó, colocó la pelota al piso, pasó por encima de la zona de volantes y de a poco se arrimó al descuento.
Hasta que apareció en toda su dimensión el goleador del campeonato: Neira encontró un callejón y de media vuelta impresionante superó la resistencia de Cristian, a los 8 minutos.
Brasil entraba en sus indecisiones, no encontraba la pelota, no mostraba agresividad en la marca, parecía confundido en su afán de defender y definitivamente Chile se apoderó del control del juego.
Y a los 35 minutos, con un tiro libre de Rosenthal, llegó la paridad. Quedaba demostrado que lo que más le duele a los brasileños es no prestarles el balón, someterlos a constante presión y empujarlos al error.
Chile alineó con Salas; Valenzuela, Poli (Lobos), Muñoz y Cañete; Osorio, Valle (Galaz), Tapia y Garrido; Neira y Rosenthal.
Brasil lo hizo con Christian; Fausto, Marco Antonio, Erasmo y Leonardo; Sergio, Marco Aurelio, Fabricio y Sidney (Marquinho); Mauricio y Ronaldo.
La actuación del árbitro central, el peruano Luis Seminario, fue demasiado discreta. Confirmó las limitaciones que había exhibido en la ronda eliminatoria.